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Las calles son nuestras: acciones colectivas de arte en Concepción

Por Leslie Fernández Barrera
Artista y académica, Universidad de Concepción





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[A un año de la realización de estas acciones, ser parte de la antología poética Encerrar y Vigilar, Escrituras bajo Amenaza (2020), nos permite recordar momentos de intensidad, porque fueron realizadas en un tiempo de incertidumbre extrema, que aún no se despeja del todo].

 



Hicimos nuestra primera intervención el domingo 27 de abril de 2020, día en que inicialmente se había programado el plebiscito para decidir si se aprobaba o no una nueva constitución. La votación había sido aplazada y veíamos con sospecha esa postergación, pensando que se trataba exclusivamente de un método de control social. Ese día ya estábamos confinados, con una paranoia y tensión crecientes, a partir de lo que estaba sucediendo en Chile y el mundo con la expansión del virus, teniendo el cuerpo aún tibio por la revuelta que en nuestro país había comenzado en octubre de 2019. Sin embargo y pese al temor de contagio, la convocatoria para reunirnos considerando esa fecha tan simbólica tomó vuelo rápidamente.

Es así como un grupo de quienes participamos activamente de las manifestaciones, surgidas luego del 18 de octubre de 2019, nos reunimos en la Plaza de Tribunales de Concepción, uno de los lugares más emblemáticos de la revuelta en esta ciudad, donde hasta hoy es posible encontrar las numerosas evidencias de los cuerp@s furiosos que allí dejaron su huella por medio de los rayados y el fuego, vestigios evidentes y visibles hasta hoy.

 

 

Recordemos que a fines del 2019, solo hace un par de meses atrás, el gobierno de Piñera, había intentado instalar la ley anti capuchas que declaraba ilegal el ocultamiento del rostro, en su deseo por controlar todo. Sin embargo, casi como una ironía, las condiciones sanitarias hicieron que llegáramos al encuentro con mascarillas, capuchas y pasamontañas, lo que incluso en un primer momento dificultó nuestro reconocimiento. La acción convocada al medio día de ese lluvioso domingo, consistió en situarnos de manera silenciosa en diferentes sectores de Tribunales, articulando la frase DIGNIDAD AHORA Y SIEMPRE, con letras que cada participante había elaborado a partir de materiales improvisados que tuviese en casa, transformando esta acción en una conmemoración simbólica de ese día, pero era además un excusa para poder volver a la calle e insistir en las demandas ya instaladas, donde la exigencia de Dignidad surgía como común denominador frente a todo.

Casi con el mismo grupo, nos reunimos en dos oportunidades más. Un mes después, el 18 de mayo, con un día soleado, nos juntamos en la rotonda Paicaví, rebautizada post octubre del 2019 como Paicarrera. Allí, con la misma lógica conformamos la frase QUE LA SANGRE NO SE ENFRÍE en una acción que tratamos fuese lo más breve posible. La última intervención fue en el campus de la Universidad de Concepción, el 21 de junio de 2020. Allí formamos la frase LATIENDO Y RESPIRANDO, teniendo como fondo el edificio de la Biblioteca central de la Universidad.

 

 

El control inmediato en todas las intervenciones, hizo que con temor recordáramos la extrema represión frente a las movilizaciones recientes, pero para quienes vivimos la dictadura, también era evidente recordar y reconocer el riesgo al que se expusieron artistas, colectivos y diversas agrupaciones que ponían su cuerpo realizando intervenciones efímeras, sobre todo aquellas denominadas posteriormente “acciones relámpago”, las cuales debían ejecutarse en un tiempo record, antes de ser sorprendidos por el control estatal. El uso de la calle durante los 80, y –hoy igual que ayer- responde a la necesidad de poder denunciar públicamente las desigualdades que hemos estado viviendo como sociedad.

Entendiendo la diferencia de contexto, y sin olvidar la represión vivida desde octubre del año pasado, la acción colectiva “Dignidad ahora y siempre” y las que continuamos realizando posteriormente, hacen un guiño a la historia reciente de Concepción, viviendo un presente muy complejo a nivel social y económico. Salir nuevamente, con el lema “Las calles son nuestras”, representa una necesidad de continuar manifestando públicamente nuestro malestar frente a la clase política y todas las desigualdades.

A un año de la realización de estas acciones, ser parte de la antología poética Encerrar y Vigilar. Escrituras bajo Amenaza (2021), nos permite recordar momentos de intensidad, porque fueron realizadas en un tiempo de incertidumbre extrema que aún no se despeja del todo. Reencontrarnos en los primeros días de la pandemia, sin duda era un acto de rebeldía frente al control. Recordamos aún el temor cuando fuimos abordados por militares y carabineros portando nuestras letras, para explicarles que solo se trataba de hacer una fotografía y disolvernos rápidamente luego de hacer nuestros registros.

La frase E N C E R R A R  Y  V I G I L AR, sin duda da para realizar otra acción, porque fue lo que hemos vivido durante todo este tiempo. Imaginaba que hoy podríamos portar esas letras, hoy que tal vez podemos salir a la calle, mañana no sabemos qué pasará.



 

 

Las calles son nuestras!

 

 

 

Que la sangre no se enfríe!

 

 

 

Acción colectiva Latiendo y respirando, 2020.



 



 

 

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Por Leslie Fernández Barrera
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