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Poeta ariqueño rescata palomas que vuelan durante más de cien años
Publican el libro "Teoría del ojo" de Rolando Martínez
Editorial Alquimia, 68 págs
Por Leonardo Sanhueza
Publicado en Las Últimas Noticias. 14 de septiembre de 2020
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Bélgica, años 40, plena guerra: el mayor criador de palomas mensajeras del mundo sufre el peor atentado que un tipo como él podía sufrir. Con horror, descubre que sus palomeras han sido vueltas una carnicería, todas sus palomas muertas, desastre total. No es sólo una matanza de palomas, significa algo más. La sangre de esos plumíferos ha recorrido los cielos de Europa, llevando y trayendo noticias cruciales, claves de la historia universal. La masacre avícola no sólo corta redes de comunicación y la pasión de aquel belga colombófilo, sino que también señala un símbolo de esa época y de muchas otras. Paloma a paloma, en fin, también puede trazarse la historia de varios siglos.
A partir de ese punto el poeta ariqueño Rolando Martínez ha querido realizar una revisión literaria que recorre más de cien
años, en que las palomas mensajeras o sus significados han tenido por angas o mangas un rol en momentos críticos de la historia de Chile o del mundo. El resultado es el libro de poemas Teoría del ojo, publicado recién por Alquimia Ediciones.
El recorrido de Martínez comienza en 1891, año de la guerra civil más sangrienta de que tenga memoria la historia nacional, y termina el año pasado, 2019, mientras ocurren numerosas cosas tremendas y al mismo tiempo una niña les pide a sus padres que duerman en su cama, como si temiera una nueva tragedia, aunque el mundo parece seguir su curso inmutable, con total indiferencia frente a esas pequeñas historias. "Es el año del cerdo", dice el poema final, "y a esta misma hora / astronautas chinos / alunizan con éxito / en la cara oculta / de la luna".
Martínez se pregunta cómo es posible que aquel viejo criador de palomas no tenga un monumento, una calle, una sola plaza en su honor, en Bélgica o en cualquier parte del mundo, siendo que su arte, la colombofilia, fue sin duda un protagonista de todo
ese asunto y él fue su más excelso exponente, ayudándola a cruzar el siglo veinte como una flecha importantísima. Palomas comunicaron el desembarco de Normandía, los resultados de las más importantes batallas, las muertes de tiranos, pero la historia las cuenta apenas como pestes y esas pobres aves andan en las ciudades como parias.
Así el poeta emprende un recorrido cronológico de casi siglo y medio, deteniéndose en hitos que van desde la muerte del revolucionario mexicano Emiliano Zapata hasta las conversaciones
entre Putin y Kim Jong-un, con lo que despliega una historia de casi ciento treinta años (o muchos más, considerando que hasta aparece Napoleón). Son poemas que reflexionan sobre episodios históricos, pero lo hacen de la perspectiva literaria de la imaginación y sus inesperadas vertientes que conducen a la vida cotidiana del presente.
Mike Tyson, el cometa Halley, Cardenio Ulloa, la bomba atómica: todo se ve ligado así en el afán de comunicación universal, aunque el mundo esté destrozándose a sí mismo justamente por la falta de comunicación. En sus poemas, Martínez propone una crónica del mundo en que las palomas mensajeras y sus criadores operan justamente como símbolos de una comunicación perdida, que incluso en la guerra más cruel mantenía cierta idea común de humanidad.
Paisaje horrendo
En el libro de Martínez desfilan personajes de todos los tiempos y geografías, desde el mencionado Zapata hasta T. S. Eliot, Salvador Dalí, Ana Frank, Stella Díaz Varín, el cura André Jarlan, el astrónomo José Maza, Eduardo Frei o Cantinflas, pasando por las figuras contrastantes del mismísimo Augusto Pinochet y los jóvenes Rodrigo Rojas Denegri y Carmen Gloria Quintana. Todo eso, el poeta lo pone en el telón de fondo, para decir: "Mira, hija / eso que ves ahí / es también nuestro paisaje".