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"14", la última novela de Jean Echenoz
Una miniatura para el centenario de la Primera Guerra Mundial
Por Leonardo Sanhueza
Las Últimas Noticias, 3 de marzo de 2014
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Oeste de Francia, primero de agosto, 1914: el joven Anthime pasea en bicicleta por las colinas cuando de pronto escucha que las campanas del pueblo repican a rebato. Sin duda, es el llamado a la movilización. Apenas vuelve y entra en la plaza, en medio de la agitación y la curiosidad de la gente, se encuentra con su hermano Charles, a quien le pregunta qué le parece todo eso. “Era inevitable”, contesta él. “Pero será cosa de quince días como mucho”. Se equivocaba: era el comienzo de la Primera Guerra Mundial.
Con esa escena se abre 14, la celebradísima última novela de Jean Echenoz, cuya traducción al castellano (Anagrama) todavía no termina de situarse entre las más destacadas en los mesones de novedades cuando ya sobresale también como uno de los títulos más atractivos en el contexto de la conmemoración del centenario de la Gran Guerra.
Al hueso. No llega a las cien páginas, pero eso basta para asistir, desde una historia mínima, al nacimiento del horror del siglo veinte: el absurdo teatral que subyace a la masacre, la perplejidad de millones de hombres movilizados en un guiñol sangriento. Echenoz plantea su novela desde esa crítica, en la que incluye la literatura “de guerra” y su fascinación por el detalle horroroso, de modo que su relato prescinde del sensacionalismo de la acción bélica para irse directamente al hueso, concentrándose en sus personajes y su destino: dos o tres pinceladas, un proyectil perfora un cráneo, una vida se va al tacho de la basura. Dice el narrador: “Todo esto se ha descrito mil veces, quizá no merece la pena detenerse en esta sórdida y apestosa ópera”.
Triángulo amoroso. Anthime, Charles y tres amigos, como Mambrú, se van a la guerra, chivirín: nadie sabe cuándo ni cómo volverán. En el pueblo los espera Blanche, quien pronto se entera de que está embarazada de Charles. Los “quince días” que duraría el conflicto se prolongan más allá de lo esperado. El horror comienza. Charles es el primero en morir. Mientras los amigos siguen la suerte de los soldados entre balaceras y fusilamientos preventivos, a Anthime le vuelan un brazo en las trincheras y, al ser dado de baja por invalidez, se reúne con Blanche. Pasea con ella por el pueblo, tomándola con su único brazo. Ninguno de los dos sabe por qué han quedado juntos, por qué la guerra los ha unido, y a veces Anthime cree tocar cosas con su brazo perdido.
Un arma cortante. La novela de Echenoz fluctúa así entre la risa y el espanto, haciendo de la brevedad un arma cortante: cada frase tensa la ridiculez del mal, la risa ante la incomprensible matanza, cuyos tentáculos se tienden incluso a los sentimientos y el deseo. La figura banal del “triángulo amoroso” la resuelve en la crudeza de los destinos de las personas, que sufren sus vidas en las vicisitudes de la historia y los poderes.
Una aparente sencillez. Con esta novela, Echenoz ha vuelto a la ficción después de culminar su “trilogía biográfica”, en la que rindió un homenaje a las vidas entrañables de Maurice Ravel, Emil Zátopek y Nikola Tesla, a la vez que dio un giro en su propio estilo, decantando una forma en que la precisión, la elegancia, el humor y la brevedad son esenciales. En “14”, esa prosa cumple una función significativa: la aparente sencillez y la distancia del narrador producen un fuerte contraste con la atmósfera llena de muerte y sangre que resuena detrás de cada página.