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Antología recorre la variada obra poética de Clemente Riedemann
"Una casa junto al río". Descontexto Editores
Por Leonardo Sanhueza
Publicado en Las Últimas Noticias, 27 de febrero de 2017
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En los años ochenta, un buen número de poetas del sur construyeron una nueva forma de representar su pertenencia geográfica y cultural. Antes de eso, a pesar de haber sido siempre una mayoría, los poetas provincianos –ya fueran de la zona central o nacidos más allá del Biobío– no veían más horizontes que la capital para darse a conocer y solían desarrollarse de manera trasplantada, como lo hicieron De Rokha, Neruda, la Mandrágora, Parra, Teillier. Eso cambió durante la dictadura y surgió entre Concepción y Chiloé cierto “orgullo sureño”, que permitió el desarrollo de poetas como el valdiviano Clemente Riedemann, que encabezó, junto a varios otros autores que hoy son indespintables del panorama literario nacional, una avanzada poética de lo que él mismo ha llamado “suralidad”.
Ahora que han pasado más de treinta años de la publicación de su primer libro, Karra Maw’n, y luego de una trayectoria que lo sitúa como uno de los principales poetas de su generación, la obra de Riedemann llega de nuevo a las librerías gracias a la antología Una casa junto al río, que acaba de publicar Descontexto Editores.
El volumen, organizado por Juan Carlos Villavicencio y Carlos Almonte, es un muestrario del variado recorrido literario que ha seguido Riedemann en tres décadas. En poco más de cien páginas, se despliega un abanico de temas que van desde la ocupación de la Araucanía hasta el tópico de la vida retirada y la naturaleza, pasando por los consejos de Chamaco Valdés, unos viajes por Estados Unidos y la coronación de Cecilia Bolocco como Miss Universo.
Esa gran amplitud temática –que se apareja también en su diversidad formal– tiene como eje una permanente presencia de los lugares y sus historias. Riedemann, nacido en 1953, ha combinado sostenidamente en su obra la poesía y la crónica, llegando incluso a incorporar en sus textos pequeñas marcas que recuerdan el castellano de los viejos cronistas e historiadores, como el uso de la “i” en vez de la “y”. Carlos Cociña, en el prólogo a este libro, anota que el poeta “descubre y construye espacios que no sólo materializan un paisaje, sino también una historia social y privada, de ancestros que parecen lejanos pero que en su escritura están en constante actualización”.
La exploración que ha hecho Riedemann en la antropología social se expresa por ejemplo en cuestiones relativas al lenguaje y su importancia en los procesos históricos. Así, al examinar la relación entre chilenos y mapuches, deja al desnudo la contradictoria andanada histórica de lugares comunes acerca de estos últimos (“Valientes guerreros / heroicos libertarios / bandidos sangrientos / flojos / borrachos / taciturnos / ignorantes / retrógados”) y la desarticula con parca elocuencia: “WINKA TREWA, WINKA PILLO / Es todo lo que dicen”.
Cantando junto al río
Un aspecto conocido de Riedemann, pero no tanto, es su relación con el dúo valdiviano Schwenke y Nilo, con quienes trabajó prácticamente desde sus inicios musicales. En 1990 publicó un libro acerca de ellos y su historia, en la que él participó escribiendo las letras de algunas de sus canciones más famosas, como “Lluvias del sur”, “Hay que hacerse de nuevo cada día” y “Entre el nicho y la cesárea”. Uno de los poemas incluidos en esta antología está justamente dedicado a sus amigos, a quienes recuerda junto al río Potomac como si estuviera en Valdivia: “Es nuestro karma encontrar la felicidad a orillas de un río”, les dice.