Me es imposible comenzar a escribir este texto sin, primero que todo, generar el vínculo correspondiente con el querido escritor, quien ha confiado en mi letra para reseñar su más nuevo trabajo Ercilla en Concepción (España/México: El Signo inVisible/Fuego Blanco Ediciones, 2024). A LCD, como también lo identificaremos dentro de sus versos, lo conocí siendo mi profesor de un ramo llamado “Taller de poesía” en la Pontificia Universidad Católica de Chile, mientras me encontraba en el tercer año de Enfermería. En la profunda ignorancia de los referentes nacionales del género, el profesor se me hizo un ente extraño y lo fue aún más al enterarme que trabajaba en la University of Georgia en Estados Unidos (¡un desconocido en su propia tierra?)
Lo anterior lo comento, comenzando ya a dialogar con el texto que Correa-Díaz nos ha traído a palestra y tal como presenta a un Ercilla perdido y descolocado incluso por un Chile que no se reconoce en su letra, yo me encontraba sin hacerlo en una de las voces, que me atrevo a decir, ha influido enormemente en la misma conquista, construcción y politización (recordando que todo acto poético es un acto político) de mi propia voz poética. Mas, sin perder el foco del autor primeramente mencionado, quisiera exponer algunos de los hitos relevantes de la enseñanza del profesor Correa-Díaz y que se manifiestan de una manera explícita, pero refrescantemente nueva, en su último poemario:
El humano es un ciborg. Al presentarnos al humano como la continuación de la máquina o, más bien, un humano hecho máquina, nos presenta la idea que se mantiene a lo largo de todos los poemas del libro. LCD, no es más que el avatar, el portador, una especie de ghost in the shell de la voz simbólica y omnipotente de un Ercilla que ha construido un territorio irreconocible. Y digo omnipotente, porque tal como el autor nos aventura en sus primeros poemas, Ercilla escribe/inventa un Chile que como un Tecnoterritorio se modifica a sí mismo, se corta inclusive, volviéndose irreconocible para el Hypervisor.
La poesía es un acto observacional. LCD nos entrega un libro contemplativo. Sus poemas son la articulación de las distintas observaciones que el autor realiza desde los diferentes cristales poético-culturales en los que se mimetiza su poética voz. En algunos poemas se logra identificar la voz del poeta maduro que mira y se sorprende de un viaje en taxi, o una visita a un recital de rock, incluso, en la visita a la Universidad de Concepción, lugar donde también hizo cantar, en el mero hecho de trabajar, y por supuesto disfrutar, del mismo ejercicio creativo a sus alumnas/os. Sin embargo, los momentos en que los ecos épicos del canto de Ercilla se hacían presentes, la observación reflexiva se volvía incluso más existencial, cuestionando incluso su propia muerte en la letra. ¿Será que Ercilla morirá pronto, irreconocible por una mano que no alcanza a escribir los cambios socioculturales del Chile actual?
El poema es un punto de fuga. Recuerdo esto con mucha exactitud, cuando en clase nos dijo: “el poema debe ser la puerta de entrada hacia otros poemas, el poema original debe ser un hyperpoema que te entregue la posibilidad de transitar otros territorios. Es un riesgo, sí, pero el lector es quien decide si al activar un link de YouTube (un QR en este contexto actualizado) vuelve o no al escrito original. He ahí un acto poético”. El profesor ya nos lo adelantaba; la poesía es una fuerza transformadora y al mismo tiempo mutable. Por un lado, en su ímpetu comunicativo, Ercilla en Concepción nos posibilita analizar el cambio de las cosas, y no tan sólo de una forma lineal, como podríamos entender que Ercilla lo hace al confrontar los avances del tiempo en un Chile oxidativo, sino que también nos permite entender a un autor, quien ha cambiado ahora la forma en la que mira estas cosas. Doble cambio; el fenómeno y, por otro lado, la mirada de quien lo contempla. Así también en el funcionamiento interno del poema, LCD, de una forma inteligente juega con la iconografía y los recursos tecnológicos, computacionales y cibernéticos, para entregarnos poemas mutantes, intentando externalizar el mismo ejercicio que se ha presentado en los poemas. El lector ahora, mira al poema como extraño, pero al mismo tiempo, este poema le exige cambiar la forma en la que lo mira (doble cambio). Lo que quiero rescatar en este punto, es que todos los elementos presentados, como iconografías, códigos QRs, fotos y firmas, no aparecen como elementos forzados, sino que naturales ante la lectura, un acierto del autor quien, fiel a su estilo y enseñanza, ha pulido su técnica de escritura ingenieril hasta desarrollar un verso meta, como se vio ya en el metaverse del 2021, por ejemplo.
Habiendo respondido brevemente al análisis en función de la misma enseñanza poética que el profesor Correa-Díaz me presentó por allá en el 2013, no me queda más que tomar el poema “[a posteriori 1 >] Costanera” para reflexionar sobre los siguientes versos:
a don Alonso, huesos frágiles ya, rodillas entumecidas, le habría gustado salir a correr, si más tiempo hubiera tenido, por la costanera, pasar por el Memorial F27, recordando otros monumentos de la especie de ese tipo, quizás, incluso, pudiera haberse encontrado unos versos de su poema entre tantos graffitis tan sin ton ni son, huellas de una hipermodernidad vaciada del algoritmo ético de las octavas (60)
Lo presentado en este poema no es sino una muestra, de lo que es para mí el fondo de este poemario: la añoranza de un pasado, aunque no por el pasado mismo, transformado por los cambios sociopolíticos, tal como el cuerpo añora el dinamismo de sus reacciones fisiológicas libres de envejecimiento, no como ahora las rodillas de don Alonso, frágiles huesos que le impiden caminar bien, quien va a paso de persona mayor por la costanera, ya sin correr y se encuentra que al arrodillarse ante la historia de Chile en las calles de Concepción ya no reconoce la fértil provincia y señalada. ¿Será que para su supervivencia, tal como los libros (clásicos), tanto avatar como voz, el werkén poético afuerino, si se me permite, hecho carne en la letra presentada por Luis Correa-Díaz, tendrá que hacerse de algún implante o sucumbir a la naturaleza bio-tecno-política putrefacta del cuerpo nacional?
Para terminar, me queda agradecer profundamente la oportunidad de conocer y leer y releer a este excelentísimo escritor (hyper-nacional) chileno, avecindado en los Estados Unidos, quien nos entrega un libro, que más allá de cada una de las reflexiones aquí presentadas, me llena el corazón (espero la parte de carne menos máquina de mi cuerpo) de un gozo y entretención, puesto que ¿de qué serviría escribir si no?
[*] Alexis Baros López (Santiago de Chile, 1992), se tituló en Enfermería en la Pontificia Universidad Católica de Chile. En el 2010 formó parte del Taller de Creación Literaria, mención Narración, de la Universidad Finis Terrae, impartido por Marco Antonio de la Parra. Mientras cursaba estudios universitarios, también fue miembro de los talleres de poesía conducidos por Elvira Hernández, Luis Correa-Díaz, Paula Ilabaca y Héctor Hernández. Publicó su primer plaquette en el 2013, titulado Palabras del enfermero. El 2014 obtuvo la Mención Honrosa en el Concurso Roberto Bolaño del CNCA con el texto “La chica María. Autopsia de una semana cualquiera”. En 2015 fue invitado al Festival Latinoamericano de Poesía Tea Party 4 realizado en Arica y Tacna. Ese mismo año obtuvo el segundo lugar en cuento y Mención Honrosa en poesía en el Concurso Literatura UC. Publicó La chica María con la editorial Cinosargo en 2016. En 2018 obtiene el Primer Lugar en el "III Concurso Literario Cementerio Metropolitano 2018" en el género de poesía, con el poemario Sparta Gym. El 2019 obtiene el Fondo del libro del CNCA con Bambi, o la triste historia de un niño SENAME (inédito aún), y el 2021 vuelve obtenerlo con Antología de amor y otros poemas de Helga G. Pataki, libro que publica el año 2021 bajo el sello editorial Industrias Tolueno.
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dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com "Ercilla en Concepción" de Luis Correa-Díaz,
breves reflexiones sobre una hyper-poesía en fuga.
Por
Alexis Baros López