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Breve
carta a José
Luciano
Díaz
Don't
need a whore, I don't need no booze,
Don't need a virgin priest, I'm not waiting
on a lady
I'm just waiting on a friend
Mick
Jagger / Keith Richards
De alguna
manera hay que comenzar:
Hace ya tanto tiempo que quería decirte esto.
Nunca
he olvidado cuando salíamos por el barrio en las tardes,
ni la hombría
que detentábamos aun siendo muy jóvenes.
Volábamos a la
luz de la luna,
y los pitos de marihuana jamás nos hicieron daño.
Yo enamorado de la joven viuda aquella
que cuando pasaba por tu calle
con ese traje negro,
se
veía bellísima y femenina.
Aquellos grandes ojos oscuros me miraban
y sonreían invitantes.
(Al menos eso era lo que yo pensaba)
No
proyectábamos, sin saber que la traición ya se fraguaba.
Nuestra
vitalidad nos ilusionaba con el presente.
Hablábamos acerca
de las chicas
y trazábamos los planes necesarios.
Cantábamos
por las esquinas
y nos dolían los que sufrían, sobre todo en
medio de la pobreza
que corroía los huesos y el alma.
Decíamos
que el sol brillaba para todos, pero nunca igual
y que la luna nos guardaba
y guiaba por la noche.
Soplaba el viento de la traición.
No
sabíamos lo que pasaría pero éramos hermanos,
un pan,
una botella de vino, un cigarrillo, una piscola,
algún billete: todo
tuyo y mío, o al revés.
Y olíamos las chicas cercanas
a nosotros en su plenitud.
Cansado de vivir durante cinco años
en un país sitiado por el terror
partí a territorios que desde
niño había vislumbrado la retina
de mi mente.
Nunca más
volví a verte.
No sé dónde estarás,
ni sé si tu hígado ya sucumbió
pero acá, en estos
parajes lejanos,
donde la intransigencia del tiempo
ya comienza a dejar
huellas
en nosotros, en nuestra descendencia,
te llevo en un lugar del corazón
con
lo que se siente por un hermano.
Ya aparece un vello blanco sobre
mi pecho
y aunque en la distancia, como todos, sucumbo lentamente
canto
y brindo contigo, bien adentro.
La vida puede ser triste pero también
bella
el hombre, breve de días,
continúa sin cesar la destrucción
de su entorno y de si mismo.
Pareciera que la gente, en contraposición
a la globalización
se vuelve más individualista y egocéntrica:
hay
demasiados seudo-profetas. (Y también profetas)
Solo quería
decirte esto, yo estoy bien.
La felicidad depende de uno mismo
aunque el
entorno y las circunstancias
alguna influencia tienen.
Como siempre
fuimos políticamente incorrectos:
si no nos volvemos a ver en alguno
de estos parajes
estoy seguro que en algún lugar del universo
algún
día, volveremos a compartir un traguito
y un buen pito de macoña.
Un abrazo Compadre:
hasta siempre.
Luciano.
Niagara-on-the-Lake
3
de agosto, 2007