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Poeta toma un café amargo y luego se va contra el tránsito
"calle de un solo sentido", de Guillermo Riedemann. La Calabaza del diablo, 2014

Por Leonardo Sanhueza
Las Últimas Noticias, Lunes 27 de enero de 2014



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Hace unos siete años, cuando publicó su libro Hombre muerto, el poeta Guillermo Riedemann dejó de ser el que había sido en las últimas tres décadas: Esteban Navarro. Pasar el medio siglo de vida, enfrentar la muerte de su padre, asumir que la vida no era ya la misma de antes: muchos factores lo hicieron sepultar su viejo seudónimo, archivarlo para siempre, para presentarse ahora con su nombre civil y, con ello, volver a ser un desconocido. O casi un desconocido.

Ese golpe de timón no sólo fue un asunto nominal, sino que también se notó en su poesía. A diferencia de los poemas de Esteban Navarro, en los que solía primar un tono lárico, imágenes sureñas y cierto lirismo nostálgico y esperanzado, esta “nueva época” se abría hacia espacios más desencantados de la vida cotidiana, los golpes sin remedio, los desastres de la edad o las decepciones sociales.

Como continuación de ese rumbo, ahora Riedemann publica Calle de un solo sentido, recién aparecido bajo el sello de La Calabaza del Diablo, pero esta vez intenta quizás una reconciliación entre la derrota y el pasado, una espinuda convivencia entre las miserias del presente y las evocaciones de una inocencia perdida.

Sin azúcar, por favor.
Uno de los motivos frecuentes del libro es la conciencia incómoda de un sujeto que, llegado el momento en que hasta la glucosa es un problema, se da cuenta de que no tiene certezas y sólo desea aislarse del mundo: “ni siquiera estás / seguro de haber amado a quienes / dijiste amar / pero eso ya lo has dejado / el café sabe amargo / evitas el azúcar / no se lo dices a nadie”. Sin embargo, la memoria opera como un ancla. Así, por ejemplo, la imagen oscura de la madre anciana que está sentada sobre la cama, bordando, de pronto se transporta hacia el pasado sureño de infancia: “la veo comer moras / que arranca evitando las espinas / de la murra a un lado del camino / con un brazo en cabestrillo / enyesado”.

Contra el tránsito.
Esa desolación matizada se ve también en el plano erótico, donde el sujeto cincuentón todavía no termina de recibir un feroz recado del deseo sexual (“la libido / me dijo hasta aquí nomás”), cuando los cuerpos jóvenes o unas caderas vistas por ahí lo hacen recular. El mismo título del libro alude a la idea de que vivir es seguir un camino sin razón y sin posibilidad de retroceder, aunque ese sentido único tiene a veces su escapatoria en ciertos chispazos: “podrás un día nadar a salvo / hermana / como quien regresa por una calle / de un solo sentido / al jardín de la desolada inocencia”.

Con anteojeras.
Se trata, pues, del absurdo cotidiano que impulsa a tomar o dejar de tomar decisiones que, a la larga, construyen biografías como cúmulos de casualidades irreversibles. Visto de ese modo, el mundo está poblado de personajes que se apresuran en tomar un atajo en la vida, seguros de que llegarían a buen puerto, sin más pistas que algún espejismo “traducido en el acto como dirección / obligada / pero nadie los obligó / esas encrucijadas resueltas a la rápida / movidos por un deseo obsesivo / como amantes aterrados / para arribar / a un punto perdido en el mapa / dunas / o playas sin mar”.

De las cavernas a Treblinka
Todo ese destino unívoco de la gente, sobre el cual Riedemann reflexiona preferentemente en el ámbito cotidiano de las vidas particulares, extiende sus tentáculos también hacia la "gran historia", que pareciera moverse del mismo modo inexplicable. Cómo si no, parece preguntarse, pudo llegarse de las cavernas a una civilización llena de horror: "del mundo/ encantado a los hornos de treblinka/ a guernica/ al gulag/ a venda sexy/ que alguien multiplique los peces/ y el agua alcance para lavar pies y manos/ manchados de sangre/ dios mío".



 



 

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Poeta toma un café amargo y luego se va contra el tránsito
"calle de un solo sentido", de Guillermo Riedemann. La Calabaza del diablo, 2014
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Las Últimas Noticias, Lunes 27 de enero de 2014