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Luis Herrera:
Parece que nos crían con muchas carencias afectivas
Por Sonia Riquelme
Periodista. Constitución
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Luis Herrera es escritor y profesor de lenguaje, autor de "La lámpara de Kafka & otros cuentos", "Diccionario de neologismos, disfemismos y locuciones usuales", "Poemas para no cortar un árbol" y "Cultura Educación Lenguaje"; además es el creador del proyecto "León Briceño" que involucra relatos, libros y actividades audiovisuales. Hace unos meses trabajó en la campaña a senador de Alfredo Sfeir y ha estado muy ligado al ambiente cultural del Maule, tanto desde la gestión como desde la difusión en medios de prensa.
POLÍTICA
— Después de haber participado en una campaña política, ¿cómo percibiste el interés y compromiso de los sectores jóvenes y empoderados de la Región del Maule?
— Para responder bien a tu pregunta, debiera revisar los antecedentes del SERVEL y analizar cómo se comportó el sector joven en esta votación, lo cual no tengo a mano. Pero intuyo que no debe distar a otras elecciones. Creo que, al menos desde nuestra campaña de Sfeir senador, no logramos movilizar lo que quisimos movilizar en el grupo joven ni en el grupo "empoderado" que, tras ese proceso, considero menos empoderado de lo que pensé. Hablaría más de automatizado que empoderado. O autónomo, lo cual siempre transita por un margen que es muy cercano al individualismo.
En general puedo decir que algo que me enojó mucho, fue ver en las redes sociales a más gente lamentando que Sfeir no fuera senador que a los que vi comprometiéndose o a llamar a votar por él. Creo que tuvimos una oportunidad única, en la que por primera vez pudimos instalar a nivel de decisiones políticas a alguien que "los empoderados", los "alternativos", los "anti sistema neoliberal", pudieran sentir como representante fidedigno y claro. No obstante, cuando hablé con algunos artistas o dirigentes de movimientos sociales, la respuesta fue: no, es que decidimos como agrupación no "politizarnos" ni abanderizarnos... ¿Por qué? y aquí mi intuición desconfiada: para no perder proyectos o clientes.
Eso muestra que, finalmente, incluso en los grupos más alternativos, sólo existe una diferenciación de forma y estilo, pero en el fondo las redes están íntimamente unidas a los mismos valores que se intentan cuestionar o criticar.
— ¿Sientes que el camino para mover y realizar cambios es la política?
— No necesariamente. Pero es una de las dimensiones que hay que abordar, sino nos pasaremos tirando piedras y armando grupos desfinanciados y poco sostenibles, para siempre. Si lo que hacemos a nivel local (propuestas, ideas, empoderamientos) no logra instalarse a nivel de Estado, para crear un Estado diferente, cueste lo que cueste, estaremos siempre al margen. Eso tampoco está del todo mal, pero, por ejemplo, podemos ver lo que sucede en Islandia y el feminismo. Movimientos que surgen a nivel marginal hace décadas, hoy son políticas de Estado, lo que enriquece la sociedad que construimos todos.
En cuanto a la campaña, creo que la gente no logra ver que el precio del pan o el estacionamiento que te cobran en todo el centro pasa por decisiones políticas que, naturalmente, se deciden de distinta forma según el paradigma ideológico que engloba a la autoridad. Muchas veces escuchamos con Don Alfredo eso que "da lo mismo quien sea elegido, al otro día tengo que trabajar igual", perfecto, estoy de acuerdo, pero las condiciones, el marco de bienestar que rodea ese trabajo, puede ser manipulado y transformado según la perspectiva de quienes toman las decisiones a nivel político: el sueldo mínimo, la obligatoriedad de imponer a los que boletean, cuánto se entrega a una isapre, cuánto vale la educación de los hijos o qué información se debe rotular en los alimentos, nos afectan directamente, trabajemos o no al otro día y, por supuesto, ahí no da lo mismo quien gobierne.
— ¿Volverías a trabajar en una campaña política?
— Sólo trabajé con Alfredo Sfeir porque su práctica, trayectoria y propuestas, coinciden con lo que yo creo y defiendo. Es decir, mi participación en la campaña no tuvo que ver con él, sino con lo que él representa, independiente que lo considere un verdadero maestro. Por tanto, si hay un futuro candidato con el cual yo pueda sintonizar mis antenas y mis acciones, volvería a participar en una campaña política, aunque no se me ocurren muchas estrategias para vencer el clientelismo, el partidismo, el fomento de la ignorancia y el vacío ideológico que operan los candidatos ganadores. En ese ámbito, mi frustración e incapacidad motiva a que no me inviten a trabajar en otra campaña.
LA CULTURA DEL MAULE
— ¿En un viaje 10 años atrás, percibes que ha evolucionado el ambiente cultural en la región?
— Sí claro que sí, lo cual tiene que ver, afortunadamente, con dos dimensiones que se tocan con las preguntas anteriores: lo institucional y el empoderamiento. Hoy algunos centros de extensión, el teatro regional y el Consejo de cultura están más abiertos, receptivos y comprometidos con el ambiente cultural regional. Se financian muchos proyectos, aunque insuficientes, y, al menos en música y teatro, los artistas locales tienen las puertas medianamente abiertas para participar y tener retribución en "la institucionalidad". Además, la cantidad de actividades es mucho mayor que hace diez años.
No obstante, creo que lo más destacable radica en las actividades que surgen a nivel ciudadano, por ejemplo, el teatro callejero que desarrolla Haydée García, el espacio de las ferias libres o los centros culturales. También destaco la presencia de las actividades circenses, cuestión que hace 10 años sólo era un caso aislado de algún semáforo. Sin embargo, en literatura, si lo comparo con el 2008, estamos mucho más apagados. En ese tiempo había una SECH medianamente activa, organizábamos recitales poéticos y encuentros de impacto incluso a nivel nacional. Hoy, no sé si es porque no tengo vínculos ahí, siento que no está pasando mucho. Aunque puedo destacar que el trabajo editorial que ha hecho Inubicalistas ha sido un tremendo espaldarazo para varios que escribimos en el Maule.
Sin ir más lejos, desde el consejo de la cultura se han creado mesas de disciplinas artísticas donde, obviamente, la de literatura ha sido la más charcha. Por que somos medio charchas e individualistas los escritores.
— ¿Hay generosidad entre los y las compañero/as artistas, o más bien hay rivalidades que tiñen la sensación de cultura tanto a nivel de creación interna como lo que se comprende desde la visión del público?
— Hay de todo. En esta zona tenemos una idiosincrasia muy particular que cualquier foráneo identifica al toque y eso, naturalmente, también involucra a los artistas. Últimamente he ido a muchas actividades teatrales y puedo identificar varios grupos distintos de teatro que, tarde mal y nunca, se mezclan o se van a ver. Además desde la vereda del frente se presiente una expectativa frente a la obra ajena que se parece más a la espera de un tropiezo que a realmente disfrutar con una propuesta diferente. Uno escucha comentarios con un dejo de recelo o miradas de reojo.
También es cierto que en esta aldea pequeña que somos, el ego se sube rápidamente y, luego de tres presentaciones públicas, nos sentimos Nijinsky o Nureyev o creemos que podemos ir a dictar cátedra de cualquier cosa que vimos en youtube y eso lo digo en primera persona porque luego de organizar en Encuentro Nacional de Poesía Pero en Talca el año 2008, me sentí famoso, querido y reconocido por haber hecho algo bacán. Claro, es bacán en nuestra aldea, pero no se compara a otras actividades realmente bacanes que se hacen a nivel nacional que es una aldea más grande, cuyas actividades no se comparan, a su vez, a lo que sucede, no sé, en Wuppertal. Parece que nos crían con muchas carencias afectivas.
Creo que el ego que nos come a los artistas de provincia se comprende muy fácilmente porque tenemos pocos y de baja intensidad parámetros de comparación y cuando el ego nos domina, y puta que nos domina, somos muy poco solidarios, poco receptivos y nos falta gozar con la creatividad ajena, libre de envidias y competencias.
— Háblame de 3 propuestas que pudieran englobar el crecimiento de la cultura en la región.
— Me parece que los espacios de circo, si logran dar un despegue potente, salen de los márgenes y se toman un capítulo entero del libro cultural, serán un movimiento interesante.
Me llama la atención el trabajo de Haydée García, trabajando desde la autogestión, el cómo ha llevado el arte a la calle y ha participado en la integración de distintas manifestaciones artísticas. Sus capacidades, visión y fuerza son una gran ventaja que describen la gran desventaja: el movimiento depende de ella.
Creo que el 2017 surgieron propuestas muy interesantes alrededor de Violeta Parra: "Violeta a la séptima" (donde actuó mi compañera y mi hija, tengo que decirlo), "Décimas a Violeta" con Coté Rivara y Caro Carrera, entre otras expresiones con telares, música y textos, que destacaron por la fuerte presencia de artistas locales y la alta calidad de las obras. Eso, me parece, fue un gran signo que la cultura en el Maule ha crecido. ¿Se sostiene? ¿Llega finalmente a la gente más popular, al ciudadano a pie? Ahí creo falta mucho.
EL EGO Y EL ESCRITOR
— ¿Te hiere no tener más reconocimiento por tu trayectoria en el Maule?
— Igual no creo tener trayectoria. Gente con trayectoria son Bernardo González, Juan Muñoz Veillón Silvia Rodríguez o Santiago Azar. Yo he publicado algunas cosas y tuve un tiempo muy activo en gestión cultural. Pero comprendo dónde apuntas y tiene que ver con que por ahí se le reconoce más a otros que, en líneas generales, han escrito nada, pero hacen mucho ruido. Es interesante, porque hay gente que se publicita muy bien o que se mueve muy bien entre el sobajeo clásico de los "artistas mayores". Yo también lo hice, pero eso tiene un riesgo. Hay algunos "mayores" que te apoyan mucho siempre y cuando no los vayas a opacar, ahí, te empiezan a encontrar todos los trapos tendidos. Y opacar no significa superar sus obras, significa, simplemente, que lo estés haciendo medianamente bien en este contexto de aldea que expliqué más arriba.
En general, sólo puedo decirte que sí, me gustaría que más gente leyera lo que escribo, independiente del reconocimiento que eso trajese consigo.
— ¿Cómo enfrentas los desaires de compañero/as literato/as, pan de cada día en los ambientes culturales?
— No los enfrento. Si yo viviera de los grupos y los apoyos, sufriría mucho. Por ejemplo, tres casos. Luego de participar en la mesa de Literatura y en una actividad de escritores, supe que un escritor me andaba atacando y señalando como su enemigo... de verdad nunca supe por qué. No lo he leído, a penas lo he saludado, y ni siquiera lo conozco. ¿Me afecta? obvio que no. Nadie quiere malas ondas, pero está completamente fuera de mi radio de acción. Otro caso, a un poeta que admiro muchísimo y respeto bastante como escritor, le dio con que yo era un traidor, un acomodado y un no sé qué. Cada vez que lo veo, le doy un abrazo... yo no tengo nada que ver con las especulaciones de su cabeza, aunque ese abrazo, probablemente, alimente su animadversión. Para qué decir otro poeta: yo soy lo peor del mundo.
Insisto, no los enfrento, porque no tengo nada que ver con ellos.
— ¿Cuáles son los géneros y los temas que más te interesa desarrollar?
— Lo que más me gusta es explorar diferentes géneros y temas. Me gusta jugar con las crónicas, las entrevistas y las noticias como textos literarios. Me gusta instalar mentiras en los diarios, hablar en la vida cotidiana de personajes ficticios como si fueran reales. Me gusta "El socio" de Genaro Prieto, me gustan las citas ficticias de Borges en ensayos. He escrito cuentos que parecen biografías y poemarios que parecen ensayos. Mi ideal sería crear un motivo que pudiera instalarse en la realidad desde la literatura, lo audiovisual y lo periodístico. No sé, fingir un crimen, inventar un crimen que repercuta en el cotidiano. La idea de "instalación" en el arte, y eso lo pienso ahora, creo que es mi mayor interés artístico.