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ESCAPARATES

Leonardo Sanhueza

 

 

Los libros que nunca he escrito
George Steiner. Fondo de Cultura Económica / Siruela, 2008, 237 páginas.
LUN, 11 de Marzo 2009.

A punto de cumplir 80 años, George Steiner ha dicho, seguramente en broma, que éste es su último libro. Si lo fuera, sería una potente despedida de un autor capital. El famoso crítico y filósofo presenta en este volumen una exposición de siete temas sobre los que le habría gustado escribir un libro, pero que por diversas circunstancias –incompetencia, poca claridad, pudor, falta de agallas– ha dejado en el tintero. Independientemente de su condición de “no libros” o proyectos abortados, el resultado son siete ensayos más o menos cabales sobre temas variados que van del judaísmo a la educación, pasando por la vida privada y la relación del hombre con los animales. Hay que subrayar al menos dos: “Chinoiserie”, un texto –que se deja leer como una ficción de tintes borgeanos– sobre el erudito Joseph Needham y su desmesurada bibliografía, e “Invidia”, que aborda la historia de Cecco d’Ascoli, gran personaje del Renacimiento, rival de Dante, condenado por herejía a morir en la hoguera. Un tercero, sobre asuntos eróticos, también salta a la vista, no tanto por su brillo intelectual como por el efecto cómico-lúbrico que producen las exorbitantes confesiones de alcoba del llamado “hombre más culto del mundo”.



 

Historia de una absolución familiar
Germán Marín. DeBolsillo, 2009. Tres volúmenes, 618+594+492 páginas.
LUN, 25 de Marzo de 2009

En 1994 Germán Marín comenzó, con la novela Círculo vicioso, a publicar esta trilogía, que a la larga se transformó en un imponente monolito en la literatura chilena actual y que ahora se edita íntegra, de una vez, en formato de bolsillo. En ese primer volumen, el autor puso en marcha una manera de narrar que cruzaría el conjunto: siempre con dos o tres niveles, a cargo de distintos narradores, o del mismo en diferentes puntos de vista, alternando épocas, lugares y estilos, todo salpicado con notas y textos autocríticos, bajo la aguda “supervisión” de un alter ego, el editor Venzano Torres. Esa alambicada maquinaria pareciera ser el espejo quebrado de lo que se cuenta: una red compleja de historias, en la que se van entrelazando la autobiografía, la historia chilena, la situación del autor en tanto obrero de su obra y –lo que viene a ser el eje de la trilogía– el escrutinio de una historia familiar oscura y fermentada durante casi un siglo, desde sus orígenes en la Araucanía recién ocupada y colonizada. Con ese mismo método, en la segunda parte, Las cien águilas, publicada en 1997, aparece en la maraña narrativa el autorretrato del joven Marín como cadete de la Escuela Militar, cuyos tentáculos de poder y armas se asoman en el relato como anticipos de un futuro degradado y turbio, ámbito que se aguza mediante el discurso autoconsciente y el estilo en muchas ocasiones irónico y mordaz. La escritura es quizás el punto de apoyo para la tal “absolución familiar”, actuando de perdonavidas que celebra su libertad en el campo de la página. La ola muerta es la tercera parte, y puede decirse pieza cúlmine, de la trilogía. Publicada en el 2005, esa novela retoma el relato autobiográfico en el momento en que el joven Marín es expulsado de la Escuela Militar, mientras que el viejo Marín, en otro plano, se hastía de sí mismo y de las vicisitudes de los viajes por la memoria. Ahora que han salido los tres volúmenes al unísono, esta Historia de una absolución familiar pareciera abrirse para mostrar todo su caudal, como unas memorias privadas y colectivas que, destinadas a la basura junto a las fantasmagorías del yo, de la familia y de la patria, encuentran en la literatura un espacio donde existir y desplegarse.

 

El spleen de París
Charles Baudelaire. Lom Ediciones, 2009, 148 páginas.
LUN, 8 de Abril de 2009

Conocido también como Pequeños poemas en prosa, este libro inauguró a mediados del siglo diecinueve una fusión de géneros literarios que hasta hoy tiene consecuencias y que es una de las razones por las que Charles Baudelaire ha sido llamado el primer poeta moderno. Contra todo lo establecido en su época, estos breves textos son poesía sin ritmo ni métrica ni rima (o prosa con fluidez y olas de poema), a la vez que condensan en una sola estampa nueva las formas de la alegoría, la fábula, el cuento y el poema lírico. “Spleen” no es propiamente melancolía, como tampoco “saudade”, pero por ahí anda: es, en todo caso, el sentimiento de la contemplación, de la soledad, de la extrañeza, del abandono, y como tal gobierna este libro, en el que París se convirtió en una ciudad poetizable y adquirió el carácter lírico que habitualmente se le asigna. Estamos ante uno de los top ten del silabario poético mundial, traducido esta vez por el excelente chileno Pablo Oyarzún, editado en formato apto para tiempos de crisis e ilustrado con una espectacular foto del gran Charles en estilo pokemón.

 




Variaciones ornamentales

Ronald Kay. Ediciones Universidad Diego Portales, 2009, 72 páginas.
LUN, 6 de Mayo de 2009

Publicado hace exactos treinta años, sin reediciones hasta ahora, este libro de Ronald Kay tiene varias particularidades que hacen de él un hito extrañamente ineludible en el contexto de la poesía chilena. Son 34 poemas breves, algunos epígrafes y una serie de imágenes o “pantallazos” cinematográficos, todo en un libro impreso de manera convencional, pero que representa una especie de ilusión multimedia. Por supuesto, treinta años han cambiado la obra de manera sustancial: lo que en su origen fue de avanzada, rupturista, sofisticadísimo, hoy aparece retro, pero conserva intacta su capacidad de merodear algo que nunca se dice. Ronald Kay hizo estos poemas echando mano a un lenguaje frío, casi técnico, tan cercano a la prosa académica como a la crónica roja, salpicado, sin embargo, de sonidos y palabras “literarias”. El “ornamento” al que se refiere el título parece variar el tema de la realidad –los crímenes, el amor, toda la experiencia– hasta tergiversarlo. El resultado es este libro cuyo centro invisible está cubierto de interferencias y ruidos del “espacio exterior”, una tentativa literaria única e irreproducible, que es un poco hijastra de los experimentos visuales tempranos de Juan Luis Martínez y un poco madrastra de numerosas tiradas de prueba en la poesía chilena de hoy.

 




Obra completa

Gustavo Ossorio. Beuvedráis, 2008, 334 páginas.
LUN, 20 de Mayo de 2009

Mientras vivió, en los años treinta y cuarenta, Gustavo Ossorio asomó apenas su nariz en el panorama poético nacional, copado en ese tiempo por las grandes figuras de las vanguardias y por el naciente grupo Mandrágora. Publicó dos libros, ambos muy tentativos, como esbozos preparatorios, y muy pronto, en 1949, murió de tuberculosis, a los treintaiocho años. En el transcurso de la enfermedad, sin embargo, escribió“Contacto terrestre”, un poema de largo aliento en el que Ossorio se disparó hacia su cúspide. “¿Qué es lo cierto? / La voz es un temor que devora. / La voz existe sin signos, sin fuego, como un desfiladero natural en el seno del abismo”: así comienza ese poema espeso, cargado de simbologías, como un éxtasis. El texto se conoció de manera póstuma, en una revista que dos o tres personas han conservado. ¿Cómo pudo sobrevivir a la deriva bibliotecaria un poeta que dejó tan pocas señales? Misterios de la transmisión de la poesía. A sesenta años de la muerte de su autor, esta Obra completa es un milagroso resurgimiento de un poeta soterrado, del que sólo sabían unos cuantos. En su puntilloso trabajo, los editores Javier Abarca y Juan Manuel Silva reunieron en este volumen todos los poemas de Ossorio, más numerosos documentos, entre los que destacan poemas dispersos e inéditos, cartas privadas y acuarelas. Un verdadero hallazgo.


 



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ESCAPARATES:
" Los libros que nunca he escrito", de George Steiner; "Historia de una absolución familiar", de Germán Marín; "El spleen de París", de Charles Baudelaire; "Variaciones ornamentales", de Ronald Kay; "Obra completa", de Gustavo Ossorio.
Por Leonardo Sanhueza.