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Presentación libro Café Caribe, de Luis Gutiérrez Infante
Jueves 12 de diciembre de 2019 – Café Chilensis
Por Francesca De Ferari R.
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Café Caribe es una colección de cuentos con sabor a novela. Se compone de ocho relatos que se conectan a través de sus personajes, se continúan y, sin embargo, no se completan. El final sorpresivo está ahí, uno tras otro, esperando para complacer a un lector cada vez más embarcado en estas historias.
Este libro requiere un lector activo y es que, sin quererlo, uno se ve envuelto en una participación que pareciera entregarle al lector un conocimiento privilegiado, pero que una y otra vez logra engañarlo y sorprenderlo. Así nacen las ganas de seguir leyendo, cada cuento como si fuera parte de un todo. Recuerda a la sensación de lector que describe Barthes: "aceptar una última libertad: la de leer el texto como si ya hubiese sido leído".
Puede que esta cercanía texto/lector esté relacionada con Santiago, para quienes somos capitalinos, o con que Café Caribe posee sabores conocidos.
En el paladar se unen este texto con el recuerdo de Baudelaire y su flaneur. Recuerda también a Bonsái, de Zambra, con sus amores desencontrados. Recuerda a la soledad, al abandono.
Encontramos aquí un Santiago muy particular, recorrido desde el Café Caribe, y que le pertenece a estos hombres solitarios, que caminan por la ciudad buscando lo que no saben ni sabrán encontrar jamás. Rodeados de mujeres fuertes, que los golpean una y otra vez. Sus madres, sus hijas, sus parejas. Las putas y las esposas; las calles, las esquinas y los tribunales de justicia. Todos hacen literatura al ritmo del rock, y también del tango. Bonsái abre con su célebre: ‘‘Y el resto es literatura’’. En Café Caribe, todo es literatura y el resto es ciudad. Bonsái también abre con el adelanto de que ‘‘Al final ella muere y él se queda solo, aunque en realidad se había quedado solo varios años antes de la muerte de ella, de Emilia’’. Aquí, los protagonistas también se encuentran solos desde antes que sus mujeres murieran o los dejaran. Están formados en soledad, y viven sumidos en esta capital que los aísla aún más.
Tan aislados, que ni a la muerte conviviendo en su cama son capaces de reconocer. Recorren Santiago buscando, vagando. Lleno de trámites legales, evitando la casa vacía. Evitando reencontrarse con el abandono que es, en realidad, su única compañía.
El encanto que tiene Café Caribe es, principalmente, atribuible a la voz narrativa. Diversos personajes narran en una primera persona, que, sin embargo, tiene al lector buscando cada nueva voz para reconocerla o conocerla, para saciar las ganas de seguir sabiendo más o para adentrarse en una nueva aventura. Y es que este libro, con cada cuento, nos regala unos iniciales minutos de desorientación, en que estamos tratando de ubicarnos en una geografía literaria. Queremos saber con qué personaje tratamos, y dónde se ubica este en el mapa mental, al más puro estilo de Cien años de soledad, que hemos ido construyendo en base a protagonistas y secundarios. Una vez ubicados en la ficción, estas voces nos otorgan el reencuentro con alguna parte de Santiago.
Para entender un poco mejor estas voces, me encontré volviendo una y otra vez al relato ‘‘¡Basura!’’, donde Luis juega inteligentemente con el límite realidad-ficción. En este punto cabe preguntarse por el autor. ¿Quién es el autor de Café Caribe? Foucault se revolvió en la pregunta: ¿Qué importa quien habla? Y hoy no puedo dejar de mencionar una cita que tanto sentido le trae a esta presentación: ‘‘No se trata de la aprensión de un sujeto en un lenguaje; se trata de la apertura de un espacio donde el sujeto que escribe no deja de desaparecer’’. En Café Caribe hay un claro ejemplo de lo que llamamos la muerte del autor, que en sí misma da vida al hombre solitario, que posee una esperanza desmedida en encontrar el amor, que ansía desesperadamente una historia épica de amor santiaguino. Que deciden contar sus historias al estilo de crónica urbana, describiendo los adoquines de cada paso que dan mientras descubren, una y otra vez, que esta historia épica que buscan en realidad es el viaje y no un destino.
Con remates y finales que da placer leer, de esos que nos hacen anticipar la emoción antes de terminar de leer la oración, estos cuentos dan vida a una verdadera colección novelesca que transformarán al más flojo en un lector activo por excelencia.
