LA AUSENCIA
Un beso. Y va lejos. Desaparece
en el fondo, allá donde se pierde
la calle boscosa, que parece
un gran corredor en el verde.
Rememoro aquí donde hace poco
vestía el bello traje gris:
vuelvo a ver el crochet, las novelas
y cada sutil vestigio...
Me inclino en el balcón. Abandono
la mejilla sobre la baranda.
Y no estoy triste. No estoy
más triste. Esta noche retorna.
Alrededor declina el verano.
Y sobre un geranio bermellón,
agitando las alas caudales,
planea un enorme Papilio...
El azul infinito del día
es como la seda bien extendida;
pero sobre la llanura serena
la luna ya piensa el regreso.
La charca brilla. Se calla
la rana. Pero guiña un resplandor
de un fuerte verde esmeralda, de brasa
azul: el martín pescador.
Y no estoy triste. Pero me quedo
perplejo si miro el jardín...
¿Perplejo de qué? Nunca me he
sentido tan niño...
¿Perplejo de qué? De las cosas.
Las flores me parecen extrañas:
aunque hay siempre rosas,
aunque hay siempre geranios...
Poema de Guido Gozzano (1883 -1916)
ARRIBO
Un crujido sordo
sobre el lago
sepulto:
desaparece
a nuestras espaldas en remolinos de nieve
el sendero angosto recto.
Ahora se alza
la voz del ataque en el paso.
Chillido rítmico:
y es quizás llanto frío de fogatas,
grito de tormentas espantosas;
o lamento de pájaros,
jadeo ronco
de zorros gráciles que se ven morir.
¿No vamos a los confines de la tierra?
¿Y cuándo me detendré con otra apariencia
frente a cálidas vitrinas?
(el trineo me habrá raptado
entre sus campanillas,
quedarán a mis espaldas
lámparas rostros cantos)
mi sombra
estará sobre el lago,
mi prenda inmóvil
afuera, en el triste
fabuloso atardecer.
Poema de Antonia Pozzi (1912-1938)