Desde la aparición de su primer libro, Los surfistas (2006), Víctor López Zumelzu ha venido esparciendo a cuentagotas una de las poéticas nuevas más interesantes de la última década, apostando por una brevedad concentrada e introspectiva pero a la vez fluida, cercana a la prosa de elucubración y al ensayo, a la manera de fragmentos de un diario, monólogo interior o mensajes en una botella, todo en una época que no por nada coincide en el tiempo con el auge y caída de los blogs: sus poemas están siempre en voz baja, como bitácoras escritas en el dormitorio, pero en su densidad reflexiva se abren hacia una comunicación intima y posible.
Algo cambió, sin embargo. Mientras López escribía su libro Guía para perderse en la ciudad, publicado por primera vez hace cuátro años, su hermano fue asesinado. De ahí, de esa herida familiar, viene su nuevo libro de poemas, Erosión, publicado por Alquimia Ediciones. Erosión: el desgaste de la materia, la corro-sión del tiempo, la herrumbre de lo sólido, pero también la erosión de la piel, la carne viva del cuchillazo, el desangrón irreparable de la pérdida violenta, en este caso de un hermano.
Dos países. Es un libro cruzado por una experiencia dolorosa, pero a cada momento la pérdida es sopesada en la cotidianidad, en la que los hábitos y las rutinas de siempre cobran un espesor diferente bajo el influjo de la muerte. El dolor, lo inexplicable, los recuerdos, toda esa intimidad se entremezcla con la contemplación del paisaje, de la vida diaria, de la trivialidad. "Soy de los que piensan que la escritura misma tiene que ser una experiencia", sostiene el autor. "Me interesa el grado en que yo mismo soy transformado por el libro. No puedo establecer una línea divisoria o frontera entre lo que es la vida y la escritura, creo que en esos dos paises disimiles habita lo que se comprende como obra, en esa estrecha relación".
► Retina de librero. Víctor López trabajó durante años en la librería Metales Pesados, en José Miguel de la Barra. Actualmente vive en Buenos Aires, pero el paso por la librería tiene un lugar destacado en estos poemas. Sobre todo al comienzo, es patente la imagen del local y el trabajo como contrapunto del
dolor que significa la pérdida inesperada y violenta de un ser querido. Los poemas elaboran ese cuadro pulcro y silencioso de la librería, dejando que las imágenes frías adquieran nuevos significados al trenzarse con la experiencia. Así, por ejemplo, ya no da lo mismo que llegue la hora de cerrar y poner los candados en las cortinas, sino que queda en la retina la imagen de la librería oscura y sola, ese interior desolado que queda cuando termina la jornada y todos se van.
► Trabajo escrito. La imagen es duradera en estas páginas: el trabajo y la vida privada como dos polos que se juntan de manera dolorosa. Limpiar el piso o los vidrios de la vitrina hasta dejarlos relucientes y a la vez sentir un dolor familiar que se refleja en todas las cosas. ¿Qué relación hay entre la vitrina, la pulcritud, la luminosidad de una librería, y al otro lado la sangre y la violencia? Dice López: "Me gusta la metáfora del trabajador, de aquella persona que todos los días va hacia el mismo lugar y realiza la misma tarea. En esa repetición constante me gusta la idea de ser cruzado por experiencias muchas veces sistemáticas que después, una vez escritas, ingresadas en el lugar de la escritura, se deforman y crean nuevas relaciones".
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Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com El poeta Víctor López Zumelzu publica "Erosión"
Alquimia, 2014
Por Leonardo Sanhueza
Publicado en Las Últimas Noticias, 12 de mayo 2014