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LA MIRADA DE VIOLETA
UN DIÁLOGO SOBRE LA CINTA DE ANDRÉS WOOD


Por Felipe Montalva Peroni


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Película arranca palabras. Un filme puede ser también un campo de reflexión. Es decir, que genere discusiones, polémicas y especulaciones. Es el caso de Violeta se fue a los cielos, la cinta más reciente de Andrés Wood. No podía ser de otra manera al emprender una reconstrucción ficcionada de Violeta Parra, la monumental artista chilena. Si algo se puede agregar sobre ella y su legado es su saludable anomalía. Su desencaje. Es eso lo que la hace actual, una y otra vez, pese a su desaparición física, hace más de 40 años.

El siguiente es el extracto de un diálogo, tras ver el filme, con Lucy Oporto Valencia. Hace un par de años, esta licenciada en Filosofía porteña escribió El Diablo en la música. La muerte del amor en El gavilán, de Violeta Parra (Altazor, Viña del Mar, 2008). El libro no solamente plantea la singularidad de una creadora, cuya obra es “insondable y misteriosa”, alejada de encasillamientos como los que se han intentado ejecutar simbólicamente sobre su figura sino —como añade Oporto— su profunda conexión con el inconsciente del pueblo chileno. O, más bien dicho, de cierto pueblo chileno, como el campesino en crepúsculo ya en los años 50. Siguiendo a autores como el antropólogo René Girard (quien plantea la tesis del asesinato por parte de una colectividad, el crimen de un chivo expiatorio) y Carl Jung (en lo referido a la figura del inconsciente colectivo y la capacidad de ciertos artistas de conectarse con éste y atisbar el futuro), Lucy Oporto advierte la carga de muerte en El gavilán, que preconiza no sólo el fin violento de la Unidad Popular sino, además, las atrocidades de la dictadura y las transacciones políticas de la Concertación que han hecho triunfar el capitalismo neoliberal que, a la postre, ha arrojado al pueblo chileno a su decadencia irremediable.

Lucy Oporto centra su análisis de El gavilán, quizás una de las piezas musicales más significativas y, a la par, oscura en su significado, en su “inconsciente apertura al horror futuro expresada a través de la consciente relación de disonancia y dolor, utilizada por Violeta como recurso estético y expresivo”, como en su estudio señala Oporto. No es menor que El gavilán también sea una de las columnas narrativas del filme de Andrés Wood.

Extracté momentos de este diálogo, saliendo del cine tras ver Violeta se fue a los cielos, una de las noches de fines de septiembre:

Lucy: (…) Violeta se fue a los cielos es una película sobre la muerte de Violeta. Es constante la presencia de la muerte. Al inicio, está la muerte de su padre. Luego, la historia de aquel hombre en Barrancas, que ya no puede cantar porque ha muerto su nietecita regalona. Después, las imágenes del velorio del angelito; la escena en que Violeta busca a una mujer, a la que finalmente encuentra muerta, no pudiendo registrar lo que ella sabe, el antiguo canto del campo chileno; la muerte de Rosita Clara, su hija; y, finalmente, la muerte de ella. Es constante esa línea, como un Leitmotiv. Otros elementos anexos, en esta misma línea, son la imagen de Violeta recostada de espaldas en la tierra, al comienzo (en la posición en que los muertos son enterrados), y sus bromas, como hacerse la muerta.

FM: Claro, si lo vemos en términos narrativos, es como si los plots de la historia fueran la muerte. A cada tanto, aparece la muerte como un elemento crucial...

Lucy: Por otro lado, y tratado de un modo que no sé si es el más adecuado, está el asunto del envejecimiento de Violeta que, a la luz de sus experiencias con la muerte, no era un tema menor. No implicaba simplemente que se iba a ir poniendo fea a medida que fuese envejeciendo sino que, cuando surge esa certeza de que ella está comenzando a envejecer, que es, básicamente, al abandonarla (Gilbert) Favre, se enfrenta con su propia caducidad y finitud. Todo lo demás, se podría ver como su camino hacia la muerte. Ahora bien, sus causas se pierden en la oscuridad. No creo que haya sido sólo la difícil relación con el suizo que, en mi opinión, en la película, está tratada de una forma sórdida. Las cartas que ella le escribe, y que están editadas en el El Libro Mayor de Violeta Parra (Isabel Parra, Cuarto Propio, Santiago de Chile, 2009) muestran una mayor profundidad, la relación es mucho más compleja. Aquí, en cambio, se muestra una relación remitida a una sexualidad algo sórdida. Yo no sé por qué Wood la presenta así. Además, por lo menos hasta donde yo he leído, sobre la forma en que ella enfrentaba la relación amorosa, era mucho más que una pasión carnal. Al parecer, ella esperaba un amor total, en que pudiera compartir todo, incluido su proyecto de vida, el trabajo, las investigaciones, no sólo la relación erótico-amorosa. No se limitaba a las escenas de alcoba que se muestran en la película. Se ve, a todas luces, que esta película es una versión libre sobre los hechos de la vida de Violeta, y sobre el libro de Ángel Parra.

(…)

Lucy: Además, hay otra cosa. Esas escenas sexuales, en la película, sólo van a servir a todos aquellos que tenían curiosidad por saber “cómo es que una mujer tan fea se las arreglaba para hacer caer a los hombres en su trampa”. Y la película lo muestra. Entonces, esas escenas están de más, se podrían haber omitido para no alimentar la morbosidad de ese tipo de material humano. Esas palabras yo se las escuché a un profesor que conoció a Violeta, un pretendido admirador suyo. Su frase textual era: “Se las arreglaba para atraer a los hombres a su trampa, a pesar de lo fea que era”, una expresión misógina y horrible. Ahora, todos los que se pregunten lo mismo van a tener una oportunidad para alimentar su fantasía, de escarbar en cómo era la sexualidad de una mujer tan fea. Hoy, en el mundo del cine, esas escenas no aportan nada; son clichés, más bien, comerciales. Hubo un momento en que la sexualidad de las mujeres se vio muy reprimida, y era un asunto que debía ser tratado con altura. Pero ahora, como todo lo relativo al sexo ha sido cooptado por el capitalismo, es simplemente parte de la industria cultural. Ya no constituye una forma de liberación. Es una opinión particular, tampoco estoy tan documentada sobre esto, pero la impresión que tengo es que lo que se refiere a la sexualidad de las mujeres en la actualidad está muy manoseado. Muchos escritores escriben cuentos y novelas eróticas, hay una gran permisividad. Pero dónde está el auténtico debate es en el campo de la inteligencia de las mujeres. Eso no está resuelto... Y yo hablo de una auténtica inteligencia, no de habilidades sociales ni de la astucia artera sino de la inteligencia de las mujeres que puede aportar lucidez y profundidad sobre diversos tipos de experiencias humanas; así como de las mujeres y la inteligencia unida a la creatividad. Ese tema no se cierra, es irreductible. Y eso es lo que, quizás, Wood pudo haber tratado más a fondo, en lugar de cederle tanto a esta mirada que es anecdótica sobre la relación con Favre que, sin duda, fue fundamental en la vida de Violeta pero no queda claro por qué, más allá de esa pasión sexual y utilitaria que el director presenta. Parece ser una concesión al estereotipo consumista de la mujer liberada, desenfadada y autorreferente. Pero esto no condice ni con el “amor crucificado” de Run-Run se fue p’al Norte ni con las cartas.


Las ausencias

FM: A mí me llamaron la atención ciertas omisiones en la película...

Lucy: Hay cosas que no se dicen en la película. Por ejemplo, acerca de su relación con sus maridos. Luis Cereceda aparece como un hombre que la ayuda y, en ningún momento, se menciona el motivo por el cual ella se separa de él, y que fue porque éste quería que fuera un ama de casa, y Violeta se oponía a eso. Y, en cuanto a Luis Arce, que es el segundo marido y padre de Carmen Luisa, la niña que aparece personificada en la película, en la carpa, sobre él no hay nada. Tampoco aparece Isabel Parra, ni Nicanor, ni Roberto (de adultos). Por otro lado, se omite el contexto histórico. Las escenas sobre su padre no dan cuenta de la tragedia de él, ubicada en el contexto de las persecuciones de (Carlos) Ibáñez (del Campo) a los profesores. No sé si ésa haya sido la causa final de su alcoholismo pero pierde todo por el alcohol pues es engañado en una de las apuestas que hace, y pierde la casa. La catástrofe de su padre está mejor relatada en las Décimas. Entonces, en la película, cuando el entrevistador le pregunta si su padre le dejó algo y ella le responde, casi alegremente: “¿Para qué, si su guitarra estaba llena de cantos de pájaros?” yo no creo que haya sido tan así. No condice con el sufrimiento de ella ante la ruina de su padre, sostenida en el tiempo. Hay otras omisiones en la película. Por ejemplo, la importancia que tuvo Violeta para el movimiento de la Nueva Canción Chilena. Víctor Jara no aparece, ni la Peña de los Parra. Ni Alberto Zapicán. Tampoco se muestra el momento en que ella vuelve a Chile en 1964 para, entre otras cosas, participar en la campaña presidencial donde postula Salvador Allende.

(…)

Lucy: Sin embargo, lo que sí me parece muy rescatable es que la cinta haya tomado como unas de sus líneas El gavilán, si bien el director no extrajo las últimas consecuencias de esa obra. Ciertamente, el amor que destruye es una constante en la obra de Violeta y El gavilán tiene que ver pero no se limita a eso, visto así, sin más. En ese momento del filme en que Violeta es entrevistada por el animador argentino y menciona El gavilán (Ese instante corresponde a una entrevista, realizada en 1960, por Mario Céspedes para Radio Universidad de Concepción. NdR), afirma que esa obra está vinculada al amor, que casi siempre destruye pero también al capitalismo, el poderoso. Eso casi no aparece en la película. Habría que deducirlo en forma muy indirecta, quizás a través de este deterioro que se da en la carpa, al final. Pero pienso que la película contribuye a hacer audible El gavilán. Eso es un gran logro. La obra se conoce poco, y es una pieza maestra de la película. Sin embargo, el problema mayor es la omisión del contexto histórico. Hay cosas que se pudieron haber profundizado. Por ejemplo, el modo en que ella estaba comunicada con el pueblo.  Está la escena en que ella y su hermana van a cantar al Norte. Pero pudo haberse mostrado con más realismo la miseria de ese lugar.

FM: Yo creo que sí está mostrado muy fuertemente...

Lucy: Pero no como lo veía ella. Hubiese sido interesante saber qué fue lo que vio ella. Qué la motivó a hacer esa canción (Arriba quemando el sol). Yo no tengo claro cuándo ella fue al Norte. Ni qué vio... Y las escenas infantiles de ella pudieron haber sido tratadas de otro modo. O sea, sí vemos que ella es testigo de cómo su padre se alcoholiza pero no de la absoluta miseria que había en la época. No digo que esto se mostrara de un modo truculento, ni efectista pero sí realista, con sentido crítico. Creo que las escenas que la muestran a ella con la boca llena de pulpa de fruta no aportan mucho. Yo no entiendo mucho la pertinencia de esas imágenes. Por otro lado, cuando era joven, y trabajó por necesidad en “El Tordo azul”, que era un tugurio, vio cosas terribles. En las Décimas, relata el episodio de una mujer que fue sacada del local y violada. Pero estos episodios no figuran en la película.

FM: Es singular. Es una película que arranca con un plano detalle a un ojo pero no muestra in extenso lo que desde niña Violeta Parra vio...

Lucy: Por ejemplo, los niveles de desnutrición que hubo en Chile hasta los años 70. Recuerda que es en el gobierno de la Unidad Popular, cuando se acaba la desnutrición en este país.

FM: Creo que el único instante en que se aprecia la pobreza que existía, es esa escena donde se ve a Violeta Parra de niña, tocando la guitarra en una calle con sus hermanos, y uno junta las monedas...

Lucy: La pobreza rural pero no más... Esos episodios que fueron impactantes para ella pudo haber sido interesante aludirlos de algún modo. No digo que este filme hubiera sido un documental, no. Por otro lado, es interesante, en todo caso, esa guitarra pobre y antigua, como de otra época; la guitarra que le dejó su padre, que es con la que toca la sección de El gavilán, al final. Porque cierra un círculo. Al parecer tenía mayor cercanía con él que con su madre.

FM: Me dijiste que te había gustado Francisca Gavilán, en un asunto que es complejo, que es la representación del dolor contenido...

Lucy: A mi realmente me impresionó eso. Yo vi una entrevista en la TV, donde menciona bastantes cosas. Por ejemplo, cómo aprendió a tocar las composiciones de Violeta. En mi opinión, es un trabajo que está muy bien hecho. Ella recoge el espíritu de las piezas. Pero volviendo a lo que tú me preguntabas, hay varias escenas en la película, que la muestran como una persona que hacía bromas, que tiene cierta chispa pero a mí me impresionó más cuando ella está sola en la carpa, próxima al suicidio. Sólo el rostro de Francisca Gavilán es capaz de expresar eso, no tiene que decir nada, lo que me revela que, más allá de cualquier limitación que pudiera tener la película, ella se conectó con Violeta. Su rostro, que da cuenta de una tristeza infinita. Su seriedad. Su soledad. Es una larga despedida.




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Publicado en www.ciudadinvisible.cl. (extinta), el 4 de octubre de 2011.


 

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La mirada de Violeta.
Un diálogo con Lucy Oporto sobre la cinta de Andrés Wood.
Por Felipe Montalva
Publicado en www.ciudadinvisible.cl. (extinta), el 4 de octubre de 2011