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Estorbos en la lengua

Por Leonardo Sanhueza
Publicado en Las Últimas Noticias. 30 de junio de 2020


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Me demoré un buen poco en entender qué significaba la palabra "webinar", que cada tanto caía en mi correo electrónico. Supongo que los usuarios locales de ese anglicismo lo consideran más sofisticado que "seminario en línea", aunque es obvio que su uso en Chile, por sus resonancias fonéticas, es del todo contraproducente en el plan de darle seriedad o inteligencia a una reunión de ese tipo. Cuando a uno lo invitan a "webinar", en algún lugar del encéfalo empiezan a resonar nombres de fondas, espectáculos revisteriles, zambas canutas. En España, con el tino habitual de los castellanizadores, para sacarla mejor han propuesto la variante "webinario". Suena a semillero o colección de "webines", neologismo que en Chile no tendría muchas dificultades en encontrar rápidamente un significado.

Ya teníamos bastante con los "conversatorios". ¿A quién se le habrá ocurrido esa palabreja tan deforme? Lo más llamativo, sin embargo, no fue que a alguien se le ocurriera, sino la docilidad con que la fueron adoptando los organizadores de esa clase de eventos, entre los que incluso hay gente más o menos culta o que presume de amor por el idioma. Nadie parece haber reparado en que suena a lavatorio, colutorio, envoltorio, tanatorio, o que de significar algo significa cualquier cosa menos conversación o mesa redonda. Por supuesto, no vale la pena amargarse por este tipo de leseras, porque siempre vendrá una peor. El otro día, de hecho, recibí una invitación a un "escuchatorio".

No es una cuestión de gustos o de buena o mala disposición frente a los neologismos. El problema de esas palabras no es que sean nuevas, como tampoco que sean horrendas, porque siempre habrá palabras nuevas que sean feísimas y que sin embargo tengan sentido en su uso y hasta en su conservación en el tiempo; la palabra "computador", por ejemplo, llegó y se quedó entre nosotros de una vez y para siempre, y no digamos que lo hizo por linda. El problema de engendros como "webinar" o "conversatorio" es que son inútiles, no funcionan, se traban, estorban descaradamente. Son palabras nacidas en una zona en que la siutiquería, la vulgaridad y la estupidez se abrazan con complicidad. No son necesarias, no vienen a complementar ningún repertorio lingüístico. Muy por el contrario, sólo sirven para crear confusión y para que uno se quede pensando en las razones ocultas que alguien pueda tener para usarlas. Uno se queda pronunciándolas como si masticara miguelitos.

Un buen neologismo siempre funciona solo, es expresivo, le da un destello de jovialidad a la comunicación. Tiene gracia, hace vibrar nuestra mente en una frecuencia nueva. Me acuerdo de la "chispeza" acuñada por Gary Medel. Es un neologismo perfecto. Surgido de la espontaneidad y elaborado según mecanismos históricos de formación de palabras en nuestro idioma, además logra llenar un vacío de significados que no sabíamos que existía. Teníamos la viveza y la chispa, pero cuando el Pitbull largó su ocurrencia no sólo aprendimos una nueva palabra excelente, graciosa y delicada, sino que ésta nos reveló un concepto muy específico -la chispeza- que siempre había estado entre nosotros aunque nunca habíamos atinado a reconocerlo con claridad.



 

 

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Estorbos en la lengua
Por Leonardo Sanhueza
Publicado en Las Últimas Noticias. 30 de junio de 2020