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Antología de Verónica Zondek recorre 35 años de escritura
El libro "Ojo de agua" es una muestra de las numerosas vertientes exploradas por la poeta
Por Leonardo Sanhueza
Publicado en Las Últimas Noticias. 22 de Abril de 2019
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Verónica Zondek publicó su primer libro de poesía hace 35 años, en 1984. Desde entonces ha recorrido un trayecto literario muy singular, renuente a los flujos de su generación, a lo largo ya de una quincena de libros. Concentrada en los pliegues de las palabras, en las posibilidades de una sintaxis anómala o en los vínculos temáticos entre realidades tan diversas como la maternidad y el lenguaje o la geomorfología y el cuerpo humano, su poesía se ha desenvuelto más o menos en los márgenes de las vitrinas editoriales, tan quitada de bulla como un secreto a voces.
Una muestra sustantiva de esa obra llega ahora a las librerías bajo el título de Ojo de agua, una antología preparada por Vicente Undurraga y publicada por Lumen. El libro, de poco más de doscientas páginas, propone una peculiar mirada conjunta de la poesía de Zondek, con una estructura que, apartándose del habitual orden cronológico, privilegia las unidades de ciertos libros representativos del quehacer de la autora.
Dividida en tres secciones, la antología propone una mirada que va desde algunos libros particulares hacia el conjunto de la obra, como si fueran tres antologías en una. Así, la primera parte, la más abundante, casi la mitad del volumen, se titula "Poesía escogida" y es una selección de El libro de los valles (2003), Por gracia de hombre (2008) y Fuego frío (2016), que a juicio de Undurraga son "no sólo de lo mejor de su poesía, sino los más susceptibles de ser desmontados con propósitos antológicos y, a la vez, los que mejor dan cuenta de las constantes y variantes de la escritura de Zondek".
Buen ejemplo de ese carácter unitario es El libro de los valles, que desde su título avisa que gira en torno al pie forzado de los valles reales o simbólicos, esas depresiones intermedias en que ocurre gran parte de la vida, en contraste con las cordilleras imponentes. Zondek toma así geografias identificables —la cuenca del Mapocho, la fuente de soda Valle de Oro y hasta un doble de Silicon Valley— y teje a partir de ahí poemas que van desde lo íntimo y peatonal hasta la memoria colectiva, la tiranía del dinero o la economía neoliberal. En el sentido inverso, también se interna en valles alegóricos o metafisicos, que operan como escenarios para meditaciones o merodeos en torno a asuntos tan diversos como el sentido de la justicia, la inmensidad del paisaje o la vida de cierta gente satisfecha.
En la segunda parte, se incluyen íntegros tres libros breves, que son tres poemas largos muy diferentes entre sí en su forma y en sus temas. El primero, La ciudad que habito (2012) es un sostenido discurso acerca de Valdivia, su gente, su paisaje, sus ríos, su historia, como también acerca de la situación biográfica de la autora en ella, ya que es valdiviana por adopción. Lo siguen Peregrina de mi (1993), que en cierto modo es un homenaje a Alejandra Pizarnik, pero también una declaración de principios poéticos de Zondek, y una versión abreviada de Vagido (1990), un poema centrado en la experiencia de la maternidad y del parto que se irradia hacia la relación entre las palabras y el cuerpo.
Libros entramados
Una de las dificultades de antologar a Verónica Zondek, explica Undurraga, es que "la mayoría de sus libros están concebidos como poemas largos, como entramados de partes interrelacionadas", de modo que sus extractos suponen una merma indeseable. Por lo mismo, "Ojo de agua" se atiene a sólo seis libros y deja fuera títulos imposibles de incluir, como "El hueso de la memoria" (1988). Aun así, la tercera parte y final la componen cinco poemas sueltos de esos excluidos, además de un par de textos inéditos.