A lo largo de ya tres décadas, a través de poemas, cuentos y novelas, el escritor Yuri Pérez ha ido construyendo una firme trayectoria literaria, en la que su natal San Bernardo ha tenido siempre un lugar principal, ya sea como escenario o como referencia importante de identidad. Tal como su comuna, se ha desarrollado como una suerte de sobreviviente provinciano de la metrópolis, resistiendo en la vida semipueblerina y al mismo tiempo atestiguando los cambios urbanos inexorables.
Ahora Pérez presenta un libro de lo más intimo y autobiográfico, en el que San Bernardo es el territorio de una larga historia de amor, la suya propia, y también el mapa en que se mueven sus afectos familiares y vibran sus fibras más personales. Titulada simplemente Rubia, es una novela muy breve pero intensa y entrañable, protagonizada por Cristina, su esposa. Un amor adolescente, la plaza y los primeros besos. Treinta y cinco años de matrimonio, compañerismo, felicidad cotidiana, pellejerías, riqueza del entendimiento mutuo. Las madres de ambos muertas, su presencia prolongada. Y mientras tanto las calles de San Bernardo en constante cambio, no siempre del modo más feliz.
Recién publicada por Narrativa Punto Aparte, la novela se confiesa de entrada como un
afectivo homenaje a la compañera de vida del autor, Cristina, la Rubia. No toma los atajos de la autoficción ni se interna en los vericuetos mentales de la viudez; todo lo contrario: hace presente a la mujer que lo ha acompañado desde niño, desde sus primeros coqueteos en los años 80, cuando ella todavía arrastraba el recuerdo de un fusil militar que de un solo golpe le habla dejado una marca junto a su ombligo. Eran niños, adolescentes y, luego del primer beso, sus vidas se enfilaron en un solo carril.
Pérez entremezcla recuerdos lejanos y vida reciente mediante elementos de lo más cotidianos: ella toma cocacola, juntos ven la serie CSI Miami, ella lo invita a comer comida china. Él sale a comprar una peineta nueva cuando a ella se le rompe la que tenia, ella opina acerca de la novela que él está escribiendo, juntos deciden sacar a pasear por San Bernardo las ánforas de las cenizas de las madres de ambos. Él huele el perfume que a ella le gusta usar, pero en el relato también se huele el champú que flota en el vapor del baño o los cigarros fumados en la noche. La presencia de las madres, las cenizas de esas suegras de ambos dispuestas en una mesita de arrimo, gobiernan como espectros inexplicables la existencia cotidiana: a veces parecen fantasmas que mueven las cosas de lugar, otras veces dejan mensajes misteriosos: por ejemplo, tazas llenas de pétalos para la pareja. Son señales que, más que en espectros y vida extraterrena, hacen pensar en el valor de la vida presente.
Más que una novela confesional, Yuri Pérez presenta asi un canto a Cristina, su esposa, y también a su vida juntos. Mientras a su alrededor, en San Bernardo y en todas partes, el mundo de ayer se va desvaneciendo para bien y para mal, Pérez realza su breve y larga felicidad junto a la Rubia: sentir de nuevo cada chispazo conyugal, revivir momemos claves en la plaza juvenil, tomar otro vaso de cocacola, quizás peinar su pelo rubio otra vez.
Entre panes y alpargatas
En su libro, Yuri Pérez repara en las transformaciones urbanas de San Bernardo, desde los días en que para él era motivo de preocupación confesarle a la Rubia que vivía en una población muy pobre hasta el momento en que enumerar las calles tomadas por los narcos ha llegado a ser una tarea muy trabajosa. La identidad sambernardina aparece también en la tradición: la calle Bulnes, por ejemplo, donde una vieja panadería es casi vecina de un emblema local: la ya patrimonial fábrica de alpargatas Iberia.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez
Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Yuri Pérez publica su novela más íntima: "Rubia"
Narrativa Punto Aparte, 2023, 132 páginas
Por Leonardo Sanhueza
Publicado en Las Últimas Noticias, 16 de octubre de 2023
intensa y entrañable, protagonizada por Cristina, su esposa. Un amor adolescente, la plaza y los primeros besos. Treinta y cinco años de matrimonio, compañerismo, felicidad cotidiana, pellejerías, riqueza del entendimiento mutuo. Las madres de ambos muertas, su presencia prolongada. Y mientras tanto las calles de San Bernardo en constante cambio, no siempre del modo más feliz. 
