Lunáticas, del poeta Leonardo Lara Arrate
Felipe Poblete
.. .. .. . .. ..
Lunáticas es el título de la primera publicación, de tomo y lomo, del poeta Leonardo Lara Arrate (1990), inscrita bajo el sello Divergencias, tal como se lee en la última página, a modo de colofón. En realidad, se trata de una especie de autoedición, lo que me parece sumamente positivo, por cuanto no está la necesidad de someter los textos a los caprichos y criterios editoriales, que por lo demás, muchas veces (no siempre), suelen estar muy ajenos, muy apartados de la naturaleza de la obra.
En cuanto a los textos mismos, lo primero que debe ser aclarado es que deben ser tomados como si se tratase de "escenas", tal es el espíritu del libro, por tanto, la lectura no debería seguir caminos distantes a los del ámbito del teatro. Claro, ello constituye una mera sugerencia. Los mismos textos, las escenas, coquetean continuamente con el género dramático; y en razón de eso, hacer la lectura en voz alta, es otra sugerencia.
Observando la estructura del libro, me refiero a las diversas escenas, identificamos su segmentación en tres: al comienzo se sitúa un texto introductorio, que funciona como una especie de didascalia, la cual no es demasiado extensa, pero tampoco es acotada, si descriptiva pero sin perder la intensidad ni la soltura. En virtud de aquello quizás sea válido nombrarlos como "poemas en prosa", sin entrar en mayores y difíciles reflexiones teóricas sobre qué cosa son los llamados "poemas en prosa". Concedida, entonces, vuestra aprobación, prosigo con mi texto: poemas en prosa que enumeran las acciones que vive, o más bien padece, la lunática en cuestión, que viene a ser el personaje central de la obra, la heroína si se quiere. La escritura en estas didascalias es desapasionada y al mismo tiempo resulta consoladora, pues le imprime a la heroína (a la lunática), un aura de melancolía, de mucha soledad, de tristeza y angustia, por lo que el lector, o lectora, tiende a solidarizar con dicho sufrimiento.
Narra una voz que no es completamente omnisciente, en estas secciones. Es curioso: si bien hay momentos en que puntualiza condiciones que solamente la heroína podría saber, en otros, se manifiesta dudoso en torno a lo que antes ha podido conocer. Las acciones son dichas desde un afuera de la escena. Y solamente en dos oportunidades este texto va dirigido puntualmente hacia ella, como si intentara apuntarla, acusarla:
"Caminabas de vuelta del trabajo" (p.14)
"Te marchas, te vuelves a marchar…" (p.16)
A continuación, el texto central de la página es para el parlamento de la lunática. Las estructuras elegidas son las del verso y la estrofa, siempre bajo la forma de la cursiva, que la diferencia. Asimismo, el texto va centrado en la página, y esto es, a mi entender, una correspondencia entre dos niveles de lectura, a saber, la diagramación y la enumeración.
Reúnen y modulan estos versos, la voz de la lunática, la cual es presentada siempre en primera persona. Es la propia lunática quien expresa su condición, al tiempo que dirige sus reproches a un él (al él de ella, se entiende). Si el narrador habla desde un afuera, la lunática habla in situ, padece el instante, ilusionada y sufriente. Se trata, por lo tanto, de un monólogo, salvo en los versos de la cuarta escena (página 11), en donde participan varias lunáticas, y cada una —sin estar identificadas nominalmente— dice su línea. Son versos que, entre sí, más que un diálogo articulan un coro, no obstante, esta es la excepción en el libro, lo que el poeta ha trabajado es la forma y modalidad del monólogo, a través de sus lunáticas:
"me gustaría clavar en mi piel para que esta escena vea" (p.8)
"que mi pura boca nunca podrá decirte, / nunca podrá tocarte las palabras" (p.9)
"Mi ángel se fue y no puedo / dejar de escuchar los tambores y la lluvia" (p.12)
Del sector bajo de la página, se ubica un breve texto, siempre de menor extensión que los dos precedentes, y que, del mismo modo que el primero, va en prosa, aunque ahora justificado hacia la derecha, característica que acentúa la condición de cierre, por dar testimonio de una movilidad en la verticalidad de la página. El texto avanza, de izquierda a derecha, al igual que la lectura. Puede ser entendido este corpus textual como una coda del inicial, como un cierre. Por ejemplo:
"Pero la ensimismada no iba a morir de angustia, de amor" (p.8)
"Luego de unas horas despertó" (p.9)
"Entonces abandonando esta escena siguieron bebiendo" (p.11)
"Eso escribió al anverso de algún documento de estudio" (p.13)
Ordenados y definidos los límites estructurales del poemario, sus palabras, considero valioso mencionar un curioso parentesco: de Lunáticas con La perla suelta (Cuarto Propio, 2009), de Paula Ilabaca. Para ambos casos está presente la conexión de la poesía con el teatro. Y a mi entender no se trata de una simple coincidencia azarosa, sino de un nexo verdadero, muy nutritivo para articular una lectura. Además, la acción a través de las escenas es, en cierta forma, un movimiento que también está descrito por el movimiento dramático en el libro de Paula. Por otra parte, la imbricación de los personajes, que son múltiples y son uno, la Perla y la Suelta; las diferentes lunáticas que, a su manera, también son solamente una. O bien, el tiernotristesol que opera como un reverso, al tiempo que un complemento, de las lunáticas; él también es como son el Eunuco, el Rey o el Joyero. En fin, es un punto de comparación posible.
La portada del libro, además, con aquel desdibujado retrato (de la autoría de Álvaro Benavides), por medio de mínimos recursos pictóricos, dan imagen a una mujer que llora, pero sin perder la calma, nadan hoy sus ojos entre el rímel[1]. ¿Acaso no se parece, siquiera vagamente, a la autora de La perla suelta? Es nada más una comparación, quizá es solamente la chasquilla. En todo caso, es una posibilidad de lectura para este libro.
Al pensar en las lunáticas, es importante que sea en plural, como ya anticipaba, en el libro hay un coro de sufrientes lunáticas que está disperso, al cual la lectora, el lector, difícilmente puede individualizar ¿cuántas son exactamente? ¿En dónde viven? ¿Qué edad tienen? Pareciera que se trata de damas, al decir de Rodrigo Lira, "preferiblemente in her twenties: entre los veinte y los treinta", en razón de unas pocas y dispersas pistas, las que dejaré a la sagacidad de los ojos más críticos. Convengamos en que son varias y que al mismo tiempo se mixturan en una sola, posiblemente muy similar la representada en la portada.
Respira en el aire la ceniza y lo destruido, pues la lunática necesita a su lunático, que ha perdido solo para ganar un "hondo dolor" (p.14), una condición febril, que es prolongada y sostenida por la angustia, la cual de tanto en tanto se alterna con el hastío, engendrado por el ensimismamiento. El alcohol, cuya presencia en el libro no es menor, conduce a las lunáticas a una percepción dislocada del entorno (p.13), la noche es ese escenario para estos dramas, la noche es el largo y solitario espacio que las rodea para siempre, existe una suerte de redención de la pena mediante el alcohol. Otro factor es la mención de estrellas, estrellas ya apagadas, desaparecidas de la bóveda celeste y que sin embargo todavía son visibles "por razones que tienen que ver con la luz y la distancia" (p.3). Aquella es la metáfora del nexo amoroso que, fuera del libro, antes del libro, comunicaba al tiernotrsitesol con sus lunáticas. Y hacia el final... No, el final no se los voy a contar.
Ahora, ya para ir cerrando la lectura que ofrezco, mi presentación, que es solamente una más entre varias otras posibles, quiero ofrecer como ejemplo paradigmático —exagerando también los diálogos, las filiaciones y las conexiones internas—, el libro Tala, de la última y más potente Mistral, que contempla una sección llamada, justamente, "Locas mujeres", que obviamente es un símil de lunáticas. Armado este puente, nuestro poeta, acá presente, con su primer libro, se emparenta nada menos que con la poeta más relevante del Chile del siglo pasado. Ahora, eso sí, este segundo vínculo es todavía menos contundente que con la primera poeta citada; pero cabe señalar la hipótesis de lectura. Y así sea para los auditores: la invitación a concebir otra forma de leer.
Viña del Mar - Santiago, 2012
[1] "Dios de la adolescencia", de Invisible.