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Entrevista a Luis Herrera:
El fenómeno poético y la creatividad son la única revolución
Por Carlos Campos*
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— ¿Qué es poesía?
— En el último tiempo he estado muy obsesionado con distinguir aquello que es natural y aquello que es cultural en el hombre. Aunque, en otros días, quizás más oscuros, tiendo a pensar que todo es natural incluso nuestro crecimiento cancerígeno sobre la tierra o incluso nuestra autodestrucción. Según los maestros orientales, el caos lleva al orden, el orden lleva al caos, el bien al mal, el mal al bien y así. Quizás nuestro ímpetu de saturación y crecimiento sobredimensionado hasta que no nos quede una puta gota de agua y oxígeno sea la respuesta al impulso de la naturaleza, porque en ocasiones creo que somos la naturaleza y es de una soberbia inconmensurable el suponer que una cosa es el humano y otra la naturaleza. Puede que la naturaleza quiera saturarse para surgir de nuevo y nosotros somos su punta de lanza. Quizás cuántas veces ha pasado lo mismo en este planeta y en todos los otros planetas que indudablemente albergan condiciones como las del nuestro, partiendo de la base que, dicen los conocedores, esto es infinito. Y si es infinito, esto está sucediendo infinitas veces en infinitos lugares. Pero a veces creo otra cosa. En esa línea me interesa descubrir ese secreto de este fenómeno que es la vida y el universo, cuya iluminación, prefiero pensar, sólo llega a través de procesos creativos, catárticos o de trance. Iluminar la zona oscura. Acceder a la zona muda de Lihn. Acceder al relámpago (lo poético) que antecede al trueno (la palabra) que nos dice Hölderlin y que repite Heidegger. Aquello de lo que no se puede hablar y que el primer Wittgenstein nos quiso imponer con autoridad. En ese sentido, para no seguir yéndome por las ramas mientras encuentro algo inteligente que decir, creo que la poesía es el intento siempre fracasado por poner verbo en aquello que no se puede expresar. Pero he ahí la magia y el juego creativo del fenómeno poético, que, ahora bien, tampoco me interesa mucho sólo desde la palabra, sino que esa aproximación se puede lograr desde múltiples otras expresiones, entre ellas la música que me parece la más increíble.
— ¿Cómo y cuándo se acercó a la poesía?
— A los 14 años. Camino a casa me encuentro con un título muy sugerente “20 poemas de amor y una canción desesperada” en los puestos de libros usados del mercado central de Talca. Precisamente lo que necesitaba leer, ya que 4 cuadras antes había terminado conmigo una polola con la cual no había durado no más de 3 semanas. Creía que el mundo se me venía abajo y que yo era lo más miserable sobre la tierra, por tanto, el título de ese libro de Neruda me pareció que reflejaba de mejor manera aquello que no sabía cómo expresar. Obviamente que hoy veo a ese Herrera sufriente y me río en su cara, pero no podría indicar con más precisión un instante justo en el que se despertó en mí el deseo de escribir. Claro que copiándole a Neruda, como después le copié a Parra o a Bertoni y, tengo que decirlo, a Bolaño, lo cual pudo ser muy notorio en mi libro de cuentos “la lámpara de Kafka & otros cuentos”.
Quisiera responder algo más “estupendo”, pero tengo que ser fiel a mi historia de humor y accidentes.
— ¿Cual es son las temáticas poéticas que aborda?
— No tengo temáticas preferidas. Aunque, claramente, hay un denominador común y se refiere a lo que respondí sobre qué es poesía. Apuntar a aquello imposible que la palabra, en el juego poético, va haciendo cada vez más posible. En ese aspecto, creo que en narrativa me pasa lo mismo. En los pocos cuentos que tengo, los personajes suelen tener objetivos imposibles y se ahogan en un proceso obsesivo, mal planificado, a veces intuitivo, que los vuelve locos. Quizás mis personajes son una metáfora de la palabra intentando alcanzar la zona de éxtasis que no se puede describir.
No obstante, hoy en día, respondiendo también a un momento muy catártico y felizmente crítico, mi temática favorita parte por entender al pobre diablo que soy, con sus mañas y virtudes, desde su historia, las relaciones que lo han determinado y cómo reconoce sus esencias más profundas. En ese trabajo, que debiera ser obligatorio en la desorientada escuela (conócete a ti mismo), pretendo no sólo comprenderme, sino que conociendo al huevón que tengo más cerca (yo), espero lograr entender a la humanidad entera. He ahí mi imposible, como mis personajes narrativos.
— ¿Dónde radica lo interesante de la poesía?
— Que sea un amor tan escurridizo y difícil de conquistar y aún así personajes, tanto talentosos como torpes, quiera acostarse con ella. En el mismo caso, que existan tantas formas tan dispares de definirla que sugiere, claramente, que cualquiera arrogue el título de poeta o que escribe poesía, cuando lo suyo no ha pasado de poner palabras donde las palabras abundan.
Aunque eso que respondo quizás tenga más relación con los poetas que con la poesía, por consiguiente, si me concentro sólo en la poesía, lo que me parece más interesante es que la poesía explore cómo surge la belleza, qué es la belleza, cómo es posible el momento de júbilo, el orgasmo físico y psicológico de enfrentarse a lo sublime y, en la misma línea, ¿qué es lo sublime? ¿Lo sublime es natural o cultural? ¿Hay algo esencial en el universo? ¿Una armonía o equilibrio que realmente representa la felicidad atronadora?
— ¿Cómo nace la poesía o cómo fluye el fenómeno poético?
— No tengo mucho eso de escribir todos los días. Pero si tengo muy presente el reflexionar todos los días y hay cosas que van madurando tras cada caminata o tras varias conversaciones o levantadas por la mañana. De esa manera, voy acumulando sensaciones y problemáticas que maduran como manzanas. Cuando están listas para la cosecha, me siento a escribir y es otro proceso.
Es fascinante la creación, porque se vive en distintas etapas. El rayo inconsciente que te instala una luz en las tinieblas de la consciencia, el cómo va tomando forma en la meditación, el manoseo verbal, el sudor mental, para luego, cuando la forma se hace más visible, poder llevarlo a la palabra. Aunque ojo, en la palabra nunca podemos dar cuenta verdaderamente de ese primer rayo, y ahí, yo diría que la inspiración es cosa independiente de uno, sólo aparece, he ahí la magia. La gracia del poeta, el escritor, el filósofo y el artista, es que agudiza la capacidad de no dejar escapar esos rayos para poder trabajarlos.
También es importante mencionar que esa capacidad la tenemos todos, pero el sistema, sobretodo educativo y laboral, por qué no también familiar, hace todos sus esfuerzos porque nos olvidemos de desarrollar ese potencial y nos dediquemos a obedecer y producir.
— En el oficio de escribir ¿requiere silencio o un poco de caos?
— Para la etapa de cosecha, escribir, el silencio total. Para el trabajo anterior, desde la inspiración que me ocurre hasta la elaboración mental a través de la reflexión y el sentir, puede pasar en todo estado de guerra o de paz.
Me detengo en la inspiración, es una huevada única y terrible. Como un cuchillo que te cae de las nubes. Un garrotazo. Kundera cuenta muchísimo cómo se le ocurren los personajes y estas inspiraciones surgen incluso de dolores de estómago.
— ¿Es de los que cree que la poesía es un camino oscuro, tortuoso, enfermizo y solitario?
— No lo sé. Qué difícil pregunta, no sé si por profunda o por superficial. En primer lugar lo solitario no es la poesía, es el poeta o el que escribe. Hay poetas que viven en multitudes y otros que no, quizás tenga más que ver con otras cosas lo de la soledad, aunque para ser finos y catastróficos, después de todo, siempre estamos solos. Tengo amigos poetas, tremendamente buenos poetas, que son tipos de lo más alegres y chistosos. Otros, de lo más enfermizos y tortuosos. Como dentro de las temáticas poéticas puede entrar todo, creo que no podemos categorizar a la poesía con determinadas características, como si fuera una cosa, porque la poesía es un hacer, una acción imposible. Puta si dedicarme a la poesía va a significar que me voy a lo oscuro, a lo enfermo, a lo tortuoso, no me interesa entrar por ahí.
Tampoco voy a negar que en el proceso de búsqueda del fenómeno poético, sobre todo en posiciones subyacentes al trance y la catarsis, es bendito darse una vuelta por el delirio o meter la mano profundo en la herida. El que quiere enfrentar la belleza en toda su magnitud o se caga de risa o se vuelve loco o se muere o se pega un despertar sublime. No te deja incólume. Y ahí el resultado final de ese proceso no depende de la poesía en sí, sino que de tu historia, tus trancas, tus miedos, tu infancia.
— ¿De que sirve la poesía?
— Por mucho tiempo, podría decirte que para nada. Quizás porque trabajaba en una institución educativa de corte empresarial y me tragué todo el mote de la productividad académica, la soguita al cuello y las agachadas de moño ante personajes siniestros y enfermos (les mando un gran saludo de paso). Y ahí, reconociendo lo sublime y necesario de la poesía, podría haber dicho perfectamente que en el mundo de hoy no era útil.
Ahora, ni cagando. La poesía, la búsqueda del fenómeno poético, la expresión interior, la comunicación espontánea, el trance, la catarsis, la creatividad y la música, son la única revolución poderosa que podría echar abajo este modelo de mierda, para reencontrarnos con nuestras capacidades y motivaciones más esenciales. Si estuviéramos más preocupados de buscar la belleza que de comprar huevadas, puta, otro gallo estaría cantando. Imagínate que en clases hablamos con los estudiantes sobre quién ha vivido un estado que se aproxime mínimamente a un trance o una catarsis, y nadie. Nos quitaron eso que los antiguos lo tenían por obligatorio. Hoy te juntas con cuatro o cinco amigos a tocar música, a crear algo o a sentarte en círculo y los de afuera casi que te echan los pacos o nosotros mismos nos auto boicoteamos por nuestras represiones y miedos asquerosos.
La poesía debiera constituir una de nuestras comidas diarias. Quizás después de la once.
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* Original publicado en Antígona, 2016. Revista gestionada por estudiantes de Pedagogía en lengua castellana y comunicación. Universidad Católica del Maule
** Luis Herrera es profesor de cultura y lenguaje en el programa de idiomas de Utal. Ha publicado algunos artículos científicos y libros: "Comunicación interna" (poesía y fotografía, libro digital); "La lámpara de Kafka & otros cuentos" (cuentos, ed. Inubicalistas); "Diccionario de neologismos, disfemismos y locuciones usuales" (lexicografía, ed. Inubicalistas); "Antología de poetas Pero en Talca". Vive con su compañera María Jesús, sus hijas Violeta y Gabriela, su gata Gaspa y su perra Frida.