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El mundo salvaje de Luis López-Aliaga
Mundo salvaje, Emecé, Santiago, 2017. 170 págs.

Por Pedro Pablo Guerrero
Revista de Libros El Mercurio, 7 de mayo de 2017


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"Era lo que se llama una joven promesa. Sin embargo mi mente estaba debilitada", dice el narrador de "El bicho", último de los 12 relatos que integran Mundo salvaje. El más abiertamente autobiográfico del volumen. Tanto que hasta aparecen, con sus nombres reales, los abuelos maternos del protagonista. Luis López-Aliaga narra en ese cuento el viaje que hizo a Italia en 1998. Una verdadera fuga de su entorno familiar y del medio literario.

"Estaba choreado con el mundo. Ya para ese momento había aparecido Cuestión de astronomía y una novela que probablemente nunca debí publicar: Fiesta de disfraces. Sí, era una mala etapa", recuerda López-Aliaga mientras saca avellanas de una bolsa, sentado en el comedor de un departamento de Ñuñoa al que se acaba de mudar.

Salido del taller de Antonio Skármeta -del que también egresaron Nona Fernández, Alejandra Costamagna, Andrea Jeftanovic, Marcelo Leonart y Rafael Gumucio-, Luis López-Aliaga fue el primero de sus compañeros en publicar. Con su libro debut, Cuestión de astronomía (1995), ganó el Premio del Consejo del Libro y el Municipal de Santiago, y fue entrevistado en todos los medios. "Lo que pasó fue perturbador", admite hoy. No hubo ninguna crítica negativa, pero todas terminaban con una sentencia del tipo: "Ahora hay que esperar su nuevo libro". En la editorial le pagaron un anticipo por una novela que aún no tenía escrita, algo desacostumbrado en ese entonces para un narrador primerizo.

"Pienso ahora, y también lo converso con mis amigos más jóvenes, que no hay que engrupirse con el primer libro, porque tarde o temprano te van a cobrar algo de lo que, a lo mejor, no eres responsable", dice López-Aliaga. "Todos queremos escribir una novela y a todos nos exigen publicarla. Es una imposición. Un desafío. Probablemente, si yo me hubiera dejado llevar solo por mi instinto, habría seguido escribiendo cuentos, que es más complejo que hacer novelas".

Por algo se toma su tiempo para volver al género. Desde El bulto (2010) que no publicaba relatos. Antes aparecieron su novela Primos (2011) y el libro de crónicas La imaginación del padre (2014), inscrito en la corriente de la autoficción, referida en este caso a su progenitor y a la rama paterna, que viene de Perú. Mundo salvaje, en cambio, podría considerarse "la imaginación de la madre", dice su autor, porque en ella adquiere mayor relevancia la línea materna: los Roncagliolo-Bertolotto, sus dos abuelos emigrados a Chile desde el norte de Italia, región donde todavía quedan parientes, como pudo comprobar el narrador-viajero de "El bicho". En Rapallo, por ejemplo, encontró el bazar "Roncagliolo & Simonetti". Pero ni en el cuento ni en la vida real el escritor se atrevió a hablarles a sus dueños y prefirió seguir de largo, hasta el pueblo de Marradi, en la Romaña-Toscana. El gran objetivo de ese viaje, inesperadamente, llegaron a ser las huellas del poeta Dino Campana (1885-1932), en quien parecía ver una especie de alter ego . "En ese tiempo, tenía la mente debilitada ", repite López-Aliaga citando una confesión del poeta italiano a su psiquiatra.

"Para Campana el viaje era una manera de escapar", escribe el narrador. Muchos de los cuentos de Mundo salvaje abordan episodios de pasaje o iniciación. En "Crías", un niño abandona por primera vez su barrio para deambular por el centro de Santiago sin avisarles a sus padres. "El año del chancho" evoca los veranos del protagonista junto a los primos en un fundo cerca de Temuco. Hasta esa ciudad viaja en tren el narrador de "Un pájaro negro" para encontrarse con un amor prohibido. "La voz de los pájaros" es un canto fúnebre a la combativa generación estudiantil de los 80 y al amargo final de un carismático dirigente universitario.

López-Aliaga estudió, a fines de los 80, Filosofía en el ex Instituto Pedagógico y luego Literatura en la Universidad de Chile. "Nunca he podido sentir nostalgia de esos años. Muéstrenme la serie que quieran, pero yo lo pasé mal. No me interesa que este cuento ni los otros del libro sean leídos como una nostalgia por los tiempos idos", comenta.

El cuento "Mundo salvaje" entrelaza -como en la película "Amores perros"- tres historias de parejas en crisis ("Casi todas lo están en este libro", señala el autor) que se cruzan en un hecho de consecuencias brutales. En "Monito del monte" se muestra a dos especies en extinción: el diminuto marsupial chileno y el hombre que lo descubre. "León chino" explora en la noche de Iquique la naturaleza del engaño. La locura acecha en "Galápagos" y "Breve estudio de las arañas", preludios del extenso relato "El bicho".

Hay un personaje en Mundo salvaje que adquiere protagonismo en varios cuentos: Flavia, prima del narrador, que ya aparecía en la novela Primos. Es hija de padres separados, insolente, atractiva, y está considerada por los adultos una mala influencia. "Flavia tiene una base autobiográfica", admite López-Aliaga. "Es una prima real y concreta, pero también son muchas primas. Está asociada a una familia conservadora de inmigrantes italianos asentada en la Novena Región. Es un elemento disruptivo o de rebelión, por todo lo que significa ser mujer y no estar asimilada a lo que se espera de ella".

Tal como dice en el libro, surgió entre ambos primos una atracción irresistible. "Una pulsión que fue violentamente detenida", recuerda López-Aliaga. "Y eso que en mi familia era casi una tradición el casamiento entre primos. Yo fui el último intento. La idea de no mezclarse tiene que ver con una lógica de guetos y ese orgullo imbécil del origen: una búsqueda de mantener algo intacto".

El narrador es muy crítico con algunos descendientes de la colonia. "Desde joven me ha llamado la atención cómo se acuicó cierta comunidad italiana. Fue un proceso de blanqueamiento. El inmigrante que se vino a Chile lo hizo arrancando de la guerra o de la miseria. Mis abuelos eran gente pobre, de campo, nada más lejano a lo que mi familia se convirtió posteriormente".

Los orígenes de Mundo salvaje se remontan a 2013. "Fui armando el libro en torno a la idea de la naturaleza como un espacio en contraste con las relaciones humanas", afirma. Quiso darle una progresión al libro ubicando al principio aquellos cuentos relacionados con el fin de la infancia, para luego continuar con los del paso a la adultez. El título surgió de los documentales de naturaleza, donde la competencia entre las especies suele manifestarse con extrema violencia.

"El mundo en que me formé, mi educación, fue de una brutalidad increíble", afirma. "La crueldad era la correlación perfecta entre la dictadura, el colegio y la familia. Era un mundo de hombres. Pero ya los protagonistas de estos cuentos están viviendo el proceso de extinción de ese tipo de masculinidad. Y no lo viven con nostalgia, ni mucho menos. Está bien que sea así. Tengo una hija, entonces, ¿cómo no me va a parecer maravilloso que ocurran cambios significativos y la mujer tenga un protagonismo que en los 80 no tenía?".

 

 

 

 

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Mundo salvaje, Emecé, Santiago, 2017. 170 págs.
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