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"CUENTO DE GUERRA"
NOVELA DE LUCRECIA MIJIC VALENZUELA
Ediciones Libros de Memoria, 2023

Por Susana Burotto


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“Recuerdo la voz de mi padre con ese acento extranjero que nunca perdió, mientras la lluvia cae sobre el añoso techo y las goteras salpican por doquier. En este invierno, cuando ya se ha ido, me propongo transformar, con estos pequeños trozos de memoria, su historia en un cuento de guerra.

Era un hombre de estatura media, delgado, tez clara y cabello castaño. De mandíbula firme, nariz recta y ojos color del tiempo, en los días de sol se veían verde claro y cuando estaba nublado se veían oscuros. Tenía manos enérgicas, de trabajador, siempre ocupadas realizando algún trabajo o sosteniendo un libro. Se le caían los lentes sobre la punta de la nariz y miraba sobre ellos.

Un poderoso imán me llevaba a su lado después que regresaba del colegio, cambiaba mi uniforme y daba vueltas por la casa, que en ese tiempo me parecía enorme, y luego me acurrucaba junto al brasero al lado de la ventana del negocio, mientras él pulía trozos de madera en un torno anclado en el mostrador, para transformarlos en hermosos muebles, vitrinas o juguetes.”

Fragmento de Cuento de guerra

Hoy estamos presentando[1] el libro de la autora Lucrecia Mijic Valenzuela, basado en las memorias acerca de su padre, quien llegó a Chile desde el otro lado del mundo: la actual Croacia, antes Yugoslavia. Desde Sumartin, en la isla Brac, hasta llegar a estas tierras, luego de haber llegado a América en 1928 y anidar en Linares, donde forma su familia. Este bello libro, entonces, contiene las memorias paternas de niñez, adolescencia y juventud, y que las dibuja en su nuevo mundo, que vierte en sus hijos pequeños y donde una de ellos, Lucrecia, retiene en su corazón toda la vida y que repasa por años, hasta decidir que salgan a la luz.

Los recuerdos relatados por Mateo, el padre, duran cerca de 11 años, desde 1948 a 1959. Empiezan con una niña de ocho años escuchándolos hasta sus años iniciales de juventud.

De esta manera, asistimos a una verdadera impresión de recuerdos: visualizamos dos entornos, que contribuyen a darle a este texto un textura y densidad únicas porque, visual y verbalmente, estamos con la narradora, que mientras escucha a su padre, va describiendo su propio espacio físico, su entorno familiar:


Al día siguiente esperaba que mi padre se desocupara de los clientes y continuara creando mi muñeca, relatando la historia desde el momento que quedó pendiente y aun retrocediendo un poco para que yo recordara.
Mientras hablaba aparecían desde la madera las largas piernas de mi muñeca, con los pies bellamente formados, mientras escuchaba a papá:
—Ezia mía, así fueron pasando las cosas…”


Queda claro, entonces, que en este texto hay dos narradores: la voz de la niña, la joven, la mujer, que relata sus recuerdos; y una voz, la que da el argumento de las memorias mismas, relatadas a su hija:


“Tuve la dicha de poder recolectar pacientemente esos pequeños detalles, que dan forma a esta historia “real y vivida”, como dice mamá. Es la historia de mi padre, pero a la vez es la historia de nuestros ascendientes: trastatarabuelos, tatarabuelos, bisabuelos, abuelos, es nuestra historia.
Es una historia sobre todos nosotros, nació en alguna vida y se trasmitió a nuestras vidas. Nació al otro lado del mundo, pero remeció a la tierra entera.”


Dentro del desarrollo estructural de estos Cuentos de guerra van apareciendo divisiones encabezadas por un título, originan una especie de orden: El pueblo, Los relatos de Mateo, Jóvenes, Alianzas, Croacia, Nuestra historia, Hambruna, Ansia de libertad y varios otros, que encabezados por distintos epígrafes, van dando cuenta de núcleos temáticos que tanto contienen situaciones históricas y sociales relacionadas con el tiempo previo y posterior a la Gran Guerra de 1914, así como del contexto humano y familiar del grupo de amigos que describe Mateo, la otra voz narrativa de estas Memorias.

En este doble plano, la voz de Mateo se bifurca entre un planteo casi didáctico en revelar la realidad histórica de su época y mundo, y un enfoque más biográfico e íntimo de su propia vida e identidad. También resalta que mucho de lo que va contando es fruto de otras cadenas de recuerdos que fueron traspasadas por sus antepasados. En este equilibrio radica gran parte de la fuerza de esta narración, que alterna con acierto y soltura este aspecto. Este doble plano, como decíamos antes, e complementa con el mundo y la identidad de la hija, a la que narra y las que nos narra.


“Ese fatídico año 1914, en los meses de junio, julio y agosto, la hecatombe se cierne sobre toda Europa.
Siempre los pueblos luchaban por fronteras, por formas de gobernar, unos querían dominar a los otros. El poder siempre ha sido el gran mal de la humanidad, la causa de luchas y muertes.
La radio nos relataba…”


Será el tiempo el que enlace los dos mundos aquí narrados. Es una manera de decir solamente, porque Cuento de Guerra nos está contando sobre el transcurso del tiempo en una familia formada por el joven Mateo que llega, el que se queda, el que forma una nueva vida, el que tiene la necesidad de transmitir a la familia nueva que ha formado, sus vivencias, para fundirlas con este nuevo mundo al que llegó. Su herencia, su legado, tendrá que ver con sus recuerdos. Esos recuerdos que no quedaron inmóviles ni detenidos en la memoria de sus seres queridos, sino que también, su autora se ha dado el trabajo de reunir, compilar, seleccionar, ordenar, darles una voz definitiva, trabajar, recordar, también imaginar, también recordar, también crear. Porque este trabajo exige la necesidad de crear.


“Le ayudo a bajar la cortina metálica, que queda al costado de la entrada de la casa, pongo los candados a ambos lados, cierro las batientes de la ventana y también los pestillos.
Miro alrededor para ver que no se quede nada y tomo el brasero, ya frío. Papá apaga la luz y da una última mirada atrás donde quedan las sombras de las pisadas en el cemento.
Recorro el pasillo hasta la galería y avivo las cenizas con las brasas de la cocina a leña. La familia está reunida, la tetera hirviendo, la leche y el pan caliente. Mamá llega con una sopa humeante, comemos en silencio. Una vez que terminamos se inicia la algarabía entre hermanos, papá se retira a descansar y leerá hasta que el sueño lo venza”


Esta es la manera constructiva del relato. El lector se va a encontrar con un amplio registro de hechos que cruzan la historia, la sociedad, la guerra, la decisión de viajes a otras tierras. Pienso que las cosas se dieron en el tiempo de tal manera que justo ahora, con toda la feroz contingencia mundial, el caos, los cambios, el estado de la sociedad, los afanes por humanizar y sostener un mundo tambaleante, donde la guerra de Croacia ha sido uno de los focos principales. Por esto afirmo, con énfasis de lectora y mujer de letras, la importancia de este cuento de guerra, de Lucrecia Mijic.

 








Susana Burotto en la presentación de Cuento de guerra

 

 

 

 




Lucrecia Mijic, autora de Cuento de guerra

 

 

 

 

 


[1] El texto fue leído durante la presentación del libro, en el Centro de Extensión de la Universidad de Talca, el viernes 10 de noviembre de 2023.


 

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"Cuento de guerra", novela de Lucrecia Mijic Valenzuela.
Ediciones Libros de Memoria, 2023.
Por Susana Burotto.