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NO HAY NUBES EN EL CIELO PERO HAY BOSQUES BLANCOS
Sobre "Nieve", poesía de Leo Lobos. (Editorial MAGO, 2013)

Por Anita Montrosis




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No hay tal cosa como una obra de arte inmortal.
Hay un sólo arte; el más grande de todos,
el arte de hacer de uno mismo
un ser humano completo.
(Gurdjieff)

“Cuando uno define a un artista, lo sitúa. Hay artistas que al definirlos se dispersan en el mundo. Es en esa dispersión, donde el (ser) artesano, es ser un ente humanizado, tanto en lo cultural como en lo social, luego explotaese aprendizaje a lo largo del viaje”.

La creatividad y sus múltiples direcciones, son un campo abierto en ese viaje. Ser artista, cultivar el arte y vivir de ello, es un quehacer maravilloso e ilimitado. Nos motiva a continuar con el lenguaje más allá de la inteligencia, como una música a la que nos entregamos y luego pulimos.

Limar y limarse en el oficio, es tan indefinido y cómplice, como caminar con el ser amado. Es una decisión en la vida, con ventajas y desventajas, pero no quiero detenerme en lo contradictorio, porque la mirada es un gesto ambiguo, sino que prefiero suspenderme en lo positivo y desde ese ángulo ir descubriendo la intervención del verbo, la hipérbole del paisaje, el tono del aliento, los colores de los planos y la fuerza de la palabra que componen esta obra.

NIEVE y otros poemas de Leo Lobos, es un libro que reúne una selección de textos. Es un homenaje a la memoria de los soldados caídos en Antuco, el año 2005. Este libro, es sin duda, un viaje hacia diferentes lugares. Es un éxodo a múltiples ciudades y países, dedicado a su vez, a los amigos vivos y también a los amigos muertos, a aquellos artistas ligados a la palabra y a las otras artes. La mano del escritor tiene adherida la capacidad de observación y la musicalidad de vaciar los pinceles en el tablero, porque este libro tiene una gama de cuadros, todos de diversa temática, pero al mismo tiempo rehilados, como si se rememorara el más íntimo átomo del cuerpo. Un cuerpo que todo lo siente, que todo lo vive y que todo lo dimensiona, entonces la palabra se vuelve una imagen en el crepúsculo y la nieve que de pronto todo lo cubre, queda buscándose en la luz o tal vez en la tormenta.

En NIEVE, el hablante nos insta a interrogarnos y a desafiarnos en la palabra, nos lleva al  límite de la soledad que nos proporciona el lenguaje del paisaje.

¿Cuáles son las palabras que la nieve/oculta con sus cuerpos en el alba?
Nunca sabremos cuáles son las palabras que la nieve oculta y qué se lleva en el alba, pero podemos imaginarla, para no sentirnos, quizás tan solos.

El corazón es un cazador solitario/que nada en el acuario/de la imaginación.
Esta es una metáfora,a esa misma soledad, a ese infinito mar donde el lenguaje nada para no perecer tan pronto, nada de una imagen a otra,sin regreso y aquí se versifica bellamente en el siguiente verso cuando dice:

En la ventana como en un espejo/desde el fondo de una larga mesa/ observo esta imagen/así es el tiempo que habitamos /sin remedo feroz su retorno es/ impensable.

Tanta honestidad no sorprende, sino emociona, porque es sublime descubrirse en uno mismo y desde este submundo expresarse a otra creación, pero siempre desde uno, desde la piel de uno, desde el viaje de uno, sin la falsa humildad, que a veces no nos acomoda en absoluto.

Escribo estas líneas/en el Jazz onthepark, para ustedes/aunque siempre/ primero para/mí.

NIEVE, es un viaje dentro de varios viajes, es un desplazamiento urgente, tanto interno como externo. Es un lenguaje en distintas voces, a muchas voces. Es un cruce de cordillera y mares.

Vas y viene por el mundo/ cruzas la cordillera y el Atlántico/ así en este juego vertiginoso/ hablas y no hablas en tres idiomas.

La voz del hablante, es una copla al viaje propio, se hunde en la casa, se pasea de una habitación a otra habitación, siempre en armonía y mira hacia el jardín, en busca de esa flor que está ahí quieta e inamovible, esperando una gotita de rocío, como lo máximo que se puede esperar del amor, o tal vez lo mínimo, pero amor.

En esta casa soy un pintor inofensivo/que busca otro/ sol/en las flores una gota de rocío.

Reiterar la palabra, insistirla en cada viaje, ser un porfiado en este mar de NIEVE y al acariciarla reaparece suave, fría, solitaria, inmensamente sublime, pero siempre bella hasta que nos cubre y nos trasporta hacia el nunca más, por qué debe haber un nunca más….

Nunca más el agua/Nunca más la sal/ Nunca más la luna/Nunca más el mar/Nunca más linterna/ Nunca más oscuridad/Nunca más el aguacero/ Nunca más la soledad.

El recorrido de Nieve; son todos los viajes que el autor Leo Lobos forjó durante años, en varios libros, como un sólo libro, como una sola obra poética. Un poemario que sale de sí mismo y nos enseña que el viaje es tan necesario como inhalar, que la voz, si bien es cierto nace con uno, es inexplicable vocalizarla, desde el nacimiento hasta la muerte. Y que por lo general desconocemos el origen de las ideas y las obedecemos, como meros trabajadores del arte.

Nunca siento que soy yo quien hace arte/No sé de donde viene mis ideas/Yo sólo aparezco para el  trabajo/Y sigo mis órdenes.

NIEVE, es un libro perspicaz, de tono suave, con una fortaleza tan bien preparada que embelesa, no sólo nuestra imaginación, sino también nuestro lenguaje. No siempre la poesía es hermosa y no tiene porque siempre serlo, ni en lo temático, ni en lo estructural, pero NIEVE lo es. Es un libro bello en su fondo y forma. Siembra una luz tan íntima y tan universal, que cautiva al lector, el que puede refugiarse dentro de sí y al mismo tiempo desplazarse a otro mundo, a otra lengua, a otro arte, a otro ser y completarse.

San Bernardo, septiembre 2013



 

 


 

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