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La Muerte no se escapa, emigra de una ciudad a otra
Sobre Mansiones de Guerra de Lila Díaz Calderón
Por Anita Montrosis
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“…No hay diferencia entre una guerra en New York, Santiago de Chile o en Jerusalén. Ningún rugido es una bocina de alerta. Todos mueren por igual. Los rascacielos, las armas y el petróleo son fundamentales en las urnas….”
La primera iconografía al leer Mansiones de Guerra, es el desplome de las torres gemelas. Recuerdo perfectamente esa mañana 11 de septiembre. Recuerdo mi habitación y ese pequeño televisor que se pagaba en cuotas. Estábamos todos consternados. Yo vivía en la comuna de los Espejos, donde cruzar la calle y regresar vivo a casa, es una conflagración.
Como lector/a este libro nos puede trasportar a cualquier metrópolis, al asalto cotidiano en la comuna de la Pintana, a esas miradas desafiantes de los transeúntes en alguna avenida 9 de julio, a las favelas de Rio, o a las calles de Colombia.
Mansiones de Guerra son todas esas guerrillas urbanas que brotan y sucumben en una Latinoamérica succionada por Estados Unidos, en una especie de ofensiva permanente por alcanzar el ansiado desarrollo, luego no basta con este “imaginario”, que desciende de una “realidad” y este libro atraviesa el atlántico y se emplaza en los fusiles de los gringos, en todo el medio oriente. En un medio oriente que se asoma como una película cinematográfica, donde el petróleo es el blanco, la pobreza es el arma y las creencias es la guerra indestructible hacia sus mujeres, un lenguaje a gritos.
La guerra no es únicamente de estos tiempos llamados postmodernos. La guerra emerge con la historia de la humanidad, con la escritura y mucho antes, en la caverna desde que el hombre se pone de pie y debe sobrevivir para comer. No quiero decir con esto que justifique las guerras, y que desista de conmoverme, sino pienso que la guerra es una forma de subsistencia cruel, es una brutal forma de moldear la desigualdad. Las guerras son un imborrable poder territorial, de conflictos con las creencias políticas, religiosas y hasta del mismo lenguaje. Las guerras han destruido ciudades y naciones enteras, así como han creado otros territorios en perpetuo ataque.
Mansiones de Guerra de Lila Díaz Calderón, es un libro de poesía breve, pero combatiente, que no habla solamente de esas guerras a campo abierto con soldados y tanques, sino rememora esas ofensivas que nacen en la ambición humana y recaen en la urbe, en un metro, en la calle, a la subida de un tren. Mansiones de guerra toca el borde de la fibra cotidiana a nivel mundial, es la sobrevivencia más ruda, es una guerrilla urbana contra el poder, una forma de sobrevivir como un animal siempre al acecho, defendiéndonos no sólo de una bomba, de un balazo, sino de una mirada fuerte, de una mala palabra, de esas ofensas intimistas que caen por el desamparo, por la pobreza y el dolor, un dolor que nos separa a destajo.
Lila Díaz tiene la virtud de hacernos reflexionar, de preguntarnos por qué tanta crueldad, para qué tanta muerte. De qué nos han servido estás guerras y sus guerrillas. Hasta cuándo y hasta dónde asesinamos la especie. Y pareciera normal saber que siempre la tierra, es y ha subsistido en estado de inmutable guerra, lo comento en todos los sentidos de la palabra.
Mansiones de Guerra, de la poeta Lila Díaz Calderón no deja de sorprendernos, es imposible no alterarse, debido a la temática nos incumba o no, es un poemario fuerte, de una realidad que acribilla el cuerpo y el corazón, porque existe en todos los puntos cardinales, y aunque estos versos se escriban con símbolos, en un tono riguroso y de ritmo a veces cortante, es una voz en muchas voces. Es una voz que nos cuestiona e interroga. Es una poesía impecable en su forma. Es un libro elaborado, decidido e inteligente.
Mansiones de Guerra, Lila Díaz Calderón (Ajiaco ediciones, 2013)
San Bernardo 16 de Agosto.