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“Contra los hijos” de Lina Meruane: Consistencia discursiva
Random House.
160 páginas
Por Elías Osorio Quiroz
Publicado en El Desconcierto, 29 de mayo de 2018
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Lina Meruane es categórica.
Irónica, pero directa.
En esta pasarela de escritoras, intelectuales, personajes históricos, recae la principal idea del texto: la maternidad, las imágenes antagónicas que esta crea y la lucha de la mujer por sus derechos fundamentales.
Ella sabe a lo que se enfrenta, sabe el tipo de argumentos y contraargumentos que su postura supone, sabe que habrá objetores a este pensamiento y que el lector quizá un poco distraído bien podrá recurrir a lugares comunes, a clichés con tal de defender una postura pro-hijos. Frente a eso, Lina Meruane desmenuza de antemano todos estos planteamientos, les da una rápida mirada sin distraerse de su objetivo: históricamente, la labor de la mujer parecía limitarse a la idea casi exclusiva de la maternidad. Pretenden escapar de dicho espectro, por tal o cual motivo, significaba un arranque antinatural. Pues la mujer está biológicamente destinada al parto y, por tal, a la maternidad. Que haya aquellas quienes pretenden rechazar dicha llamada natural, son puestas a prueba por el acusante ojo juicioso de la sociedad, quienes, por supuesto, saben mejor que la propia mujer lo que ella misma quiere o necesita o, más todavía, debe.
Pero ante esas frases repetidas que apelan al arrepentimiento o al egoísmo o a la promiscuidad (porque por supuesto que una mujer que no quiere tener hijos es rara o ramera; estas son palabras que enfatiza el propio texto), Lina Meruane enumera en esta diatriba, acompañándose de una extensa bibliografía, literaria e histórica, los motivos por los cuales está en contra de la maternidad, o al menos de la maternidad impuesta social—política—históricamente.
Contra los hijos es un texto aunque breve para nada sencillo, y no porque Meruane ataque al lector con referencias complejas, vocablos intrincados o una narración liada, sino casi lo contrario: se hace una pausa para explicar cada referencia, cosa que el lector inhabituado a estas lecturas las pueda comprender desde su base, y de ahí comprenden por qué la autora las usa como soporte argumentativo.
Divide a las figuras femeninas maternas con gran humor pero con gran juicio: las madres—trabajadores, las madres—completas, las súper—madre, etcétera, subarquetipos de aquella visión que nos hemos formado con respecto a la palabra madre, quitándole sí todo romanticismo y poniéndolas a todas bajo el ojo crítico.
La narración del texto fluye con gran cadencia, la del discurso, la de la posición opuesta, como quien viene a desmontar ladrillo por ladrillo los juicios habituales sobre la maternidad, que esconden una secreta misoginia que, en pensamientos de la autora, impide a esas madres desarrollarse debidamente a sus labores deseadas. Les dedica, por ejemplo, todo un capítulo a las mujeres escritoras y va haciendo un paralelo entre aquellas autoras que, por angas o por mangas, nunca tuvieron hijos (escritoras—sin—hijos) y aquellas que sí tuvieron y que expresaron agotamiento, por dedicarse al mismo tiempo a la literatura y a la maternidad.
El recorrido que hace el texto es trabajoso pero agradable.
Y aunque ciertamente el lector podría no estar de acuerdo en ciertos puntos o interpretación (y de seguro ya varios han visto con cerrado escepticismo el libro a partir de su propio título), el lector se encontrará con un excelente texto, desafiante, apelante, directo, sarcástico, escrito con gracia, tino y cuidado.