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Thomas Harris:
"La poesía debe ser como las viejas películas de terror"
Ediciones Universidad Diego Portales publica antología personal del poeta
Por Leonardo Sanhueza
Las Últimas Noticias, 3 de julio de 2017
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Han pasado más de 30 años desde que Thomas Harris comenzó su singular aventura literaria. Reciente candidato al Premio Nacional de Literatura, a sus 61 años es indiscutiblemente uno de los poetas chilenos más relevantes de las últimas décadas, autor de una extensa obra poética que, a pesar de sus constantes mutaciones, o quizás gracias a ellas, constituye ya una especie de novela autobiográfica en clave, en cuya enigmática unidad se revela a la vez el retrato múltiple de un sujeto particular, el propio Harris, y una descarnada exploración subjetiva por los meandros de la mente humana en general.
Pensando en esa unidad mutante, Thomas Harris concibió su primera gran antología personal bajo el título En el mismo río, que acaba de publicar Ediciones Universidad Diego Portales. Harris le lleva así la contra a la idea heracliteana de que nadie nunca se baña dos veces en las mismas aguas: no es que no se pueda, parece decir, pero hacerlo puede ser un poco peligroso.
Desde sus primeros poemas, publicados desde 1985 en breves entregas que luego darían cuerpo a su libro inaugural, Cipango, Harris apostó por una estética en que confluían la biografía, la literatura y la cultura popular, todo “en una misma navegación implacable, en un mismo derrotero vital, en un mismo derramarse sobre el mundo desde tu cuerpo, con las mismas miasmas, los mismos fluidos, sangre, sudor, semen, las mismas desgarraduras, el mismo deseo y las mismas ansias de Utopía”.
La antología es así un recorrido desde las “zonas de peligro” que pueblan los primeros poemas de Harris, llenos de referencias a Concepción y sus calles y barrios, a sus baldíos, a sus noches ochenteras tan alcohólicas y sexuales como asediadas por el miedo y la oscuridad, hasta las más crudas confesiones del hombre maduro enfrentado a sus propios demonios, sin malditismo, sin orgullo vano, más bien guiado por los fantasmas que gobiernan un mundo hecho tanto de letras como de experiencia concreta.
“Yo creo que la poesía debe ser / como esas Viejas películas de terror / de la Hammer Films con Christopher Lee y Peter Cushing”, dice Harris por ahí, en un “Arte poética” que quizás no dice tanto de su manera de escribir como de su forma de enfrentar el mundo hostil. La noche neblinosa, el Hombre Lobo, Edipo King, la estética gótica mezclada con los universos de la literatura fantástica y los monstruos de Goya son algunas de las compañías del poeta en su viaje vital, a través de ciudades orgánicas, que sudan y sangran, al mismo tiempo en que la imaginación se desbarranca al toparse con la realidad más espantosa que las pesadillas. El cine de Bergman, la figura omnipresente de Kurtz, la obsesión por Genet: todo confluye en un solo “yo”, que a cada rato parece ser “nosotros”.
Apariciones misteriosas
A lo largo de 15 libros, la poesía de Thomas Harris ha desplegado un constante cruce de referentes culturales que se mezclan sin transiciones con la experiencia vital, multiplicando así la realidad cruda con toda una fauna mental. Así, un sueño lo hace encontrarse con Kafka, por ejemplo, quien le reprocha estar leyendo a Borges, “ese tipo que tradujo tan mal mi repugnante ‘Metamorfosis’, como si la hubiera escrito él”. Otras veces los referentes provienen de la tragedia griega, el Popol Vuh o hechos históricos, como también de personas y personajes de la cultura popular, desde el Rat Pack hasta el Hombre de las Nieves.