«Campo de Tiro», de Leonardo Videla
Por Bruno Serrano Ilabaca Texto leído durante la presentación del libro “Campo de Tiro” (Alquimia Ediciones, 2012),
realizada en Valdivia, 30 de enero de 2013.
La pregunta inicial es por qué un poeta con una obra de bastante madurez, se embarca en otro género literario que suele verse como antagónico con la poesía.
Pienso en Hernán Rivera Letelier, originalmente poeta y actualmente novelista con una extensa obra en prosa, quien –según sus propias palabras- sigue en la poesía pero no en verso…
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Leeré algunas citas al respecto:
La novela (del italiano novella, noticia, relato novelesco) es, según la Real Academia Española, una obra literaria en prosa en la que se narra una acción fingida en todo o en parte, y cuyo fin es causar placer estético a los lectores con la descripción o pintura de sucesos o lances interesantes, de caracteres, de pasiones y de costumbres.
Una segunda acepción afirma que: Una novela es un relato de lo que les sucede a ciertas personas en cierto lugar, tiempo y circunstancias. Así que los tres elementos constituyentes de una novela son: Acción (lo que sucede), Caracteres (las personas) y Ambiente (el escenario, la época, la atmósfera).
Una tercera definición apunta a la Novela como una ficción narrativa en prosa, extensa y compleja de sucesos imaginados y parecidos a la realidad.
La palabra novela proviene etimológicamente del latín novus, que significa nuevo. El novelista crea sucesos nuevos, pero verosímiles y los narra con belleza literaria. La aspiración máxima de la novela es despertar en el lector el gusto y el placer por la lectura. Su prosa por lo tanto debe ser amena e interesante y sus descripciones claras.
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El título de la obra busca representar a la obra y su contenido. Equivale a la firma que representa en su integridad al firmante, por lo tanto los títulos, así como los nombres, no son casuales, sino producto de una serie de factores que confluyen para denominar con precisión el objeto, sea novela, lugar, persona, acción, etc.
Por ejemplo hablan por si solos: 100 años de soledad; La Peste, de Camus; Los hermanos Karamazov; Frontera de Luis Durand, La Araucana, Campo de Tiro, entre otros.
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Campo es un terreno extenso fuera de un poblado, también una tierra para la agricultura. A veces escuchamos con acento chileno, a algún acaudalado descendiente de las migraciones alemanas de mediados del siglo diecinueve, contando que posee un campito por ahí.
Por que este Campo de Tiro se inicia cuando Karl, el herrero de un pueblo de Silesia, y colono desembarcado tras 86 días de navegación en el puerto de Corral, tatarabuelo del personaje central de la novela, da inicio a la familia Hitschmann de Valdivia.
Él es el responsable en el presente literario del escritor camuflado por su voluntad que escribe y reescribe esta novela.
El árbol genealógico se estremece con los temporales sureños. Roberto Hitschmann va desenrollando la madeja germánica con su percepción matemática y accede a otro Campo, el magnético de la ciencia desde donde emerge el impenetrable Lazzaro, nombrado Socio Honorífico de la Comisión de Energía Nuclear del Gobierno.
¿Pero de donde proviene Roberto Hitschmann Bevilacqua, como lo denomina su madre para demostrar su enojo? Él habita la casa de la Isla Teja, adquirida por el bisabuelo tras vender su antigua casona en Chorocamayo.
Y desde ahí se asoma a la ventana “para simular”. Y lo que observa no es Campo raso, sino vegetación verdeante, húmeda y potente, que todos los presentes hemos incorporado a nuestros genes australes.
La ventana es un Campo visual, o sea el espacio que abarca la vista estando inmóvil y puede transformarse en Campo de Honor donde los caballeros se batirán a balazos por quítame estas pajas, y con muchas posibilidades de cerrar el pleito en el Campo santo.
Son diversos los campos que el autor, Leonardo Videla, enhebra para ir construyendo la trama de su primera novela.
En definitiva, un Campo de Tiro es un espacio donde se ensaya la muerte disparando sobre blancos inmóviles que le concederán la experticia para aplicarla más temprano que tarde sobre blancos móviles. La posesión del arma entrega la capacidad de decidir la vida o la muerte, como nos demuestra finalmente el personaje.
Campo de Tiro es un gran título, en el que se sintetiza lo que no se muestra a la primera ojeada o se revela página a página en la lectura.
Todo el texto se derrama en diferentes Campos donde la estructura se asienta en un lenguaje testimonial vinculado con términos científicos, memoria genealógica, líneas desiguales y concordantes de tiempo latente, donde el personaje intenta escribir su novela –esta que estamos leyendo–, algo así como la cinta o Banda de Moebius, que posee una sola cara y un solo borde donde no se puede diferenciar lo que es dentro y lo que es fuera. El autor, Leonardo Videla, podrá darles pistas matemáticas más certeras respecto de esta singular banda.
El arte de la narrativa, según mi modesta apreciación, se configura en los detalles, quizás no en lo que se cuenta – que inevitablemente está en la rosa literaria de los vientos: entre la vida y la muerte; entre el amor y el desamor- sino en cómo se cuenta.
Y ahí aparece la mano del narrador, del novelista. Tomo un fragmento al azar: “Sentado en el borde esmeralda, con el torso desnudo y con las marcas recientes de un bronceado irregular, había un tipo alto de pelo ensortijado que conversaba animadamente con ellas mientras se llevaba a los labios cortos sorbos de un vaso plástico…”
He ahí el poder de los detalles
Esta novela se percibe como un lúcido campo –otro campo más- de experimentación que merece más de un aplauso por el rigor y la creatividad empeñada.
Ignacio Valente, por varias décadas legendario crítico de El Mercurio resumía su visión de la narrativa en la capacidad del autor de producir curiosidad y disfrute al lector proponiendo una lectura dinámica y creativa.
Y a la vez se quejaba del esfuerzo perdido buceando en novelas intelectualísimas de gran complejidad, que al final no dejaban nada más que la sensación desencantada de haber gastado valioso tiempo de lectura en algo que no era lo que prometía.
El Campo de Tiro de Leonardo Videla es una novela dinámica y con densidad cultural, que embarca diversos y singulares elementos tales como la Segunda Guerra Mundial, los guarenes cazados a balazos, la investigación antropológica, una Valdivia que empieza a asomar como escenografía literaria, y una gran capacidad de transformar elementos históricos reales en imaginarios.
Ahí ya se anuncia “la sangre que siempre está detrás de las grandes acciones” como afirma el profesor Juan Guido Burgos.
Roberto Hitschmann es un personaje imaginario /que habita en una mansión imaginaria / al lado de un río imaginario, pero tan real como su destino de la última página, en osmosis con el mítico científico Lazzaro, un especie de Mozart de la energía nuclear, quien le concede un velado traspaso de su rifle de caza para que cierre su sino de francotirador oculto tras una ventana y no de deportista o militar ensayando la muerte en un Campo de Tiro.
Intuyo y deseo a Leonardo Videla. un destino anunciado de joven y corajudo novelista apuntando certero en el blanco.
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"Campo de Tiro", de Leonardo Videla.
Por Bruno Serrano Ilabaca.
Texto leído durante la presentación del libro “Campo de Tiro” (Alquimia Ediciones, 2012),
realizada en Valdivia, 30 de enero de 2013.
