Existe un código que corresponde a nuestro ADN, en lenguaje cifrado, del que deviene nuestro linaje. Un patrón de características e información genética se ha replicado, y lo sigue haciendo al acentuarse en la tercera generación. Aunque se considera linaje directo desde el vínculo uterino, de la séptima generación que nos antecede y hasta la séptima que vendrá de nosotros, con esa “carga” espiritual que, de alguna manera, nos configura física y emocionalmente. Mediante una cadena el patrón se repite como el lenguaje binario de las computadoras, la raíz de las lenguas latinas y sus derivaciones, pervive como la diversidad de especies, de cada reino animal, de todos los seres y micro-organismos; esa parte mínima, quintaesencia sobrevive al tiempo, a la historia y a la materia.
Esta Ingeniería solar constituye desde la vida, el holograma del recuerdo, memoria de un instante capturado en el brevísimo momento poético. Engranaje de significados de-codificados desde el Mass Media, referentes culturales, míticos, melómanos, cinéfilos, atravesando la cultura pop y las lenguas originarias de los pueblos guaraní, quechua con las necesidades del hoy. Como si se tratara de un procesador de palabras que son ritmo, imagen y anhelos que trastocan la emoción, desde la mirada omnipresente de un dron que realiza un zoom del cielo a la tierra o suspendido, hacia un lugar más allá del firmamento, dejando un testimonio, aquí y ahora, para generaciones futuras o para los seres de las estrellas. Contenido en archivo .zip, un chip reemplaza la botella lanzada al mar con una carta, al océano de éste y todos los tiempos, cifrando en el mensaje una oda a la vida.