Y este Alonso de Ercilla, poeta-soldado autor de La Araucana, da un salto en el tiempo, desde el siglo XVI hasta el XXI, para venir a renacer en Ercilla en Concepción (España/México: El Signo InVisible / Fuego Blanco Ediciones, 2024), el nuevo libro de Luis Correa-Díaz. A lo largo de este extenso poema, las voces de ambos poetas se entorchan, se enroscan la una a la otra, de modo que en unas ocasiones parece que nos encontramos ante una suerte de narrador múltiple y en otras presenciando el diálogo entre dos viejos amigos, reencontrados después de muchos años.
Sí, Correa-Díaz rescata al poeta renacentista de su ya prolongada muerte y lo trae de regreso a Concepción, ciudad de sus añoranzas, prestándole para ello su propio cuerpo, su mirada, su verbo que no deja de rememorar aquel otro de esa épica fundacional. Ercilla, en justa correspondencia, le permite penetrar en sus intimidades mentales y, así, en hermanada simbiosis, hacer más tolerable esto de compartir pellejo.
Alonso de Ercilla vuelve al mundo con La Araucana bajo el brazo, y comprueba que las cosas, en esencia, no han cambiado tanto como cabría esperar, quizá porque las cosas nunca cambian y uno siempre se siente bienvenido en cualquier parte del tiempo. Como dice Correa-Díaz: «La Araucana, pese a quien / le pese, no ha dejado de ser / un retrato disfuncional de familia». De este modo, el épico poema sigue siendo el paisaje de fondo, la fotografía en grises desvaídos donde se mueve, ahora, el redivivo Ercilla dentro de su avatar contemporáneo a un mundo que imaginó en sus inicios, el mismo que en su tiempo tanto se alejara de España para acercarse a Chile. «El guerrero se fue insinuando, al correr de los años y de las octavas reales, como el amigo de sus enemigos y el virtual enemigo de sus amigos», escribió Enrique Lihn.
Ercilla se desenvuelve en Concepción con la avidez del soldado que fue, y que sigue siendo, pero además con la curiosidad del poeta. Así, no pierde ocasión de entregarse a las novedades de este siglo al que ha ido a parar, de abandonarse a los mundanos placeres y sufrimientos que lo rodean, como montarse en un autobús o en un Uber, alojarse en un hotel de cuatro estrellas, escuchar las nuevas músicas o leer las nuevas literaturas. También, gracias a los libros de Correa-Díaz, se complace en los códigos QR, en los emojis o en los links.
Por los versos singulares y personalísimos de Ercilla en Concepción, Luis Correa-Díaz, poeta transgresor y ultramoderno, hace desfilar un ejército de nombres del pasado y del presente: escritores, artistas plásticos, políticos, toquis, músicos, reyes, represaliados… Los vivos y los muertos llevando el paso, al unísono, durante este espacio atemporal que es la lectura. El autor, así, nos deja la sensación de que la historia, tanto la pasada como la futura, no es más que un inmenso muro cubierto de notas adhesivas y de grafitis con que cada uno, como mejor puede, intenta preservar su memoria.
Ercilla en Concepción es un libro singular, una rareza, en el mejor sentido de la palabra. Luis Correa-Díaz, uno de los poetas más transgresores en la actualidad del mundo hispa(americano), renace como Alonso de Ercilla, o al revés, si se quiere, protagonistas ambos de un poema que no es exactamente una nueva Araucana, sino más bien un poemario de ciencia ficción, donde el factor teleportativo juega un rol esencial tanto en la trama como en la escritura, que se pregunta por las posibilidades de la épica en el Chile presente y futuro, y, por cierto, por el lugar del pueblo mapuche en este violento río del tiempo, no por nada el libro se abre con este texto y su correspondiente epígrafe:
Prólogo del autor
su acento ultramarino es arena que el tiempo sopló hasta mis ojos
Wenuan Escalona
estas pocas palabras lo dicen
prácticamente casi todo y
que gracias a ellas pueda sufrir quien la leyere (esta obra mía,
humilde y también criada en tan pobres pañales, en serio,
confesado quede) con las faltas
patentes, a propósito, que lleva y
por las que no me excuso, trabajo
de un amor debido es, este viaje
que no había hecho, leído y oído,
sin embargo,
en boca de amistades nacidas aquí,
tiempo no me dio para pasar
a esas últimas tierras nunca vistas,
razón de sobra para volver
lcd.-
[*] Enrique Darriba (Madrid, 1965) ha compaginado durante años las artes plásticas y la literatura, aunque
paulatinamente fue abandonando la primera de estas disciplinas en favor de la segunda, que terminó por
ocupar todo su tiempo. Ha publicado los poemarios Geometría básica (Varasek Ediciones, 2016) y
Columnario (Editorial Dilema, próximamente), además de la novela Los buenos tiempos (Legados Ediciones,
2019). Asimismo, ha escrito reseñas literarias para diferentes revistas y poemas suyos han sido traducidos
al inglés en la revista Poetry Life and Times.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Reseña a "Ercilla en Concepción" de Luis Correa-Díaz.
Por Enrique Darriba.