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Entrevista a Lina Meruane:

Todo sobre la peste

Por Patricio Jara
Artes y Letras de El Mercurio. Domingo 4 de Noviembre de 2007

 

 

 

Radicada en Nueva York, la escritora chilena vuelve al país a presentar "Fruta podrida", su cuarta novela, premiada en 2006 por el Consejo Nacional del Libro. Un relato sobre plagas, pesticidas y dos hermanas enfrentadas a los irreversibles trastornos del cuerpo.

Al final, todo siempre se pudre. Nada nuevo podría pensarse siguiendo la lógica de los ciclos naturales. Sin embargo, el panorama cambia cuando se trata de una historia cuyos personajes tienen la certeza del avance, del irreversible proceso de contaminación que no tiene más salida que la bolsa plástica. Porque a fin de cuentas, una cosa es morirse en vida y otra pudrirse en vida.

Aunque algunos prefieren eludir toda clase de descripciones escatológicas y hablar derecha y asépticamente de "enfermedad", la literatura tiene el deber de hacer lo contrario: abrir y exponer; cortar y coser. Al menos así lo cree Lina Meruane, quien acaba de presentar en la Feria del Libro de Santiago Fruta podrida (Fondo de Cultura Económica), una novela que se hace cargo de la relación de dos medio hermanas en la localidad de Ojo Seco, un sitio desolado y sólo comparable al patio de acopio de una enorme fábrica.

Allí, María y Zoila, la Menor y la Mayor, respectivamente, se sitúan en la parte más sórdida del negocio de la fruta de exportación. Una se empeña en liberar de plagas sus campos, mientras que a la otra la sangre se le llena de azúcar; una que piensa que su rol de madre sustituta es un trabajo "transitorio" y "desapegado como el de las temporeras" y otra que come moscas y desperdicios en un acto de sanación pues el páncreas ya no le funciona.

En esta novela, la autora de Las infantas (1998), Póstuma (2000) y Cercada (2000) mantiene a pie firme su radical apuesta estética por el lenguaje como material expresivo, pero no en la manida creencia de hacer difícil lo evidente, sino que en poner en las narices del lector la bitácora del inevitable camino a convertirnos en desechos orgánicos. "La descomposición del cuerpo es irreversible y nos toca a todos aunque de distintas maneras", dice la autora que acaba de llegar desde Estados Unidos, donde actualmente escribe su tesis de doctorado en la Universidad de Nueva York.

Fruta podrida obtuvo el año pasado el premio del Consejo Nacional del Libro a la mejor novela inédita.


-No sé si recuerdas, pero "fruta podrida" o "manzana podrida" era un calificativo que se usaba mucho en los colegios para referirse a los malos alumnos, de quienes había que mantenerse lejos.
-Me acuerdo, claro: la manzana podrida que había que quitar del cajón para evitar que se pudriera el resto, y que se usó también para referirse eufemísticamente a las políticas de higiene social aplicadas por la dictadura... Esa noción de pureza moral, de limpieza corporal, de salud incluso, de corrección, aparecen en la novela en la figura de la fruta exportable; un producto que debe dar la talla para pasar los controles de sanidad. Ahí hay una lucha contra su propia naturaleza, que está regida por la posibilidad de la peste, el destino último de la putrefacción. Ese dilema lo sufre también el cuerpo de la protagonista.

-Hay una arista de la novela que es brutal: el sentido de irreversibilidad; del inevitable proceso de descomposición de los personajes, que también es el mejor modo de conocerlos.
-Pienso que toda la novela está atravesada por este proceso, que ya está en el título. Es algo siempre difícil de aceptar, y pienso que la tecnología actual está intentando calmar esas angustias proponiendo una serie de medidas que están alterando la noción de vida y muerte, y los tiempos en que suceden estos procesos. En esta novela yo vi la descomposición como el mecanismo que revela a los personajes en profundidad, ante sí mismos: la certeza del final detona las decisiones de cada personaje.

-En ese sentido, ¿estás de acuerdo con que la Mayor y la Menor asoman como personajes a medida que se van contaminando, que se van poniendo negras?
-Yo no llevaría la metáfora tan lejos, pero es indudable que hay un proceso de contaminación entre estos personajes. En mi visión de esta novela, que por supuesto no pretende ser la única, pienso que es sobre todo la Menor quien va minando el obsesivo deseo de control de la Mayor. La Menor presenta un modelo de disidencia, de resistencia, que va calando lentamente en su hermana.

-Esta es una novela rica en atmósferas y descripciones "clínicas", por decirlo de algún modo. ¿Cómo detonó la idea? ¿Cómo fue el proceso de escritura?
-La enfermedad fue apoderándose desde el comienzo de todos los espacios y, en cierto modo, hasta del lenguaje mismo. Este libro pasó por un largo proceso de maduración. Primero surgieron tres cuentos en los que reaparecía una niña diabética que imagina su cuerpo como una fruta. Ese fue el destello, ese personaje reclamaba un mayor protagonismo y escribí todo un libro de cuentos encadenados que se llamó Fruta podrida. Pero tuve que dejarlo de lado, y cuando lo retomé dos años más tarde gracias a una beca, supe que le faltaba algo. En la reescritura el libro se convirtió en una novela, sólo quedaron unas cuantas escenas de la versión anterior y se perfilaron mejor los múltiples escenarios clínicos.

-¿De qué modo influyó tu propia diabetes en la escritura de esta novela?
-Conocer esta enfermedad en carne propia facilitó bastante la escritura, pero pienso que aún más influyó el hecho de que mis padres son ambos médicos, unos médicos muy apasionados de los que yo aprendí todo el lenguaje de la sintomatología, los modos de diagnóstico y la prognosis de múltiples enfermedades; aprendí de ellos además una forma de razonar médicamente. La medicina ha sido una suerte de vocación paralela, una obsesión a veces aterradora y otras veces fascinante... Más que la diabetes misma, que me interesaba, sin duda, por su relación simbólica con la fruta, lo que quise explorar en esta novela fue la biopolítica actual. Este tema me parece crucial porque la política sobre la vida y la muerte atraviesa todos los discursos y encarna en los cuerpos. En nuestros cuerpos, en su materialidad. Partiendo del caso particular de la diabetes fui abriendo la mirada hacia una cuestión más panorámica para encontrarme con el hecho paradójico de que asistimos simultáneamente a la mercantilización del cuerpo y a su más radical devaluación.

-¿Consideras que los procesos de contaminación y descomposición se parecen mucho a la escritura?
-El de contaminación, absolutamente. Toda literatura viene de otras escrituras, una va recogiendo, va descomponiendo y rearticulando una serie de problemas. Siempre me ha parecido enriquecedora la intertextualidad y la mezcla de los géneros. Al lado de mi mesa siempre hay un montón de libros a medio leer, recortes de diarios, notas que he ido tomando y descartando. Para esta novela lo que me inspiró fue la dramaturgia. Ahí encontré todo un modelo para pensar en la voz, en el monólogo en relación con ciertos espacios. Y es que todos mis personajes de alguna manera estaban encerrados, puestos en escena, y hablando, sobre todo hablando incesantemente, dejando ver en sus gestos y en sus palabras la hilacha de su drama.

-Uno de los personajes de la novela dice: "es deber de las enfermeras advertir. Es parte de nuestra ética profesional, oír confesiones sin lástima, amordazar quejas y anticipar sucesos". ¿Aquello podría ser también el rol del escritor?
-Podría ser que determinados escritores se plantearan su lugar como el del vidente o del curandero. Todo puede ser y de hecho en algunos casos así ha sido. Pero yo no pienso que mi rol o el de mi escritura sea el de curar una enfermedad social, ni advertirle a nadie, ni menos moralizar, sino más bien todo lo contrario: plantear preguntas que pueden ser incómodas, abrir ciertas heridas que están disimuladas bajo el parche... Quizá en lo único que estaría de acuerdo con ese personaje es en la distancia que asume ante la complicada realidad que la rodea. Esa frialdad sí me interesa.

FRUTA PODRIDA
Fondo de Cultura Económica
Santiago, 2007, 192 páginas, NOVELA

 

 

 

 

 

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