...  poemas mamíferos son estos de Alberto Cecereu, de eso no se puede dudar, y, tal  cual reza la definición de la RAE que el poeta instala al comienzo de su libro,  su arte poética se ha nutrido para escribirlos de todas las nutricias bellezas  y crueldades de su lengua materna, sean literarias o no, porque lo que importa  a la poesía vive en todas partes, incluso en el ciberespacio. Escuchadlos,  entonces, están henchidos de  pasiones deliciosas, violentas a  veces, como Sade pedía y aquí se nos recuerda..., pero también de una rabiosa  sangre que los hace guerreros mayéuticos y genitales en los lugares íntimos y públicos  más lúgubres de la grey que somos. No hay en estos poemas una negatividad  descorazonada, ni un tópico desengaño del mundo, sino más bien una  necesaria  destrucción  [de las coartadas, incluso en las  metáforas,]  de la ingenuidad, en la que solemos escondernos de  nosotros mismos para ocultar nuestra maldad. La dicción de Cecereu es renovada  y felizmente nietzschiana y responde a su llamado, el animal sapiens que nos  habita es un puente, sobre su propio abismo, y no un destino cumplido, hemos  de vislumbrar el mandato post-humano del silencio celestial en medio  del  griterío  orgiástico de la muchedumbre en este templo improvisado que  levantamos sobre el humus primordial y devenido ahora, sin tapujos, centro  comercial de todos los comercios, en el que transcurren las horas de la ya  madura juventud de la especie y su dizque  ópera civilizatoria.
            
            Luis Correa-Díaz
              University of Georgia-USA
              Academia Chilena de la Lengua
            
              
            
             
            
                
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