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Spinetta, Stand by my y Café Caribe

Por Luis Gutiérrez Infante



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Muchacha ojos de papel fue compuesto por Luis Alberto Spinetta y estrenado por Almendra en junio de 1969. Se trata de una de las canciones más influyentes del rock argentino. El periodista Eduardo Ortega, resume su historia del siguiente modo: “Luis Alberto Spinetta tenía 19 años cuando, perdidamente enamorado de Cristina Bustamante, decidió regalarle una canción. La conoció un par de años antes en el Instituto San Román de Belgrano, Buenos Aires, donde cursaban la secundaria. Era, además, vecina de uno de sus mejores amigos, y también compañero de banda, Emilio del Guercio. Pasaban las tardes juntos, escuchando a The Beatles y dibujando. Cristina solía traducirle las letras de las canciones del cuarteto de Liverpool. Así, poco a poco, se fue transformando en una inspiración”. Para Spinetta, Cristina fue su primera mujer. Para Cristina, Spinetta fue el gran amor de su vida.

Sin embargo, la relación culminó en 1971. Ella se marchó a Venezuela y luego a Boston. De tal modo, los primeros versos del tema adquirieron un carácter premonitorio: “Muchacha ojos de papel, ¿adónde vas?/ Quédate hasta el alba./ Muchacha pequeños pies,/ no corras más.”

También en 1971, el cantante y compositor estadounidense Al Green, en aquella bellísima canción titulada  Let’s Stay Togheter, se preguntó: ¿Por qué las personas se separan?

En 1973, el dúo estadounidense Hall & Oates, en su segundo álbum, edita el tema She’s Gone (Se ha ido), grabado por Tavares un año después. En 1979, el tema After the Love Has Gone (Después del amor), de Earth, Wind &Fire,  recibe el Premio Grammy a la mejor canción de R&B.

La lista se extiende fácilmente: Si me dejas ahora, de Chicago; Adiós, de Gustavo Cerati; El breve espacio en que no estás, de Pablo Milanés; Sigues dando vueltas, de La Rue Morgue; Tu falta querer, de Mon Laferte…

Me he referido aquí a la lista o registro musical de lo que debe ser la máxima contradicción humana: un impulso irrefrenable al amor y una capacidad espantosa de echarlo todo a perder.

La literatura, por su lado, no se resiste a la tentación de hablar de quiebres, rupturas, desencuentros, traiciones, fracasos y olvidos. Pensemos, por ejemplo, en Si me necesitas, llámame, de Raymond Carver; en De mujeres con hombres, de Richard Ford; en Amantes y enemigos, de Rosa Montero; en Bonsái, de Alejandro Zambra; en la novela Deslinde, de Debret Viana (que se refiere a las barreras auto impuestas que surgen en una relación de pareja); y pensemos en el relato “Lucía y yo” (sobre un proceso de divorcio), incluido en el libro de cuentos Corazón de araña negra, del escritor colombiano Gerónimo García Riaño.

A este universo temático pertenece precisamente el libro de cuentos Café Caribe.

En “¡Basura!”, relato que cierra la trilogía integrada además por “Poema” y “Medidas cautelares”, un personaje, a modo de represalia, arroja al fuego dos ejemplares de la novela Orden de alejamiento (alter ego de Café Caribe). Poco antes, el libro había sido comentado por una destacada crítica literaria, en la edición N° 39 de Aguatinta: “La expresión orden de alejamiento no debe entenderse como institución jurídica. La frase se refiere primero, según el curso del relato, a cierto dictado interior que impulsa a los personajes a desistir de sus proyectos de vida en común. Se llega al matrimonio, o al acuerdo de unión civil, con la convicción de que el vínculo, tarde o temprano, se extinguirá. Una extraña paradoja que identifica a nuestra época, y que denuncia la fragilidad de las relaciones de pareja”.

El autor de Orden de Alejamiento, según se narra en “Medidas Cautelares”, luego de una audiencia en el Tribunal de Familia, ingresa a uno de los locales de Café Caribe de Santiago. Pide un café cortado con canela y azúcar. Abatido por su circunstancia actual, deviene en la siguiente conjetura:

“Una separación es un problema mayor, pensé, mientras revolvía el café con suavidad para no derramar la espuma. Una separación tiene múltiples aristas. Primero, una arista emocional. Se debe aceptar el fracaso. La nostalgia irrumpe como un viento helado en una pieza aún tibia. Una separación implica también un aspecto social. El matrimonio es una imagen que genera vínculos con familiares y amigos. Eso también se rompe. Por otra parte, hay que liquidar una comunidad de bienes. Hay que divorciarse legalmente y hay que anular un sacramento. Y si a todo aquello se le añade un proceso penal, la experiencia es aplastante”.

Café Caribe, a mi entender, constituye una polifonía. Parece ser una sola historia contada desde distintos ángulos en cada uno de los ocho cuentos que incluye el libro. Con un intencionado movimiento hacia el realismo sucio y el minimalismo, Café Caribe insinúa una crítica a la sociedad actual, al sistema de vida, que suele corromper los vínculos afectivos. Su mirada se extiende, además, a la crisis de la Iglesia, a los vicios del aparato judicial, al desgastante régimen laboral, a la explosión demográfica, a la inmigración y, en definitiva, a la soledad del hombre, que peregrina por las calles de una metrópoli moderna en busca de una cuota de felicidad.

El libro ha sido editado y publicado por Katábasis Editores, de la ciudad de Aguascalientes, México. La voz griega katábasis alude a un descenso, posiblemente al infierno. “Como imagen retórica, señala internet, refiere a un descenso a los propios horrores a fin de enfrentarlos, verlos, volverlos conscientes y luego ascender purificado por el horror y la conmiseración”. Los personajes de Café Caribe han conocido el dolor y lo han superado. Renacen luego de experimentar su propia muerte.

En “Manzanas”, relato final de la serie, dos seres condenados al fracaso, cruzan sus caminos. Beben cerveza, de madrugada, en el bar “Viva la Vida”, frente a la Plaza Mori. Tamara se ha divorciado recientemente. Su acompañante, el administrador de una conocida librería de Santiago, está en crisis matrimonial. En el rigor de la conversación, mientras uno y otro ejerce un rol seductor, se dan cuenta de que la vida siempre da opciones. Lo importante es estar con la persona indicada, y echar a rodar los sueños… “En el aire se abanicaba un viejo tema de Ben E. King, Stand by me, pero en la versión de John Lennon…”.


Santiago, 12 de diciembre de 2019



 

 

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