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Los
otros
Lina
Meruane
El Mercurio, Sábado 11 de febrero de
2006
Hasta ahora no se había visto ninguna película que
reflexionara sobre la mezcolanza cultural que conforma nuestra capital.
Nadie había explorado (al menos no cinematográficamente)
esa ciudadanía más bien dispersa y el espacio imaginario
donde confluyen sus diferencias. El premiado debut de Alicia Scherson
(Play) ha mostrado un espacio citadino habitado por sujetos de
heterogénea
índole. Su protagonista es una mapuche bilingüe fascinada
(identificada) con las heroínas guerreras de los video-juegos
japoneses del centro, es una "inmigrante" recién
llegada del sur que escucha música gringa en un i-pod encontrado,
una "enfermera" que le lee el Nacional Geographic a un viejo
húngaro al borde de la muerte. Como la mapuche, los demás
personajes que deambulan por Santiago parecen atravesados por referentes
extranjeros y locales que determinan una subjetividad excéntrica,
con sus propios coloridos, olores, y una banda sonora particular.
Así le pasa al arquitecto que, tras el abandono de su mujer
(que lo deja por un ruso), es "confundido" con otro, golpeado,
asaltado, y finalmente expropiado de todo para quedar a la deriva
en la ciudad.
Pero también están la madre ciega, a la que no le queda
más que imaginar el terreno donde pisa, y su amante, el ilusionista
argentino que la engaña. Y unas amistades de la colonia judía.
Y el resentido jardinero municipal que sueña con largarse.
Y los obreros en huelga... Toda esta extravagante y solitaria concurrencia,
y los santiagos que cada cual fantasea en esta poética fábula
urbana, son "los otros" (título original de la cinta).
Y es que todos esos "otros" son sin duda lo que se pone
en juego en esta cinta.
En la perspectiva de Scherson, Santiago es la plataforma de una comunidad
de personas complejas, todas distintas entre sí, todas de alguna
manera marginadas e invisibles, que se cruzan por un instante sin
lograr acoplarse en un mismo recorrido. Y sin embargo todos trazan
su mapa personal, creando una ciudad privada pero compartida. Los
"otros" que todos somos integran (desde su particularidad
nacional, racial, social, emocional) una ciudadanía cultural
que reivindica lo dispar. Scherson insiste en desplazar los puntos
de vista y narrar situaciones paralelas, para mostrar que la diferencia
sólo existe en la mirada del observador. La directora disuelve
las categorías esencialistas (nosotros v/s los otros) y de
paso pone de relieve una pertenencia que no pasa por las relaciones
laborales, de pareja o de familia. Todos sus personajes están
radicalmente solos, todos, como la enfermera mapuche, saben que eventualmente
abandonarán o serán abandonados. Lo único propio
es ese lugar ruidoso bajo cielos cubiertos de smog, esa geografía
íntima de la ciudad, el romance urbano. "A mí me
gusta Santiago, mamá, ¿cuándo lo va a entender?",
dice la protagonista por teléfono como si hablara de un enamorado.
Y es que como todos, la mapuche ha apostado, con valentía,
desde su diferencia, a conquistar Santiago.
Alicia Scherson (Play) presenta una historia de amor con la capital.