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Presentación de libro ABCDiario del fin del mundo. Luis Hachim
con ilustraciones de Milena Hachim.

Por Diana Aurenque Stephan



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Como alguien que no es experta ni en literatura ni en crítica literaria, si bien es para mi un gran honor haber sido invitada a realizar esta presentación, la que acepté con gusto, al mismo tiempo esto representa un enorme desafío. Y como pasa casi siempre con los desafíos, lo peligroso está en la libertad que se tiene para hacer frente a lo que uno decide asumir. Así, y como lo que yo sé hacer se mueve más bien en el ámbito de la filosofía, les pido desde ya a la audiencia, así como al autor, mi estimado colega Luis Hachim, la generosidad de tener oídos atentos ante lo que será un intento de presentación, pero atravesado inevitablemente por mi (de)formación profesional, la filosofía –esfuerzo que asumo también se busca al invitarme como expositora. Concretamente, esto significa para mi no tanto comentar puntualmente cada uno de las “letras”-narraciones contenidas en el libro, ni resumir ni abreviar sus contenidos, sino más bien intentar descubrir algunas de las estructuras y conceptos fundamentales que ella posee, para, con ello, presentar una forma de acceso al libro que resulte ojalá coherente y sensato a la obra misma.

Ello supone, en primer lugar, que el sentido (o aquello que antes se llamaba “verdad” de la obra), no es ni evidente, ni trivial, sino que requiere de un trabajo hermenéutico. En efecto, en cuanto la hermenéutica es una de las escuelas filosóficas en la que he sido formada, me es inevitable acceder a este libro desde el preguntar por su sentido. Para ello, para explicitar aquel sentido, no es verdaderamente relevante pretender ser fieles a la intención del autor, sino prescindiendo de ella, más aún, haciendo caso omiso a ella intencionadamente, la tarea hermenéutica consiste en poner al descubierto el sentido (siempre oculto o entre dicho) de la obra en tanto obra.  Y aquí les comento lo que veo….

El primer acceso exige detenerse en el título, parte fundamental de toda obra (y en la hermenéutica también desde las partes se debe poder acceder al sentido como un todo -y viceversa), para comenzar a explorar la obra. ABCDiario del fin del mundo. El título presenta un juego de palabras. Juega con la palabra abecedario, diario y fin del mundo La RAE ofrece seis acepciones a la palabra abecedario, todas ellas relacionadas de algún modo a la primera definición: „Serie ordenada de las letras de un idioma“. (otra es „Orden alfabético“ o „Lista en orden alfabético“). El acceso etimológico, poco nos ofrece. Pero si se ahonda en las explicaciones nos dice la RAE que el abecedario cumple la función de „designar la serie ordenada de las letras con que se representan los sonidos de una lengua “. Pienso que con ello ya intuimos más; pero será más completo si sumamos el significado, también de la RAE, de la palabra „Diario “. Ella también se presenta equívoca, e invoca 6 acepciones. Me da la impresión que las palabras que mejor reflejan la transformación semántica del título se concentra en tres significados:

"1. adj. Correspondiente a todos los días. Rutina, comida diaria.", como "2. m. Relato de lo que ha sucedido día por día. Escribe un diario íntimo. Los diarios de Jovellanos.” Y “3. m. Libro o cuaderno donde se lleva un diario.”

Si esto es correcto, el "ABCDiario” de Hachim, en tanto “Diario” presenta un libro, un relato escrito personalísimo de vivencias cotidianas de diversa índole (históricas, individuales, etc.), pero que al mismo tiempo, en su parte relacionada a un ABCdario, vincula ese relato a una serie ordenada de letras de un idioma particular, chileno; o como dice el autor, del fin del mundo.

En efecto, el autor nos presenta una serie de, cómo entiendo denomina el autor, “narremas” (fonemas con narración), vinculados a una dualidad, por un lado, la historia y la actualidad vividas desde la vivencia personalísima; pero por otro, y en cuanto historia y realidad de un mundo compartido, nuestra historia chilena y latinoamericana, posible de ser comprendida por todos. Y de hecho, cada uno de esos “narremas”, por encarnados que sean, tienen la poderosa fortaleza de hacernos parte de sus relatos. ¡Y cómo no podría hacerlo! Si lo que vemos en cada una de sus “letras” es el esfuerzo por nombrar lo cotidiano con sonidos distintos; rompiendo su decir y nombrar tradicional, coloreándolo con tonos (¡y hasta ilustraciones!) nuevas, potentes. Dar nuevos nombres, es crear realidades distintas, pero no del todo ajenas. Y así es evidente que la columna vertebral de la obra expresa un esfuerzo por renombrar Chile; su historia y su actualidad; es decir, nuestra historia y nuestra realidad. Pero dicho renombrar, permeada con fuertes ribetes de ironía (a veces mordaz y sarcástica), no deja de tener una función abiertamente pedagógica. El texto entero nos educa, y nos entrena mediante lúdicas formas, a resignificar una serie de fenómenos pasados y actuales, y quizás también algunos futuros. Así, a esa columna vertebral que se llama resignificar Chile desde el lenguaje, le viene como nota esencial un componente franca y decididamente social, cultural y político. En su lado más político (en el buen sentido de la palabra, cual sentido de habitar conjuntamente la polis, un estado), el autor busca renombrar denunciando la injusticia social (por ej. en Las abejas o en Agua) o la situación patológica-mental de la población chilena (en Acedia); también es un llamado constante a no olvidar la infamia de la dictadura (en Monarquía civil militar o Cementerio general, entre otros). En su lado denunciante-renombrante cultural-social, nos vienen regalados análisis de fenómenos actuales (como en Feministos, en Hispters, etc.). También fenómenos tan propios y tan cotidianos de nuestra chileneidad, son renombrados y expuestos en una faceta del todo novedosa (como en Chaquetero, Cumbia, Huevón, etc.). Sin embargo, la obra no se trata de Chile exclusivamente. Se trata de Chile en cuanto país sudamericano, mejor dicho, latinoamericano. Y aquí también el contraste con lo no-latino aparece siempre. Europa y Norteamérica están presentes (en Sócrates, en Kafka, o en alusiones en el Caballo al filósofo alemán Nietzsche).

Con todo, me parece fundamental además que la obra, en su estructura tiene un tercer ribete fundamental. Este consiste en el esfuerzo constante por reivindicar a los pequeños en la Historia. De aquí se explique que una de las palabras más frecuentes del libro sea la de homúnculo (pequeño hombre; hombrecillo). En efecto, la obra es una reivindicación explícita, denunciante, del trato injusto e indigno de una serie de individuos “menores” en la “gran historia” de Occidente: los miembros de pueblos originarios, nuestros y otros indígenas de Latinoamérica, por una parte; y los animales, por otra. En Caballo, por ejemplo, terminará el autor con una frase a mi juicio maravillosa por su doble poder retórico y semántico: “¡Renuncia a la Historia por un caballo!” (p.20).

El ABCDiario del sur del mundo es pues una oda reivindicadora de las pequeñas figuras de nuestra Historia latinoamericana (Víctor Jara es solo una figura entre otras; también en Antisocial hay reivindicación de un delincuente con nombre y apellido). Pero también de otros pequeños asuntos tradicionales ya casi olvidados (como en Charagua). Y en tanto reivindicación de asuntos sociales, culturales y políticos, chilenos y latinoamericanos, y en pleno contraste dialógico con Europa y la gran Historia (con mayúscula), la obra de Hachim es una invitación a no olvidar, pero no desde trincheras, sino desde la re-significación. Hachim nos invita a que cada cuál pueda resignificar su conditio chilensis, a partir de una facultad de humor y de reírse de uno mismo como condición de posibilidad de aprendizaje.

En suma, la obra permite un tránsito desde un diario personalísimo, cimentado incluso desde la cercanía más íntima y cooperativa inter familia, a una vivencia de un mundo chileno y latinoamericano circunscripto en una historia y una actualidad que nos incumbe a todos. Independiente y algo silente ante el juicio normativo de si hay algo así como un conciliador perdón, la obra nos invita a avanzar juntos sin olvidar. Y ese no olvido, si bien no significa quizás decir lo mismo, significa sí recordar lo mismo y nombrarlo siempre nuevo; quizás por ello en Realidad Hachim cita a Rubem Fonseca: “(L)o que importa no es la realidad sino la verdad, y la verdad es aquello en que se cree” (p.48). Creamos pues en una realidad que siempre puede decirse distinta, pero apuntando y desentrañando lo mismo, lo que de verdad importa.



 

 

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