Conversación con Alberto Peyrano, un hombre del tango
Por Lorenzo Peirano
Alberto Peyrano (1945) nació en Peyrano, pueblo ubicado en la provincia argentina de Santa Fe, y fundado por su bisabuelo, Manuel Peyrano (Chiavari, 1831-Buenos Aires, 1912).
Destacado poeta, cuentista, letrista y cantante de tangos, se dedica también al psicoanálisis.
Su obra ha sido difundida en Argentina, Brasil, España y Portugal.
Publicaciones: “Lágrima de trébol” (1994), “A la luz del sol” (1999), “Desde lo profundo” (2000),
“Magia pura” (2001),
“Cancionero” (2001), “Vuelo del alma” (2002), “Gota de azabache” (2002).
- El tango es fundamental para ti, y se halla intimamente relacionado con la poesía ¿Podríamos profundizar en este aspecto?
- Fundamental. Me gusta esa palabra que revela claramente los cimientos que me sostienen a mí y a mi obra, artísticamente hablando. Y porque el tango es también poesía o porque en Buenos Aires la poesía habla en lenguaje de tango, este género musical es una base sólida para mí. Pero también el tango me sostiene y me contiene porque siempre le ha hablado al hombre rioplatense y su paisaje, nunca lo ha separado de él y a mí me alimenta este diálogo permanente del hombre con su ciudad. En mis letras y también en muchos de mis poemas creo que alcanzo ese objetivo, le hablo al otro, ese ser anónimo tan sensible que diariamente vivencia a Buenos Aires en su sonido, en su trajinar, con su rostro sumergido en el diario o esperando el próximo partido de fútbol, protestando porque es lunes, sudando a mares en un colectivo y llegando deshecho a la casa después del trabajo. Y hablarle al otro es también decirme cosas a mí mismo. El tango es lenguaje del corazón y también de la emoción; lo visceral unido al sentimiento arroja un género poético tal vez único que son las letras de tango. Si bien ellas cobran un vuelo maduro y comprometido en la primera mitad del siglo XX con poetas como Homero Manzi, Discépolo, Cátulo Castillo o José María Contursi, por nombrar sólo algunos, ya desde la génesis misma del tango en ambientes prostibularios y marginales, con letras chistosas, irónicas y superficiales, se perfila una vena poética que no tardará mucho en aparecer y arraigarse con los sentimientos más profundos de este ser que habita en ambas orillas del Plata.
- El tango también interpreta el profundo sentir del hombre latinoamericano. En Chile ha sido muy popular, influyendo, incluso, en nuestro lenguaje. Palabras como "mina"o "choriso" ya pertenecen a nuestra manera de hablar.
- No se puede separar al hombre de sus circunstancias ni de su espacio. Esto que comentas me lleva una vez más a comprender que las fronteras artificiales o geopolíticas las crean las mentes de quienes no tienen una conciencia puesta en el colectivo ni en la integración. El tango será originalmente rioplatense (porteño / montevideano), pero no deja de ser latinoamericano. Constituye en sí mismo un movimiento cultural con identidad propia y que tiene muchísima fuerza y ello ha hecho que trascienda los límites de Argentina y Uruguay, se abra paso hacia otros ámbitos y sea bien recibido en los países hermanos y en los de más allá, integrándose paulatinamente en los repertorios de muchas orquestas y cantantes latinoamericanos. A mí siempre me llamó la atención, por ejemplo, cómo nuestro tango cayó tan bien en Europa. Luego me di cuenta que como sus raíces están en la inmigración (española, italiana, francesa en su mayoría), son las mismas fuentes originales las que lo acogen y le deparan una bienvenida. Todavía sigue siendo un enigma para mí el éxito en países tan diferentes culturalmente como Finlandia (allí ha pasado a ser música nacional) o Japón (donde se han dado orquestas magníficas de tango, como la Orquesta Típica Tokio, y cantantes que se han expresado como porteños sólo con usar la fonética y sin entender nada de las letras, como el caso de la hermosa y siempre bien recordada Ranko Fujisawa). Indudablemente que el idioma o la lengua tanguera, en los países donde se lo cultiva, también se va quedando en el inconciente del público que lo consume, y así es que esta forma de hablar de los porteños, el lunfardo, va marcando huellas indelebles y se queda por donde pasa. También he comprobado que todo extranjero que se radica en Argentina inmediatamente incorpora palabras del lunfardo o giros idiomáticos que sólo son entendidos aquí y que también se dicen en los tangos. Por lo tanto, no sólo es la música sino también la poesía del tango la que de alguna manera tiene la llave que abre esas puertas tan extrañas e insospechadas. A todos les gusta mirar cómo se baila el tango, un lenguaje de dos cuerpos único en el mundo. Se hace silencio cuando se lo escucha orquestalmente. Hasta ahí, el tango va entrando en la gente a través de sensaciones que se enlazan con emociones. Pero cuando se lo canta, la mente racional se suma y se abre para incorporarlo, analizarlo y encontrar en él valores universales que lo proyectan infinitamente a todos los ámbitos. Así como con el tango, exactamente lo mismo sucede con el blues norteamericano y con el fado de Lisboa.
- Hay una serie de poetas argentinos como Carlos de la Púa, José Gobello,
Alcides Gandolfi y José Pagano, entre otros, que han escrito una poesía lunfarda.
Sin embargo, y a pasar de tu íntima relación con el tango, noto que en tu poesía
prescindes del lunfardo.
-
Esta forma de hablar -como tantas en el mundo- nació en el siglo XIX como una jerga de delincuentes o marginales con el objeto de entenderse entre ellos y desorientar a la policía. Luego fue ganando la calle y se extendió a círculos sociales proletarios. Y muchísimas palabras quedaron para siempre en el habla popular de Buenos Aires y de Montevideo hasta hoy. Actualmente hay una serie de linda gente, valiosos escritores, poetas de mucho mérito, ocupando las instalaciones de la Academia Argentina del Lunfardo, institución que ha estudiado e investiga esta curiosidad lingüística. O sea, con esto quiero referirme a que dentro de ese marco académico hay lunfardo puro y en buena ley. En los productos emanados de allí, como poesía, tangos y un maravilloso diccionario de José Gobello, también hay lunfardo puro. Pero traspuesto el umbral de la Academia, en plena calle, sólo hay palabras lunfardas incorporadas en el lenguaje popular pero nada más. No se habla el lunfardo como una segunda lengua de Buenos Aires, ni tampoco todos los seres que habitamos esta ciudad lo hablamos. Hay personas que jamás van a pronunciar una palabra en lunfardo pero sí entienden si las oyen, y eso es porque esta particular forma de hablar está incorporada en el individuo de una manera natural, como están todos los argots de los diferentes países en sus respectivos ciudadanos. Y así como en el porteño, también es en el tango. Creo que los tangos clásicos más conocidos no son lunfardos, otros lo incorporan a medias -pongo como ejemplo “Mi noche Triste” que sí empieza lunfardamente con aquello de "Percanta que me amuraste" o sea algo así como "mujer que me abandonaste" pero después sigue en lenguaje formal. Y luego hay tangos que están resueltos lingüísticamente de una manera coloquial cotidiana sin un atisbo de lunfardo -y estos son la mayoría. Tal vez en el pasado y en algunos barrios y suburbios, especialmente aquellos abarrotados de inmigrantes hacinados en "conventillos", sí se lo hablaría más naturalmente. Hoy en día es una rareza encontrar a alguien que sólo hable lunfardo puro, ni en los suburbios más arrabaleros. Muchas veces me he puesto a leer poemas lunfardos y algunos son inentendibles, hay que ayudarse con el diccionario. Como he nacido y fui criado en el interior del país, no tuve contacto con personas que hablaran esta jerga y solamente incorporé lo usual: la mina, el pibe, el bacán, el laburo, el mango, la timba y pará de contar. Después cuando vine a Buenos Aires, me amplié un poco más con otras palabras. Pero me resolví escribiendo letras de tango con mi forma natural de decir. Pero eso no quiere decir que sea menos tanguero que otros, por el contrario. Creo que si hoy en día alguien escribiera un tango totalmente en lunfardo estaría pecando de antinatural, rebuscado, o querría darle a su obra un vuelo intelectual exclusivo para unos pocos. Y eso está muy lejos de mí, que tiendo a la universalidad en el mensaje de lo que escribo. Creo que el lunfardo es una curiosidad dentro del tango, que tuvo su importancia, pero es de una época, ya pasó.
- ¿Qué me puedes decir de "El habitante del Silencio", libro de cuentos que tienes en prensa?
- "El habitante del silencio"... Este título proviene del último cuento pero de algún modo también me describe. Si bien la historia tiene algunos toques de realismo mágico, no dejo de ser yo "el habitante del silencio" pues de allí, del silencio, siempre voy extrayendo todo mi material poético y narrativo. Por eso elegí ese nombre y me siento satisfecho con él. Es mi primer libro en prosa y reúne cuarenta relatos que albergan muchas facetas de mí mismo. En cada uno hay elementos de la vida que he vivido, mezclados con la ficción, y que pertenecen a distintos tiempos y lugares. También pasean y deambulan por sus páginas infinidad de personajes que conocí alguna vez, hechos que presencié o que me contaron, elementos todos que dejaron huellas en mí. Ha sido una experiencia hermosa el trabajo de releer y corregir cada uno de estos textos y ardua la selección, pues quedaron para otro ejemplar los que no han entrado aquí. En pocas semanas más ya estará circulando y llegando a donde o a quien tenga que llegar, no tendrá presentación en sociedad porque es un hijo del pueblo y, como tal, se largará solo y hará su propio camino. Viendo este libro ya completado voy tomando conciencia que estoy generando algún tipo de compromiso con la literatura, que quiero continuar, dar cauce y materializar.
-En nuestra época la industria de la imagen e Internet dominan
por sobre el gusto de la gente. Pensando en esto, ¿qué crees
tú que le podría entregar la literatura al hombre común, fascinado, además, por "el pasado inmediato"?
- Esta realidad salvajemente mediática dentro de una aldea globalizada que nos toca vivir y sufrir, intenta por sobre todas las cosas someter al género humano a un estado de liviandad, de falta de compromiso y le está alisando el cerebro cada vez más. Las demandas del público, la mayoría de las veces, ya están respondiendo con los mismos códigos, me doy cuenta de ello cuando veo los puntajes de ratings en algunos programas de televisión "lavacerebros", que superan o van desplazando a escasísimos programas que sí sostienen una propuesta cultural comprometida. También lo veo en el cine cuando se agotan las entradas para ver a los "superhéroes" del Tío Sam mientras paralelamente se baja de cartel una película polaca o checa o latinoamericana por falta de público, y que si no la ves en esa única semana luego no tienes más oportunidades. Lo veo en las disquerías cuando se agotan los discos de los cantantes u orquestas más conocidas mientras que a los nuevos talentos que no están por televisión pero que hacen sus presentaciones en pequeños y oscuros teatros de los barrios nadie los compra. Y lo veo en las librerías cuando intento encontrar obras de escritores o poetas importantes, o de amigos que sé que escriben bien, y encuentro las mesas de libros colmadas de bestselleristas generalmente estadounidenses que nada tienen que ver con nosotros, nuestra problemática o nuestro modo de ser. Encontrar un clásico actualmente en las librerías de Buenos Aires constituye un trabajo titánico y tal vez hasta de investigación detectivesca. Primero porque casi no se reeditan y segundo porque parece que "ya no interesan". Hace años que estoy buscando en alguna librería porteña la novela "Nacha Regules" de Manuel Gálvez o "Todo verdor perecerá" de Eduardo Mallea y no las puedo encontrar, siendo que figuran en cualquier Historia de la Literatura Argentina (y podría darte una larga lista). Así me pasó también en Santiago buscando algunos libros de Gabriela Mistral, me pasó en Montevideo procurando algún material de Felisberto Hernández (luego los encontré aqui, en "librerías de viejo" o de libros usados). ¡Me pasó en Madrid buscando los "Episodios Nacionales" de Benito Pérez Galdós! Por lo cual, y para no hacerlo muy largo, veo que esta aldea globalizada adolece de falta de respeto a los "mayores" y desprecia a quienes "no son negocio" de una manera fría y despiadada. Hace un tiempo leí en "El Mercurio" que debido a que se multiplican las ventas de "Harry Potter" o "El señor de los anillos", es probable que con el tiempo dejen de ser lecturas obligatorias escolares tanto Cervantes como "Martín Rivas". ¿Qué me cuentas? Hay mucho en la Literatura para ofrecerle a la gente, pero la gente está tan alienada que no necesita que le ofrezcan nada porque ya se lo da la televisión y hasta le dicen el libro de autoayuda o de copucha sobre las modelos o los artistas de la farándula que seguro encontrará en la librería más cercana. Conozco autores que escriben como los dioses, colegas con una producción literaria envidiable, pero no se encuentran en las librerías, se encuentran en los eventos literarios, o se compra directamente al autor, quien ha desembolsado el costo de edición de su propio bolsillo y sin ningún tipo de ayuda. La LITERATURA con mayúsculas, la verdadera, esa rama del Arte que ha expresado al Hombre y a las Sociedades desde la palabra escrita, tiene MUCHO para darle a la gente, pero no la dejan, el sistema no la deja. Y es por eso que aparecen y proliferan a diario los mercenarios del arte, los que tienen equipos de redactores para cumplir con sus contratos en las editoriales de best sellers, los que van a presentar biografías apresuradas y escandalosas del artista que murió la semana pasada, los que aprovecharán a armar un argumento más o menos elocuente y atractivo para describir una intriga política que luego nadie recordará, ésos sí van a vender.
- De algún modo, cierto feísmo se apodera
del quehacer artístico en todas sus expresiones,
lo que llamaríamos la estética de Ricardo Arjona.
- Nada es porque sí, o lo que sucede no acontece al azar. Estamos viviendo un cambio de siglo y, como gran modificación que se experimenta, todo se ve afectado, la cultura no escapa a ello. Hay cierta corriente que trae aparejado un tufillo de decadencia y muerte, que se impone, se consume, y los espíritus mediocres la incorporan por eso de que "es más moderno" o "ahora se usa...". Yo lo veo simplemente como manotazos de ahogado, aferrándose a una estética rayana en el rebuscamiento y en la mediocridad. Son los heraldos del agotamiento de un orden anterior que ya no sirve, que tratan de imponerse mediante el disparate, lo absurdo, lo feo, y que lo que más les preocupa no es su producto sino el consumo de ese producto o sea: los réditos materiales. Estos "mercenarios del desequilibrio" surgen siempre cuando la sociedad es víctima del miedo -todo cambio trae miedo- y un cambio de siglo y de época, aun con las crisis que deban soportarse -lo estamos viendo-, conlleva un compromiso del creador con el cual darle elementos a la sociedad para que pueda ir asimilando las modificaciones desde una intención honesta y humana y que ingrese tranquila y con paso seguro en el nuevo orden. En ese sentido la labor del poeta, enlazada con la belleza, no puede desnaturalizarse, pero es precisamente en tiempos como estos cuando la voz del POETA es una voz que clama en el desierto. Causa un poco de risa pensar que estos exponentes están logrando una revolución, no veo en ellos una unión de intereses ni una propuesta universal. Personalmente, apuesto por la evolución, pero para eso sólo resta esperar, uno no puede más que permanecer en su surco y seguir arándolo, aunque sea desde el rincón más silencioso, sabiendo que en ese lugar hay un rayo de luz que ha iluminado con Verdad nuestro corazón. Lo otro es efímero, pasajero, no tiene futuro, es una luz que agoniza. Y si el paso al nuevo orden demora en tiempo más que lo que hemos de vivir, por lo menos propongámonos dejar semillas, alguna vez alguien las recogerá y las sembrará.
-
Enrique Santos Discepolo ya estableció la condición de la existencia
en Cambalache. ¿En qué postura te hallas tú? Te lo pregunto como te lo
preguntaría un pesimista que en su juventud escuchó una y otra vez determinados tangos.
- A Discépolo siempre le han dado el rol de "filósofo del tango". Y me parece que esto ha sido otorgar un calificativo un tanto menor a quien realmente fue un grandioso visionario. "Cambalache" es duro, amargo, difícil de admitir para los idealistas o los muy románticos, ácidamente intragable para curas, moralistas y milicos, pero es un contundente mensaje de pavorosa y verdadera realidad que aún tiene vigencia, realidad que a medida que pasa el tiempo es como que empeora más y, en consecuencia, "Cambalache" cobra más vida y actualidad. Aprendí la letra de este tango siendo todavía niño, por lo tanto navegó conmigo toda la vida y nunca me desprendí de él porque siento que a veces unas bofetadas cantadas vienen bien para despertar a los dormidos, que son los que contribuyen a que la vida desmesuradamente amarga que describe ese tango continúe de esta forma. Pero, más allá de mi intención concientizadora, esa letra me duele mucho y al mismo tiempo la amo, la amo porque es una Verdad. No creo que la intención de Discépolo haya sido filosofar cuando escribió esos versos, en ese momento se le debe haber incorporado adentro algún profeta que lo guió certeramente por el mensaje. No obstante, por la época en que fue escrita (1934), Discépolo estaba denunciando por medio de su obra lo que estaba sucediendo en Argentina: negocios turbios, antipatrias y malsanos instrumentados por el poder de turno. "Cambalache" existe desde hace 75 años, así que observa cuánta agua ha corrido bajo los puentes. Sin embargo la corrupción continúa vigente e impera sobre los pueblos y la Biblia sigue llorando junto a un calefón en ese comercio infame donde, sin ningún tino ni respeto, se mezcla todo y vale todo. Mira cómo ha desagradado este tema musical a cierta "gente" -o lo peligroso que resultaba para ellos- que fue prohibido por la mayoría de las dictaduras militares que sufrimos en Argentina. A mí me dasagrada mucho la moralina, sobre todo porque siempre intenta colocar clichés prefabricados en el alma de la gente, pero que a los corruptos hay que denunciarlos y descubrirlos, aunque sea cantando un tango, es algo que nunca dejaré de hacer. Por eso, frente a lo que representa "Cambalache", acompaño a Discépolo hasta el fin.
Poesía
YA ES TARDE
Sobre el estruendo,
mi frente apunta al cielo.
La ventana me libera,
me da el viaje anhelado.
Yermo el papel,
todavía no cabe en él la estrofa
definitiva y póstuma.
Anhelo el arroyo sembrado de risas
en la tarde mansa
de mi primavera.
Truena el corazón masificado
en estertores de resentimiento.
Pero en esta hora de verdades
no me apuro por llegar.
Ya es tarde...
Va despertando el monstruo
de su opacado letargo.
CON LOS OJOS SECOS
Ser testigo…
seguir al corazón tras la mirada
e incorporar el sufrimiento
lenta,
largamente,
como un inmenso catéter
que alimenta al alma.
Contemplar…
con la palabra dormida en la garganta,
las manos vacías de caricias,
la mirada carente de piedad,
la nada palpitando en las arterias.
Presenciar…
la agonía que derrumba al cuerpo,
el holocausto inútil del martirio,
el futuro de las usadas santidades
y vivir con ello,
sin que se pueda variar el derrotero
de la prefabricada historia que nos dieron.
Mirar…
seguir mirando con los ojos secos…
sin poder siquiera saber
cuándo los cerraremos.
COMO MÉDANOS AL VIENTO
La devastación entró por la ventana
inundando de sombras mi temprano estío.
El mar se desangraba turbio y fiero
recordando en rugidos “¡Ya es la hora!”
Y no atiné más que a apretujar mis sienes
sin poder gritar lo contenido en vano
sin aquietar el corazón ya frío
de tanto desencuentro y tanto duelo.
Los postreros reflejos en las nubes
me describían los pálidos caminos
que errado recorrí sin darme treguas.
Las olas insistían con su danza,
Diciendo: “en un instante, acaba el día!”
Me aferré trémulamente a la pueril imagen
de mis pies trepados al naranjo
cuando en verdes praderas, al ocaso,
mi guitarra se derramaba en sones
dedicados a las ansias de mis sueños.
Bajo la sombra desvanecida de aquel árbol
agoniza el guerrero entre las olas,
el alma en holocausto, el corazón oceánico,
la mirada sin luz, el grito agarrotado,
y las manos vacías como médanos al viento.
ALTA ES LA PUERTA
Humedad gastada por el tiempo
en el recinto del eterno sueño,
sonrisas detenidas, esperanzas, ansias,
estertor de canción crepuscular,
hálito final, aroma de claveles,
flamas de vela agonizante.
Alta es la puerta del albergue
para mi última ansiedad y mi canción
cantada al partir hacia la noche.
Mi estatura de niño no permite
franquear el bloque inmenso
proyectado hacia la altura,
colosal perspectiva que se pierde
a la distancia,
como el puente de un castillo
con sus goznes roídos por el tiempo.
En mi mano está la clave del acceso...
Mas el diálogo irónico me derrumba
encima de osamentas taciturnas
que enmudecieron, que no responden
ni ayudan ni acuden a mi llanto vano.
No miro hacia atrás cuando me marcho.
La tarde declina en el ocaso
como una rosa marchita en la penumbra.
PROFANACIÓN
El ojo, en viaje expreso hasta la meta.
El arco, la vía regia para el equilibrio.
El venado, la apostasía no aceptada.
Su herida, la siniestra aceptación del sino.
Ojo frente a ojo
La transgresión corona la tarde.
La saeta hurga profunda
Y aquel que ha visto
Yace.
Diana acomoda su carcaj,
La espesura la devora.
El cosmos reposa nuevamente,
Ecuánime.
PEREGRINO DE INSTANTES
Aquí y ahora
la música, nosotros,
la sinuosa cadencia de la imagen,
la sorda palabra encapsulada,
el mundo todo girando con el Hombre.
Presente,
permanencia que no acusa
saber estacionarse en la conciencia,
fugacidad
devoradora del pasado
preñada de mañana.
Momento insomne que, si existe,
no es nada más que breve aliento
jadeando en el camino.
Y yo,
sostenido entre paréntesis,
peregrino de instantes,
soy.
GRITANGO
(Tango con música de Dante Amicarelli)
Quiero alzar en la ciudad
un grito que al crecer
derrote las mentiras.
¡Quiero rescatar la vida,
el amor y la alegría!
A esos hombres que al creer
porque quieren crecer,
no les dan la ocasión
de poder buscar
ahí, en su corazón,
una cuota de verdad.
Tengo ganas de gritar
que el mundo terminó,
ya no me queda nada...
Ya no sé si la esperanza
es un puerto que se alcanza.
Es verdad que en el final
mi grito quedará
como un embrión de paz
y en el corazón
habrá de florecer
con una canción de amor...
¡Qué duro que es pelear la vida!
¡El precio es no volver atrás!
¡Siempre en el camino se nos queda
una ilusión, un gran amor,
y una alegría!
Por eso con mi grito quiero
ponerle freno a la maldad.
¡Grito que me aprieta con sus ganas
y sus ansias de crecer con la verdad
y amar...!
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