Las fluctuaciones anímicas propias del duelo hacen que Milagros Abalo piense en una montaña rusa o una superficie de arenas movedizas. "Cuando uno cree que está mejorando, vuelve al punto de partida", comenta la escritora, que se interna, en su nuevo libro, en el proceso de estados brumosos que se desencadenan luego de una pérdida.
Una luz sin borde, como se titula el volumen —recién publicado por Mundana Ediciones—, se abre con el anuncio de una muerte a comienzos de un verano: "La noticia vino a silenciarnos en su absurdo accidente". Desde ese momento, una cadena de descripciones y digresiones escritas en prosa y verso van reflejando el trayecto emocional de quien ha recibido el dramático aviso.
"El cuerpo se resiste al dolor que va entrando por esquirlas, en esquinas. Sube hasta que todo es un mareo, una confusión de caballos desbocados. Quise enterrarlo en la arena pero el agua no me dejó. Cómo salir de este mar cuando insiste en cerrarse y devolvernos. Un mar, otra ola, nadie", se lee en un pasaje.
Autora de tres poemarios anteriores, Milagros Abalo dio forma a lo largo de tres años a su nueva publicación, nacida de una pérdida personal y alimentada por reflexiones, lecturas, conversaciones y otras experiencias de duelo. "La primera escritura fue bastante rápida. Luego lo dejé por un tiempo, hasta que volví a amarme de fuerza para enfrentarme a lo
que había escrito", cuenta.
Acompañados por fotografías en blanco y negro (ver recuadro), los textos de Una luz sin borde se desplazan entre el dolor paralizante, la angustia, las emociones de la despedida, los recuerdos, la ausencia irremediable de quien ha partido, la resignación y otra vez la pena inconsolable, que es la pena de "la herida abierta", dice la escritora.
"Vuelvo al agua donde quedó, pálida, silenciosa, sola. Flotando boca abajo, con dos golpes en la cabeza el pelo negro. Nadie se dio cuenta, salvo las aguas. El pelo sigue creciendo. Escucho su voz en
todas las aguas, ir, y venir. Una voz diminuta en el centro del oído que rápido desaparece. No se puede retener nada, todo es una pluma que pasa, se pierde y se va. La tragedia no es morir, es nacer", escribe Milagros Abalo, que ha combinado en este volumen prosa y verso, porque ambos formatos eran necesarios para reflejar sensaciones diversas.
"Algunos pensamientos aparecían de pronto de una manera en la que no había cortes ni pausas, sino que eran continuos, y en ese caso era más adecuada la prosa. Con otras imágenes, en cambio, calzaba mejor el verso", explica la autora, que aborda el duelo como un tránsito en el que se avanza por distintas estaciones, entre ellas ver, o creer ver, a quien murió.
"Trato de hacer contacto pero los ojos se niegan hasta que te giras con tus pestañas grandes y negras como las de una muñeca. Un brillo de fantasía cubre la sombra de tus párpados. Es una mujer parecida a ti, no eres tú. Es todo lo que queda en estos valles, revivirte fugazmente en mujeres que al pasar encuentro y se parecen", se lee hacia el final.
Escenas paralelas
Puertas, ventanas, habitaciones, pasillos, la orilla de una playa, hojas y flores de una zona quizás rural, calles y un bloque de cemento partido aparecen en las fotografías que Milagros Abalo integró a su libro "Una luz sin borde". Las imágenes fueron capturadas por ella misma y constituyen una especie de correlato de la escritura, explica la autora. "Son fotos que fui tomando en el transcurso del tiempo en el que escribí y que dialogaban con partes del relato. Tienen una mirada que es cercana y por eso decidí incorporarlas", afirma.
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Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com "Una luz sin borde", de Milagros Abalo
Mundana Ediciones, 2021, 64 páginas
Por Jazmín Lolas
Publicado en Las Últimas Noticias, 3 de agosto de 2021