Narrativa de Guayaquil (1)
“Círculo vicioso para principiantes”,
de Miguel Antonio Chávez
Por Eduardo Varas
Escritor y periodista guayaquileño. Dirige el blog http://masalladelibros.blogspot.com
De entrada me parece un libro extraño. Y extraño porque
es de dos lecturas, o quizás de tres. Cada una separada por una temporalidad
equis. ¿Por qué? Porque ‘Círculo vicioso para principiantes’ es un
libro que de un solo acercamiento no produce estricto placer. ¿Eso
es malo? Desde luego que no. Es un hecho que nos remite a una propuesta
narrativa que quiere hacer del arte
de los cuentos algo más que simplemente contar un a historia con final
sorpresivo.
Y eso lo convierte en un libro extraño. Incluso más
allá de la vanguardia –quizás el mayor mérito sea que no deja de ser
un libro de literatura que intenta renovar la posibilidad narrativa-,
hasta llegar a una experiencia lectora que descoloca y al final, sin
duda, encanta.
En un primer momento llegué a pensar que no estaba
bien logrado. Solange Rodríguez me lo prestó y lo leí. Sentí que tenía
un libro que no podía comprender del todo y sé que muchos lo vieron
así…
No hay peor error que no comprender algo. O al menos
no hacer el intento. La semana pasada en Guayaquil Miguel me obsequió
nuevamente su libro. Lo leí otra vez. Habían pasado muchos meses y
me di cuenta de lo que me estaba perdiendo. ‘Círculo vicioso para
principiantes’ es una obra que intenta destrozar las posibilidades
del cuento, sin salir de sus espacios. Hay mucho de publicidad, desde
luego. Algunos relatos parecen trabajos de agencias (Miguel trabajó
durante mucho tiempo en una agencia de publicidad), pero es una postura
formal. Desde la forma es que se empieza a rehacer lo narrativo para
confundir y hacerte partícipe de cuentos en los que todo se puede
narrar.
Obvio, son cuentos cortos, algunos microcuentos. Pero
no son relatos inconclusos. Hay un fin en cada uno, un fin que remite
a una serie de ideas, lo que al menos muestra que hay un trabajo reflexionado
de lo que puede ser una narración. La flecha certera que deja esquirlas
por cualquier lugar. “Dime algo que me quedo dormido” es una pieza
excelente. Una narración que consigue evidenciar una decepción que
se ha producido entre los dos personajes que la integran, siendo ella
la verdadera protagonista de esta historia. “Del diario íntimo de
sir Paul McGear (fragmento)” juega con la sorpresa y el humor (hay
mucho humor en la obra de Miguel Antonio Chávez) y ofrece un relato
verosímil desde la postura de un inglés aventurero que suena a Phineas
Phogg. “Apología del choclo” es una joya que cierra el libro, quizás
con la conciencia de que el juego de esa narrativa está completo.
El hecho es que para muchos (y yo en su momento, como
lo expliqué al inicio) no entienden que la narrativa es un juego,
y se lo puede dejar de manifiesto, sin vergüenza y con decisión. Eso
es lo que hizo Miguel con su libro y lo que puede costar. Pero vale
la pena repetir que si toman en sus manos esos círculos viciosos…
estarán ante un gran libro.