El matemático que llevó a Portugal a la cima educativa defiende los libros de texto
Cuando Nuno Crato (Lisboa, 1952) fue ministro de Educación de Portugal, entre 2011 y 2015 llevó a su país a los mejores resultados educativos de la historia gracias a un currículo «exigente» centrado en la Lengua y las Matemáticas, más evaluaciones externas y más apoyos a los alumnos con dificultades. Ahora emprende una cruzada en defensa de los libros de texto, muchas veces denostados o sustituidos por aplicaciones digitales.
Crato sostiene que hay que mantener los manuales escolares —preferiblemente en papel— porque son la «plasmación de un plan de estudios en una exposición articulada, organizada y secuencial de los temas» que sirve de hoja de ruta jerarquizada y objetiva para los profesores, pero también para los alumnos e incluso para los padres. «El conocimiento estructurado es la base de la escuela, es fundamental para el desarrollo de la Humanidad», afirma, insistiendo en que «los libros de texto son la introducción al mundo de la lectura inteligente, porque no sólo se leen, sino que se leen para entender».
Este matemático presentó ayer en la Universidad Camilo José Cela de Madrid Apología del libro de texto (Narcea), todo un posicionamiento de «referencia común» en tiempos pedagogistas, porque los manuales escolares cuestionan a aquellos que dicen que los alumnos deben construir su propio aprendizaje o pretenden eludir los saberes básicos que han homologado los especialistas.
Él no está en contra per se del aprendizaje basado en proyectos, pero advierte de que «no puede hacerse sin un conocimiento previo», de la misma forma que, en Matemáticas, «no se pueden entender las funciones si antes no se ha aprendido álgebra».
También cree que «los profesores no deben perder el tiempo creando sus propios materiales», porque «es mejor que se concentren en enseñar a sus alumnos». «La transmisión de conocimientos, actitudes y valores es un trabajo tan importante que no deben distraerse haciendo otras tareas», asegura.
Ante la tendencia de los centros educativos de sustituir los libros de texto de papel por tabletas y ordenadores portátiles, se muestra escéptico. Tampoco le gusta «esa moda de hacer Power Points para todo». «Los estudios científicos sostienen que la lectura en papel es mejor que la lectura en pantalla. Yo tengo muchas novelas en mi dispositivo y quizá para eso incluso puede ser mejor a una cierta edad porque permite aumentar el tamaño de la letra, pero los alumnos aprenden mejor si leen algo que pueden tocar, con límites claramente definidos, y donde sea sencillo pasar las páginas. La mente registra mejor lo que ve sin intermediarios, al igual que para aprender a escribir es mejor usar un lápiz y un papel», afirma, aunque no se opone al uso de recursos digitales complementarios, como los códigos que permiten acceder a vídeos o a audiciones, para aprender en momentos puntuales.
Crato formó parte del gabinete del conservador Pedro Passos Coelho, pero es partidario de la ley que en 2006 se aprobó estando de primer ministro el socialista Sócrates por la que los libros de texto se hicieron «más rigurosos». Tras detectarse errores en los manuales, el Parlamento de Portugal acordó que fueran periódicamente evaluados por comisiones independientes —por ejemplo, la Sociedad Portuguesa de Matemáticas— que durante meses trabajan revisándolos.
Una vez que termina este proceso, los especialistas que integran estas comisiones proponen cambios a los editores, que deciden lo que ponen y lo que quitan. Después imprimen los textos, que incluyen una certificación en su primera página, una especie de sello de calidad que acredita que lo que allí se dice es correcto.
«Desde entonces han mejorado los libros y, como consecuencia, han mejorado las clases porque hay más confianza en los ejercicios», cuenta Crato, que cree que esta medida, por la que también se ha interesado el Gobierno francés, podría ponerse en práctica en España sin demasiados costes políticos.