Proyecto Patrimonio - 2012 | index | Leonardo Sanhueza | Autores |




 

 

 


Qué desolación
A propósito de la columna "Eclipse de la poesía" de Ignacio Valente

Por Leonardo Sanhueza
Las Últimas Noticias. Martes 11 de Diciembre de 2012

 

 

 

 

.. .. .. ..  

Hace unos domingos Ignacio Valente expresó en El Mercurio su incomodidad ante cierta ineptitud de la crítica literaria actual, específicamente la de poesía, en cuyos juicios abundarían las “evaluaciones desorbitadas” que dejan entender que estamos viviendo un esplendor poético cuando en realidad no pasamos del silabario. El sacerdote ha detectado que, entre académicos y gacetilleros, “va quedando poca voz fiable en esta materia, poco gusto personal de veras cultivado, poco oído para esa entidad fonética misteriosa que llamamos verso, poca conciencia formada en el conocimiento de la poesía universal de otras épocas y latitudes, y por tanto capaz de puntos de referencia más universales”. Qué desolación.

Independientemente de que ese diagnóstico de la crítica sea certero o exagerado, la causa que le atribuye Valente es por lo menos curiosa: “la decadencia más o menos general de la poesía en las últimas décadas”. Según él, salvo por algunas “figuras crepusculares de relieve, como Hahn y el primer Zurita”, la poesía chilena quemó sus últimas naves hace unos cuarenta o cincuenta años: después de eso, sólo luz prestada y agonizante, y ahora el eclipse total. ¿Cómo no iban a contagiarse los críticos?, parece decirnos. Ya lo sabemos, entonces: cuando la astronomía empiece a declinar, será porque las estrellas han dejado de brillar como antaño.

Valente duda de que se escriban hoy poemas como los que escribían Neruda, Díaz-Casanueva, Anguita, Arenas, Rojas o Parra, entre otros. Algo parecido, que ya no se escribe como antes, decía Alone cuando esos poetas publicaron esos mismos poemas que Valente ahora considera la cúspide única de una tradición. Es famoso el chascarro de Alone justamente sobre Gonzalo Rojas: “Al paso que van, las letras chilenas no prometen nada bueno”. En general las vanguardias de entre guerras, período en el que según Valente la poesía “alcanzó cotas altísimas”, fueron en su tiempo una piedra en el zapato de la crítica, un signo de la decadencia más absoluta, lejos de los últimos destellos del romanticismo o del modernismo.

En cualquier lector retardatario y obtuso con respecto a la tradición es comprensible una actitud displicente frente a la poesía contemporánea por su mera extrañeza, tal como es comprensible que, pasada cierta edad, los peatones del Paseo Ahumada comiencen a abominar del presente y sus costumbres, pero en un crítico literario como Valente, que sabe muy bien que las obras literarias no son estáticas en el tiempo y que incluso los clásicos más marmóreos han sido y seguirán siendo susceptibles de las fluctuaciones de la fama o el olvido, tales diagnósticos apocalípticos parecen más bien un exabrupto irresponsable o una descalibrada lamentación acerca del fin de su propia existencia como lector.

Antes que calidad literaria, lo que Valente deja ver que añora son figuras descollantes de un canon oleado y sacramentado, como si la literatura fuera una orden de caballería. No por nada, junto con declarar la crisis mundial de la poesía contemporánea, admite la “posible excepción de enclaves de habla inglesa”: precisamente países en que las instituciones literarias y editoriales tienen una importancia superlativa si se compara con lo que sucede en Latinoamérica, donde el caos creador hace que todo sea mucho más difuso y abigarrado.



 

 

 

Proyecto Patrimonio— Año 2012 
A Página Principal
| A Archivo Leonardo Sanhueza | A Archivo de Autores |

www.letras.s5.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez S.
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Qué desolación
A propósito de la columna "Eclipse de la poesía" de Ignacio Valente
Por Leonardo Sanhueza
Las Últimas Noticias. Martes 11 de Diciembre de 2012