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"Trapecio"
Marina Arrate y Claudia Román. Lom Ediciones, 64 págs.
Por Alvaro Bisama
La Tercera
Trapecio, en cierto sentido, es un cuento infantil ilustrado: la historia bíblica de Salomé reescrita en clave circense y servida al lado de unas fotos ad hoc. Armado por la fotógrafa Claudia Román y la poeta Marina Arrate, se trata de un libro que toma esa discontinua tradición estética del circo chileno (cuyo mejor ejemplo es El Tony Chico, de Luis Alberto Heiremanns, una versión del calvario de Cristo encriptada en una obra sobre payasos, la provincia y ritos de iniciación) para agregarle una última lectura: la de una poesía estática que -a ratos- funciona de manera atemporal.
Si, Trapecio podría haber sido perfectamente un producto de la vanguardia de los años ´80 ya sea por referentes o por tono: cita en la forma a "El Infarto del Alma", de Errázuriz/Eltit y su escritura entra en sincronía con el Zurita de Purgatorio. Pero supera lo anterior. Lo interesante del trabajo de Román/Arrate es que revierte la ilutración prototípica de ese espectáculo circense cuyo costado pop terminó sobreepuesto en El Circo de las Montini.
Basándose en el texto de Arrate, las fotos de Román alienan al lector antes que provocarle empatía. Separan y perturban el gesto documental que podría sostener su propia condición fotográfica. Por el contrario, densifican la palabra de Arrate asegurando de este modo un tejido espantoso con ecos mesiánicos. Es una cita oblicua a Heiremanns: el circo como un imaginario listo para ser llenado de misticismo popular lleno de figuras arquetípicas. Para Román/Arrate, estos arquetipos pueden ser leídos como freaks a los que les hace falta establecer simplemente un relato que vaya más allá de sus propias deformidades. Una historia hecha con retazos de otras. Eso es lo que hace Trapecio y su escritura religiosa: encadena una serie de imágenes sacadas de los escombros de nuestro espectáculo nacional y propone un cuento extraño a partir de ellas. Un texto que juega con ciertos miedos para, por momentos, perturbar con una cosmogonía enferma. Interesante apuesta de LOM por un texto poético de cuño vanguardista. Para lectores con el estómago duro, pero con la catequesis al día.