1. ¿Qué te gustaría leer en las dos próximas décadas? Y a la inversa, ¿qué tipo de literatura te resulta hoy tan desdeñable que podría desearse que desapareciera del horizonte de lecturas?
1. Espero poder dedicar las siguientes décadas a los clásicos y combinar esa lectura y con textos, contemporáneos o no, pero que por su rareza hayan permanecido fuera del cánon. Textos de esos que sorprenden por su estilo como por su manera de enfocar los problemas que trata. Me interesa la escritura que me perturba, desde la emoción hasta la imaginación. Hay demasiados libros publicados que no provocan nada, pero aún así no creo en la necesidad de eliminarlos. Eso sería imponer un deseo, una única forma de placer en la lectura... He descubierto que a veces un libro totalmente fallido literariamente provee unos materiales interesantes, o bien permite entender qué es lo que no funciona del todo en ese escrito, y también, que de los textos aparentemente sosos (como los anuncios de los periódicos, las enciclopedias de plantas o los manuales de anatomía) pueden gatillar ideas, textos, como un desecho provocando la renovación de un lenguaje, de un orden preescrito.
2. ¿Cómo describirías tu literatura? ¿Por qué escribes?
Escribo por compulsión, por placer, por desesperación. No sabría de qué otra manera explicar qué motiva mi escritura ni menos de qué manera escribo... Escribo palabras, frases, textos largos porque no soportar el silencio, para no ser cómplice de la nada. No sabría qué otra cosa hacer... Nunca decidí escribir, no escribo todos los días ni a determinadas horas. Los textos están primero en la cabeza, si empiezan a estorbarme tengo que escribir. La pregunta sería no por qué se escribe sino si se puede estar sin escribir. Yo no estoy segura de esto, porque yo no escribo siempre. Antes escribía todo el tiempo. Un día me di cuenta de que los demás no hacían eso que yo a veces no podía detener. Que no se obsesionaban con la rima de las palabras, con su música. Que no perdían la cuenta del tiempo enredados en una frase que después iban a tirar, totalmente arrugada e ilegible. Que no dejaban una libreta con un lápiz sobre la mesa de noche para anotar ideas si despertaban con una imagen en la oscuridad... Fue una sorpresa, y me sentí rara, pero con el tiempo he encontrado otras personas a las que les pasaba eso, lo de la compulsión, lo del placer de escribir, lo de la desesperación...
3. ¿Qué escritores de tu país te parecen más interesantes? ¿Y de otros países? ¿Por qué?
3. Prefiero referirme a algunas obras que me parecen impresionantes. Eloy y Patas de Perro, de Carlos Droguett. El lugar sin límites y El obsceno pájaro de la noche de José Donoso. Lumpérica, Vaca sagrada y Los vigilantes, de Diamela Eltit. Eso en Chile, pero esta es una lista verdaderamente sintética porque textos interesantes hay más y algunos entre escritores de mi generación todavía inéditos... Sería inacabable mencionar los muchos libros que me han impactado, textos escritos en lugares y épocas diversas, y en géneros que transitan desde la dramaturgia a la poesía. Escrituras cuya potencia está en la combinatoria de su propuesta estética, su lenguaje, sus materiales y su tema.
4. ¿Ha tenido el cine especial influencia en la escritura literaria, ajena o propia? ¿Podrías citar alguna secuencia memorable de una o varias películas? ¿O un procedimiento narrativo interesante en cine que haya servido o pudiera servirle a la escritura?
4. El trabajo de imagen y los recursos narrativos del cine han ampliado las posibilidades de la narración literaria desde que la idea estricta sobre cómo debe escribirse un texto de tal o cual “género literario” se ha revelado innecesaria e incluso problemática. A mí me interesa explorar las tensiones generadas por las representaciones de la realidad en el texto, y como esta representación posibilita formas de narrar que están presentes en el arte y la cultura. No sólo la escritura y la visualidad del cine, también la puesta en escena, el diálogo y los silencios dramatúrgicos y algunas (des)estructuraciones presentes en las artes visuales.
5. ¿Cuán difícil o gratificante ha sido el proceso de “reconocimiento” a tu obra publicada? ¿Cómo es, en ese sentido, el medio cultural en tu país? ¿Sientes que tus cuentos o novelas han sido bien leídas?
5. La cultura no tiene un espacio significativo en la prensa chilena, pero los libros (al menos los de narrativa, porque los de poesía suelen estar condenados al silencio) reciben cobertura informativa y crítica. Los míos han corrido esa suerte, y puedo decir que aunque mis textos no son rentables para ninguna editorial la crítica (que en Chile es un gremio diminuto) ha seguido mi trabajo con atención. Dos puntos han sido especialmente interesantes para mí, que leo las críticas intentando comprender el discurso cultural imperante: la primera es la obsesión de algunos críticos por sugerirle al autor modificaciones en sus textos, cosa que entiendo como un gesto paternalista; la segunda es la crítica moralizante, especialmente dura en el caso de mi primera novela, Póstuma, donde fui acusada de amoral, burguesa y pedófila... Fue una verdadera sorpresa que la crítica intentara convertir al libro en un texto acomodaticio, en un libro que no problematizara las convenciones ni las instituciones sociales: era un comentario que en vez de comentar el texto exigía de él una moral.
6. ¿Consideras que el público de tu país y de tu época es el “lector natural” de lo que escribes?¿Qué piensas de los libros leídos fuera de contexto, en cualquier otro país o cultura? ¿O la literatura no tiene contextos para ser entendida y apreciada?
6. No sé quién podría ser el o la lector/a de mis libros. No me planteo la escritura para alguien que no sea yo. No me planteo el texto en un lugar ni en un tiempo determinado a menos que la historia (y no “el público”) lo requiera. No creo que los contextos sean necesarios, ni que el eventual lector tenga que ser un lector informado: la lectura puede (sería lo deseable) tener muchos niveles de sentido, y el placer de un texto radicaría no en una imposición del Autor sino más bien en una suerte de acuerdo entre el narrador tácito y ese lector eventual (que cada uno de nosotros es), un placer que surge sólo en el momento y en el espacio de la lectura, una única vez, una vez que es irrepetible.
7. ¿Son importantes, o no, los concursos, los premios, las becas, para escribir y difundir lo escrito?
7. El cuarto propio y los peniques, decía Virginia Woolf, son propicios para cualquiera que necesite tranquilidad para escribir. Si a eso contribuyen los concursos, los premios y las becas, entonces sí, son importantes.
8. ¿Escribes a mano, a máquina, en computadora? ¿Crees que las nuevas tecnologías han modificado la escritura literaria?
8. A mano sólo tomo notas, todo lo que escribo es directamente en el computador. Desde que escribo prosa, siempre ha sido a tecla; no sabría decir si habría escrito diferente a mano ni tampoco si la tecnología ha cambiado sustancialmente el hacer literario más que la vida cotidiana. Intuyo que los cambios en lo cotidiano se harán presentes en la escritura con más fuerza que el simple paso de la escritura a mano al teclado.
9. ¿Crees necesario mantener siempre una actitud renovadora, en busca de lo original, o bien la escritura puede ser un diálogo sin crisis con la tradición?
9. Lo que llamamos tradición es un continuo de rupturas y de diálogos con lo precedente. La ruptura es un diálogo a gritos, pero es todavía un intento de renovar la manera de comunicación. La única verdadera ruptura sería el silencio, esa ruptura es la que no me interesa.
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dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com 9 preguntas para:
Lina Meruane (Santiago, Chile, 1970)
Publicado en Nuevo Texto Crítico Vol. 21, Numbers 41-42, 2008