"El último show no murió casi nadie,
se fue vacío el furgón de los fiambres..."
Los Redonditos de Ricota.
El puto cansancio se ha ido convirtiendo
en tedio, el tedio es agreste, el tedio es inmóvil, el tedio
es como una eclosión, como aceite humano se me pega, aparece,
brota, no lo llamé, te lo juro... no pensaba escribir, no tenía
la menor intención, no tenía, estoy harta de escribir,
escribir no tiene ningún otro sentido que espantar el tedio,
no vale la pena, tú te crees que tengo todo el tiempo del mundo...
No ves cómo se cae todo, cómo piden por las calles los
pobres que no existen... Estás ciega, estás ciega que
no ves cómo nos dejan a la orilla del camino... ya nadie, nadie
lee, nadie... se cae a pedazos esta ciudad, se cae... ¡En ese
lugar ayer no había un edificio de departamentos! no estaba
esa muchacha levantando automovilistas... no estaba yo tan harta,
escuchándole citar a Foucault a este pobre tarado -no me impresionas,
ni aunque cites a Sartre, ni a Mallarmé, ni a Nietzsche. No
tienes idea de nada... no tienes idea, le digo... cállate,
cállame, quítame esta cabeza que nunca para, desnúcame,
cúbreme el cuello con tus brazos y arráncamela...
invítame a tomar un trago, llévame
lejos de este tarado, llévame a tu cama, necesito que me lleves
a una cama, a un motel de paso, no me importa... quiero que me digas
lo que me dices cuando estamos solas, vuélvete perra me dices,
lámeme me dices y es que cuando me quito el pulóvcr
puedes ver el pelaje de mi cuerpo, la cola, estoy muriendo... duelen
las tripas, cstoy cansada, más triste que cansada, hace tiempo
que no descanso de este tedio... ¿tienes algo para fumar?...
Estás sorda que no escuchas nada, nada escuchas, estoy harta
de hablarle a nadie, estoy harta de mirarle las pestañas plateadas
al chico de la barra... estás ciega... no has visto cómo
crece la cultura... cómo se van al éxito... cómo
se hacen los finos, cómo se callan la boca... qué hago
en este lugar lleno de ansiosos idiotas... beben y comen como cerdos...
para matarse el hastio... Un idiota me habla de su nueva novela...
cállate me digo como si le dijese cállate... Míralos,
me digo, como si los miraras... a ti, que nunca has estado, nunca,
míralos, se mueven como si toda esta mierda fuese importante...
salen a la calle a tomarse un trago y hablan de literatura hasta que
se emborrachan, y levantan la voz para que alguien los escuche y escuchan
sus pobres voces borrachas levantarse... es una pena, una triste pena,
a mí también me mata la pena... Míralos cómo
los traiciona la lengua y parecen estúpidos y se quedan en
silencio como si pensaran, mirando a la nada, porque saben que no
son nada, saben que después de las palabras no queda nada,
nada que no sea el registro banal y perecedero del recuerdo... Luego
llegan a sus casas oscuras, arrojan sus libros oscuros sobre la cama
oscura, encienden la TV oscura y se quedan tan solos, tan mudamente
oscuros... mirando el techo...
...estás ciega que no ves... Quien
duerme a mi lado lleva sin dormir varios días... sé
que me odia, que quisiera matarme, necesito un calmante, uno solo,
debes tener al menos uno... Recogeré mis pocos libros para
largarme, no ha parado de llover, el cielo está cada vez más
negro, no tendrás que escuchar a la Nina Simone, ni a la Aretha
Franklin, ni a la Lucecita Benítez, ni a la Bessie Smith, ni
a la Jessye Norman... ni a la Fitzgerald, ni a la Paquera de Jerez...
Maldigo tus ojos verdes, tus ojos que nunca fueron verdes... Estamos
entrando al túnel, todo iluminado, todo moderno, acá
no se ven pobres, no llegan a pie, se cuidaron de que no llegaran
para que no los veas..., Welcome to Chili... regálales el culo,
diles que nunca te fumaste un pito, que nunca te revolcaste en el
Forestal con nadie, que nunca terminaste en la 9ª, que nunca
pcrdiste, lo perdiste todo... No debería escribir más,
no debería, nunca debí escribir, pero tuve miedo de
quedarme con tantas palabras, nunca he sabido qué hacer con
las palabras y como esta boca de perra que tengo es torpe me puse
a escribir, sé que escribir no sirve para nada, para nada,
una cosa es la literatura y otra la burda reality, en la grieta, en
el abismo perdí el rumbo, ese es el simulacro, los intelec
creen que sirve, los que escriben creen que sirve, pero después
de escribir me queda atragantada la sensación de haber perdido
el tiempo, toda la tarde he perdido el tiempo, doy batalla con la
escritura como con un cuchillo, con el cuchillo con que me rajo la
carne que cede, que siempre cede... a quién mierda le importa...
frente, frente a las palabras, so alone, otros estarán jodiendo
a esta hora en el baño de algún cine, te acuerdas del
baño del cine y la cara de la mujer que trapeaba el piso y
no dejaba de trapear... estarán besando un trasero vivo, agitándose
como si estuviesen vivos y yo aquí harta de perder el tiempo
y de escribir huevadas que nadie lee, espero por una buena muerte
que todo lo calle, que hasta a mí me calle, que me calle esta
cabeza que nadie calla, no soporto a las palabras, no sabes cómo
se sienten, como el forado de una automática se sienten, como
si entraran quemando se sienten, me pesan en las tripas y no hay calmante
que valga... estiro la cuerda del arco pero sin flechas... ya no me
llegan postales de Atlanta, nadie se toma un café helado, ni
piensa en mí, nadie... me dejaste por otra, no necesitas dejarme
por otra, para dejarme tirada así, enmudecida así, perdida
así, no necesitas a otra, les creo a las palabras, les creo,
mientes, miénteme, quítame este brazo muerto, no me
lo dejes, no me pesan las palabras, no me pesan, hace meses que no
escribo.
yo que crecí entre milicos como
dice el Charly y leí el manifiesto dadá y el surre,
y a la Kristeva y a la Yourcenar y a la Djuna y a la Orozco y a Roland
y otras cuantas estupideces con que he perdido el tiempo, tanto tiempo...
tengo la cabeza latina... el cuero negro... nunca mitigué la
violencia, tengo el lomo desollado, tengo el lomo herido, si miraras
mi lomo verías la herida sangrante de este lomo, esta herida
es tuya, toda tuya, se me abrió de tanto esperarte... ¿De
qué mierda me hablas? Tú te crees que todo lo escribo
para ti... yo no escribo para nadie, no ves que nadie lee, no tengo
por que escribirte, estás sorda... cuántas veces tengo
que repetirle las cosas... Capaz de resistir perderlo todo... cómo
crees que no resista largarme, no necesito nada, devuélveme
mis libros y quedamos a mano... y aquí nada pasa y aquí
nada ha pasado, porque en este burdo país la verdad es que
nada pasa... encontrarás a otra que te la mame... encontrarás
a otra...
pasé el sábado tumbada,
fumando y leyendo, otra vez perdiendo el tiempo, tú sabes que
el tedio me hace leer mucho y perder mucho el tiempo, me quedé
pegada mirando al techo como una idiota, trivializada como una idiota,
porque sólo una idiota puede espantar esta pena, no quería
oírte, no quiero escucharte... me hace bien quedarme sorda,
me hace mal, me saco el brazo para calmarme, lo tiro sobre la cama
y me calmo, no sabes cómo me calmo, porque sin este brazo no
soy nadie, nadie, sin este brazo soy la pobre inútil que quisieras
ver, sé que desearías verme sin este brazo, sería
tu triunfo que me quedara muda y no te hablara, y es que no te hablo,
leí La amortajada sola, solita, amortajadita... entonces
no tenía esta boca, esta herida tuya sobre el lomo que no se
cierra... entonces no escribía ni era como si lo hiciese, sorda
era sorda y no hablaba de nada y no tenía nada que escribir
a nadie, ni me importa si te gusta la Bombal, ni sentía este
impulso de averiarme, ni de escribir como una bruta, porque sólo
una bruta bracea contra la corriente, sólo una bruta escribe
en estos tiempos brutales, porque soy incapaz, tosca y necia, bruta
la que cree que escribiendo vive, que escribiendo muere, bruta la
que cree que un puñado de palabras sirve para algo, porque
soy bruta insisto, porque soy bruta no entiendo, porque soy retardada,
porque cada palabra que no pronuncian mis labios me muerden como los
hocicos de cien perros... quítame estos perros, no los sueltes...
arráncame las cadenas del cuello me lo rebanan, las palabras
ya no me abastecen, las palabras no sirven para nada, para nada, ni
siquiera dicen lo que querrían decir, las tuyas en cambio son
certeras, las tuyas si van a matar, matan. Los pedazos de mí
lo saben por eso te temen, por eso te desean. Me arruinan, sabes que
las palabras me arruinan, me están revolviendo entera, les
temo, les temo tanto como a la ausencia de palabras, el temor es inmóvil,
el temor se parece al tedio, como si estuvieran unidos de la misma
cabeza, ejecutan la misma telemetría, por eso cuando no escribo,
leo, y cuando no leo, hablo, y cuando no hablo, sueño... no
me dejes a solas con este tedio, a la deriva muda de este tedio...
a la diestra y siniestra del tedio.
sé que cuando me miras con esos
ojos es para matarme otro poco, no me importa, para esquivar tus ojos
tengo estos ojos y una ventana, detrás de la ventana se mueve
el tedio, detrás de la ventana una sueña que las cosas
serán distintas, pero nada es distinto, nada cambia, como tampoco
cambia el tedio que sigue siendo fastidiosamente el mismo, sólo
que una cree que al mirar afuera está a salvo del tedio, a
través de estos vidrios siento el frío del tedio inmovilizarme,
nada hay afuera, salvo una perra que en vano trata de morderse la
cola, la perra y yo nos parecemos tanto, tanto, comemos lo que hallamos
y si nos maltratan nos recogemos suplicantes, y los ojos miran como
agradecidos del tedio, sentir tedio es un maltrato, esperar que algo
cambie se ha transformado en tedio y el tedio ya te dije, es un maltrato
y como perras que somos podemos soportarlo, caminamos descuidadas
del tráfico y si alguien se nos acerca nos corremos por temor
a que otros tedios nos den de patadas, nunca sabemos a dónde
vamos, pero seguimos adelante, siempre hacia adelante, sin bajar la
cabeza, atrás no queda nada, escombros quedan, vestigios, cosas
inservibles, quebradas, nada dura, nada resiste el paso lento del
tedio horadando como una gota, el tedio y el temor se escriben con
T de tarada y bruta que soy los confundo, tanto me confundo, siempre
fui bruta y confundida y esta cabeza ha dado sólo lo que puede
dar, no da más, no da más, no da más, nadie tiene
idea de lo que escribo, puedo estar mintiendo todo el tiempo, miento
y una vida comienza, en el camino, en el tránsito es donde
decae y entonces se vuelve monótona, aburrida, de una obviedad
que duele en el estómago, la mentira por lo menos se mueve
y duele menos, la mentira por lo menos me salva del tedio, cuando
mientes me salvas del temor a las palabras que comienzan con T...
tú también te escribes con T, tú, también
y T, son familiares de este tedio... Esta lluvia que no para, nunca
para... este país es siempre así, a veces no llueve,
entonces hace frío, hace un frío terrible que hiela
los huesos, no soporto el frío se parece al tedio, pasar frío
es como estar abandonada a la buena de dios... y si dios no existiese
no tendría a quién culpar de este tedio, por eso prefiero
creer que existe y que pronto llegarán las nubes como una catástrofe
que me lavará del tedio, después del temor sobreviene
la catástrofe, una siente cómo el temor la come por
dentro y después claro, nada queda, nada que no sea recoger
lo poco que una tiene de entre los escombros, lo más querido,
lo que el tedio aún no ha matado... como una gata que come
su propia placenta, a eso me refiero con un final vomitivo, pero como
no entiendes nada y estás ciega, y no has visto a una gata
comer de su propia placenta, pues eso es lo que hace el tedio conmigo,
pero como no ves nada tengo que explicarlo todo... Entonces la lluvia
se deja caer como una muerta, has sentido la lluvia golpearse contra
el suelo... esas son las lágrimas de dios que abandona y se
arrepiente... y siente temor del tedio... como si quisiera ahogarnos,
que es como el tedio que también ahoga y los cristales llueven
por dentro su propia lluvia -es decir, modificante- No se me pasa
el dolor querida, ni con un rockanrol... No queda nada de mí,
nada que no sea un puñado de hojas escritas que se llevará
la lluvia, porque esta lluvia lo arrasará todo, no dejará
huella sobre este cuerpo, no dejará zanjas, más me zanja
el frío del tedio y este silencio tuyo que parece comenzar
con T de terrible y aunque me arrastre contra las piedras la espero,
a la lluvia la espero, a ti me harté de esperarte, lamiendo
el hueso del tedio albergo la certeza de que no vendrás porque
si vinieses perderías el poder que tienes, es más eficaz,
el castigo, como la lluvia, mucho más que la lluvia, porque
la lluvia, es decir, las lágrimas de dios que se arrepiente
se dejan caer a veces, en cambio tu no te dejas caer, porque se que
me arrepiento de tú, porque tú y tu silencio me llueven
más que la lluvia misma, porque tú no eres nadie, nadie,
y aun así te esperaría para pasar la noche, para otorgarte
esta cabeza perra que no para de escribirte, ladro, ladro como una
tormenta, una tormenta es una cosa mínima, insignificante,
la tierra sedienta pronto no dejará rastro, ni zanjas, se la
tragará entera y es como si nada hubiera pasado y es que en
realidad nada pasa, nada que no pase por esta cabeza aburrada que
no para de escribir, se empecina, es dura, es burra mi cabeza, no
entiende, no entiende, no entiende y ni aunque la golpearas y la agarraras
a palos y me la azotaras entendería, se ha quedado sorda...
porque es mejor creer que se ha quedado sorda a admitir que nunca
hablas... Doy por sentado que este tedio no será definitivo,
ni más profundo, que me curaré y que es preciso descansar
un poco, que tiene su propia historia y no se roza con la mía,
ni con mi cabeza... retornamos del tedio, de a dos nos volvemos, nos
acompañamos para que me tape, me tape la boca cuando grite,
pues has de saber que cuando el tedio es mucho, grito, no sale de
mi boca ninguna palabra, de eso te hablo, el tedio no se escribe,
apenas se registra como un sonido animal, bien podría estar
aullando una perra, para eso me tapo la boca, para que nadie nos escuche,
ni crean que aúllo como una perra, pues el tedio es lo único
que tengo, para matar este tedio es que sobrevivo. Le temo a la noche,
a la noche sí que le temo, a la soledad de la noche, porque
la noche comienza con N de no, nunca narrar... de nalgas que son como
el trasero del tedio... Cuando parece que esta ciudad se ha muerto,
cuando parece que no queda nadie, y ni un alma se ve, ni un alma,
entonces sí, que esta cabeza habla y no para, como una loca
habla, nunca sé qué hay detrás dé toda
esa oscuridad, como tampoco nunca he sabido que hay detrás
de las palabras, y detrás de las palabras no estoy yo, te equivocas,
te equivocas cuando dices que me escondo detrás de las palabras,
pues para esconderse hay que ejecutar un cierto movimiento, por mínimo
que sea y ya le dije y estoy cansada de decirte que este tedio es
inmóvil, la oscuridad que también es inmóvil
miente cuando se aclara, miente, una cree que ha amanecido, que ha
sobrevivido otro día, pero no es verdad, es apenas, a duras
penas un poco de luz que me abandonará otra vez a merced del
tedio... me he acostumbrado a las lámparas y a los alumbrados,
por eso nunca voy al mar de noche, porque no veo qué hace el
mar, ni cómo se mueve, tal vez se esté levantando entero,
el mar que te esperaba se mueve y me he acostumbrado a lo inmóvil,
soy un animal de costumbre... no toco la tierra de noche, no la toco,
no quiero tomar la mano de algun cuerpo, porque tú sabes que
esta tierra está llena de cuerpos, yo he escarbado el suelo
y se de lo que le hablo, puedo sentir quemando los disparos, no te
confundas, es el recuerdo de los disparos quemando el que duele, tendidos
boca abajo, el único que vi tenía tres forados en la
espalda, como tres cráteres de carne, entonces supe en qué
consistía la muerte, la muerte consiste en mantenerse inmóvil
contra el sucio... mi padre que después nunca estuvo, me sacó
a tirones, me desgarró este brazo para que no viera, pero yo
siempre lo veo, al muerto, lo veo en las noches como estas, el cabello
lleno de tierra y las manos muertas como se me queda a veces este
brazo, esas manos tenían la rigidez de la muerte, la tensión
inmóvil de la muerte, el frío, ya te dije que pasar
frío es como estar muerto, las manos de ese hombre carecían
totalmente de vida... Estás ciega que no sabes diferenciar
la vida de la muerte... no sentía los forados en la espalda,
no los sentía... boca abajo y los ojos vendados, fue cegado
de ver su propia muerte, los ojos que lo mataron tampoco quisieron
ver... y eso que la línea de la vida le llegaba hasta la muñeca.
llévame a beber un trago, háblame,
deténme cuando me ponga perra y escarbe, no se me va la vida
y no le he visto, no estoy cansada de hablarle a nadie, no estoy cansada
que me digas que piensas en mí cuando no piensas ni un maldito
segundo, yo soy la que miente, necesito fumar, necesito un cuerpo
vivo que me abrace aunque no sea el tuyo, cualquier cuerpo que me
entibie un poco me vendría bien, no me importa que sea mudo...
que me enmudezca entera... sé que tu cuerpo está lleno
de palabras, mejores que las que he conocido en toda mi vida, tú
bien sabes que las palabras que conozco son cobardes, cuando me miras
yo bien se cuáles palabras se te cruzan por la cabeza, puedo
leerlas en tus ojos aunque bajes la vista y te sacudas el suéter.
¿Te acuerdas de esa barriada snob vigilada continuamente por
la policía? en el baño del bar, en aquel barrio pestilente
pasado a wiskhixquierda, cómo te deseaba...
porque tú sabes que aunque no
escriba, escribo todo el tiempo, es una tara que tengo, escribir y
sentir que sirvo para algo, me golpeo este brazo retardado, es burro
mi brazo, no entiende que da lo mismo escribir que dejar de hacerlo.
Este brazo es ciego como tú, mudo como tú, por eso te
sigue, como una perra te sigue, y se echa lamiendo el suelo que pisas...
lejos de este suelo que es la patria del tedio, la patria de la mentira,
del temor y de la muerte y aunque me arranque esta lengua muda y me
arranque este brazo y aunque me tormente tediada y aunque me quemara
los ojos con un Lucky, nadie lo sabría porque mi tedio no es
un espectáculo, escribo en estas hojas y el que quiera que
lea y si no lee no me importa, un pito me importa... no me salgas
con el mito vomitivo del poeta... la poesía no salva a nadie,
mira cómo me ha dejado... Y este pobre tarado con una copa
de tinto afirmado en la barra, me habla del misticismo de la poesía...
mientras alguien lanza su libro y el presentador habla del escenario
cultural ¿cuál?... y dos chicos se miran, hace rato
que se miran, no saben que los miro, sólo tienen ojos para
ellos, yo sólo tengo ojos para ellos, no veo a este pobre idiota...
y se van al baño y pienso que mientras todo esto huele a muerte,
ellos se estarán besando allá dentro, matando el tedio,
sus manos estarán perdidas en traseros vivos... y me quedo
pendiente de la puerta del baño, sabiendo que adentro están
ellos abandonados a la buena de dios... que no es como pasar frío,
ni sentir tedio, ni hacerse sorda... Si vieras Santiago no lo reconocerías,
es una pura amnesia de extremo a extremo, una herida que purula por
dentro, una herida que se parece a la herida de mi lomo... por eso
cada vez salgo menos de casa. J. L. Martínez se murió
soñando con ser el top... Y el único libro que
encontrarás en una librería será de Neruda...
ni la Mistral está, ni la Mistral... para qué vamos
a hablar de los que siguen, siguen matándose, querida -por
una incierta y poco espectacular fama que no logro terminar de comprender-
no como yo bruta que escribo para ti, nada ha cambiado nada... y la
nada es un resquicio mínimo, de eso le hablo, de lo mínimo,
es sólo una entristecida metáfora, es la mecedura monofásica
que enflaquece al ojo del amo... Y este ojo se me ha quedado solo,
vaciado lo tengo, mi ojo no distingue la realidad de la estupidez,
siento la desgarradura, el hueco frío del tedio en mi ojo,
se me llueve este ojo túrgido con T de turbamiento y de tedio...
No te sorprendas de saber que me he largado, aunque siga aquí,
como una burra escribiendo para nadie, porque ya te dije que no escribo
para nadie, me he largado, no importa que me veas, me he largado...
Extraño los techos y los gatos que no miraron nunca con una
rayita negra en los ojos... y trato de abandonarme al silencio, criminal
burda que soy, como si abandonara el placer de la sangre... tengo
la corazonada de que me largue hace mucho, tú que nunca has
estado deberías saberlo mejor que yo... como una cornada en
mi viscera hueca, como si mi viscera lo presintiera... se que me he
ahuecado, que acá dentro no mora nada y cuando hablo de nada,
sabes que estoy hablando de su resquicio más mínimo,
igual que cuando hablo de este brazo porque tú mejor que nadie
sabes que aunque escriba, ya no escribo. No estás leyendo,
aunque creas que estás leyendo no lo haces, nada hay aquí,
nada, y cuando digo nada me refiero a una lengua muerta... puedes
seguir haciendo lo que estabas haciendo porque la muerte no es nada,
la muerte es como Santiago y cuando digo Santiago sabes que hablo
de la nada, tú lo sabes perfectamente... y hablo porque alguien
inventó la nada y tuvo la necesidad de llenarla de palabras,
para que el silencio, que es uno solo con el tedio sea también
inmóvil, la inmovilidad es una breve sensación de muerte
que comienza a hormiguear, a clavar como pinchazos de agujas, la carne
se duerme y punzan miles de pinchazos, y me hago cruces de saliva,
tres, porque cuando me callo lucho contra las piedras, sé que
si me estrello me callo y este cuerpo enemigo dejará de dolerme
y me estrello una y mil veces y caigo y sangro y me rompo la boca
y me entierro los dientes en la lengua y vuelvo a levantarme y vuelvo
a estrellarme, me estrello tanto que este cuerpo se va volviendo azul
y rojo y el rojo queda en las piedras y el azul quema adentro, adentro,
y pierdo la visión y me derribo y me quedo como muerta y las
palabras comienzan a callarse, y se callan...
no es cierto, no es verdad, las palabras no se callan,
te miento porque no tengo nada que decir y cuando no tengo nada que
decir miento, la mentira por lo menos se mueve.
hace una semana que cargo conmigo, una semana se ha
transformado en un día interminable, siento una sensación
de postigo, de barrotes forzados, de aldaba, el neurótico cansancio
de caminar sin poder ir a ningún lado ha desaparecido y ¿ahora
qué? si una vez afuera todavía estoy yo, conmigo.
tú te crees que tengo todo el tiempo del mundo
para perderlo escribiendo, es sólo una figura y las figuras
se proveen de las palabras que quieren, se compadecen de una conducta
excesiva, son las palabras las que se desesperan no yo, son las palabras
las que te mienten... regularmente tiendo a asociar a las palabras
conmigo de bruta que soy, de bruta... ya te lo dije, tanto te lo dije,
podría vivir escribiendo como si no, tanto como un asesino
podría vivir estrangulando una garganta como si no... podría
salir a caminar en vez de perder el tiempo, tarada que soy, podría
salir a bailar... podría dejarme llevar por unos ojos que me
miren como no mira el tedio, tú sabes que el tedio es un resquicio
mínimo, un escape, una empobrecida metáfora... pues
es allí donde no van las palabras, por lo menos las burdas,
las siúticas no van... podría asirme a este cuerpo y
dejarme oler, y dejarme desear como la bruta que soy, podría
darle un nombre, cualquier nombre, lo mismo da que me llame como le
dé la gana, no soy mi nombre y no es mi nombre lo que quiere,
por eso dejo a este cuerpo acercarse, dejo que baile para mí,
dejo que me diga que es de cualquier parte... pues si dijese una palabra,
una sola, te abandonaría en el mismísimo instante, no
hay una sola palabra que necesite para estar así contigo, para
dejar que tu boca que no volvere a ver me tape esta boca... dejo que
sonría, pues he supuesto que alguna palabra que no dirá
y que adivino le provoca esa maliciosa sonrisa, no sabré yo
del silencio... se que es absolutamente mínimo y obvio el sentido
de su sonrisa, también está matando el tedio, ha puesto
el deseo de matar el tedio en mí, el deseo es extraño,
el deseo es una cosa insignificante, como la lluvia, pronto no quedará
nada, los cuerpos sedientos lo matarán, el deseo es fútil
y aleatorio dice Roland y fútil y aleatoria que soy los confundo,
y siento esa boca suya como el hocico de una perra comer de su propia
placenta, una vez comprobado que este deseo me ha matado mínimamente
el tedio salgo a la calle, de madrugada salgo, respiro como si hubiese
sobrevivido al tedio, no te confundas, dije como si hubiese sobrevivido.
Santiago está como muerto, Santiago entero está muerto,
hace frío, hace un frío que parte los huesos, has sentido
el frío de la muerte, qué vas a sentir frío,
para sentir frío hay que tener huesos, me echo sobre el asiento
del taxi, me acomodo las solapas para abrigarme, recuerdo la boca
que hace breves segundos me enterró los dientes de su empobrecido
deseo en este mismo cuello que ahora me cubro de frío y miro
Santiago muerto desde la ventanilla, con el estómago revuelto
y la garganta seca de tanto fumar, sé que ahí cerca,
se está moviendo otra vez el tedio, sé que me espera,
fiel a mí que es, me espera sobre la cama. El tedio y yo nos
parecemos tanto, como perras que somos, como retardadas que somos,
nos echamos una junto a la otra tediadas, abrutadas. No te sorprendas
de saber que no te espero, pues perra y callejera que soy, me voy
con quien me lama esta herida sobre el lomo, esta herida que nunca
fue tuya, que no calman ningunas pobres palabras, ningunos calmantes,
ninguna porquería de literatura, pues quien me mordió
este cuello, quien clavó los dientes de su pobre deseo en mi
cuello, le importaba nada la literatura, no sabía que me escondía
detrás de unas pobres palabras, pues ya te dije que este cuerpo
se escribe con T de tarada y bruta que eres los confundes, tú
que llevas un nombre que no me nombra, que no puedes morder este cuello,
que no me miras como si dijeses con los ojos de un pobre deseo que
vas a caérteme encima y vas a arrancarme la ropa, loca, loca,
tú te crees que todo lo escribo para ti, yo no escribo para
nadie, te lo dije, pero como estás sorda debo repetir las cosas
todo el tiempo, te dije maldita sea, que escribo para matarme el hastío,
cuando no hay otra que lo haga por mí, tomé de su vodka,
pues me lo ofreció como si se me ofreciese, bebí sedienta
que estaba, de un cuerpo que me matara este frío, tú
me mataste el frío y después te largaste, pues ahora
me largo antes que me duela la espalda y quede chueca y dejo que me
muerdan, pero no que me arranquen a pedazos, por eso cuando recogí
mi abrigo, me miró con odio, pues el deseo es inmediato, volátil,
perecedero y estúpido y pronto se transforma en odio -pues
si te dijera la verdad te sonrojarías y me echarías
a la calle- cuando me miró llena de odio, yo me sonreí,
era obvio por qué me sonreí, me acerqué hasta
donde estaba sentada y la besé en la boca, pude sentir su boca
abierta dejándome ir, pues no fui yo quien se largó,
sino ella que me dejó largar, perra y callejera que era me
dejó largar y perra que soy, como sólo tengo una lengua
y es para lamerme esta herida sobre el lomo que no se cierra, pues
te lo he dicho tanto, y sabes que escribiendo miento y puedo decir
lo que me venga en gana, pues sólo deje que me tomara la cabeza
con ambas manos, la hiciera a un lado, que es mínimamente como
si me hubiese hecho a un lado del tedio y la dejé lamerme,
perra que era, esta carne perra, pues como perra que soy sucumbo ante
el perraje, en una cosa tenías razón, en una sola maldita
cosa, no soy tan tarada, ni tan bruta, ni tan inútil como para
no darme cuenta que las palabras entran rajando como cuchillos, rajando
entraron y me echo en el suelo para lamerme la herida de los cuchillos
que entraron rajando, tarada que soy, bestia que soy, harta que estoy
de sentir este tedio y de escucharte decir una sarta de estupideces
que iban derechito a matarme, que casi me matan, bruta que soy me
echo como si no dolieran, porque ya te dije, pero sorda que eres,
no entiendes que de bruta, de tarada, de pobre inútil no más
escribo. La lluvia ha dejado de azotarse contra el pavimento, pues
es mínimamente como si yo misma dejara de azotarme, sólo
se escucha a lo lejos y de vez, muy de vez en cuando los neumáticos
de un auto romper el silencio mojado que ha dejado esta lluvia, la
misma lluvia que hace un rato me golpeaba contra el techo, y producía
ese sonido monótono que me vuelve loca, que me desespera, pues
tanto como las palabras me desespera la lluvia, la lluvia ha cesado,
se ve desde acá, desde el suelo donde me recuesto, por esa
fea ventana un pedacito de azul, el azul es la certeza de que esta
tormenta también se ha largado, se que el cielo no es azul,
por eso mejor te callas y no vuelvas a decirme qué es real
y que no, pero como eres retardada lo confundes todo y me miras de
lejos, tú crees que no me he dado cuenta que me miras, sólo
que le lo callas y le acaricias el cuello y está bien, porque
se que abajo estás pensando en mí como yo pienso en
ti. Me recuesto agradecida del silencio, me calmo, agotada me calmo,
exhausta, sin fuerzas, no leas, no hay aquí sino una pobre,
una empobrecida metáfora del tedio que ni vale la pena, me
duele el brazo, como si hubiera levantado piedras, lo juro, no puedo
moverlo, lo muevo apenas, a duras penas, sobo mi brazo, lo aquieto,
aprovechada del silencio que soy, de las lágrimas de dios que
es extrávico, por eso la lluvia llueve para donde quiere y
ha dejado de estrellarme contra el suelo. El silencio nos calma a
mí y a mi brazo, la calma es una cosa mínima, fútil,
pasajera, estúpida, la calma se parece al tedio, cualquier
ruido hace que temamos, perras que somos lo sabemos y levantamos las
orejas para escuchar por dónde se está moviendo, pues
sabemos, podemos oler el tedio a distancia, el tedio es como la tiña,
hace pocos años sólo era una mancha sobre el lomo, ahora
no se bien dónde comienza el tedio y dónde yo, no quería
escribir le lo juro, sólo que cada vez que te veo siento el
impulso irrefrenable de estar contigo aunque sea con palabras y me
acuerdo de tus ojeras y esa manía de cruzar las piernas y se
que abajo podría calmarle el dolor, se que no me dejarías
ni decírtelo y tendría que tragarme las palabras y golpearme
esta boca inútil, yo sola la golpeo hasta que se adormece y
pierde el deseo. Me he roto la boca, mira cómo la tengo chorreando
sangre y sangro porque sabía, sabía cómo iba
a acabar esta mierda, me lo dije, huele a mierda, aquí todo
huele a mierda, te lo dije, te lo dije cabeza de perra, golpearte
la cabeza de perra que tienes es poco, por bruta te pasa, por creer
en las huevadas que nadie cree y cuando digo huevadas tú sabes
bien cabeza de perra que estoy hablando de literatura, poco sería
romperte la boca, poco sería que te descalabrara los huesos
a palos. Fuma, fuma y hazte la loca, como si no fuera un puro desastre,
como si todo marchara bien, como si nada pasara, como si esta parte
del conti fuera toda modernidad, estás ciega que no ves, estás
sorda que no escuchas. Te dije que no voy a perder el tiempo, el poco
que tengo, no voy a incrementar mis averías, si tuviera algo
mas provechoso que hacer que estar contemplando cómo me voy
al carajo, lo haría, si te me abrieras y me dejaras yo estaría
de rodillas derrotada para ti, me mata el frío, en este lugar
hace tanto frío, necesito una venda, un trapo, algo para limpiar
el suelo, déjame que bien puedo limpiar mis propias mugres,
no soy tan inútil, tanto así no soy, el hartazgo no
es algo que se borra así no más, he tratado, lo juro,
me refriego el brazo, ya no me quedan uñas de tanto raerme
el pellejo, ampollado lo tengo, herido, pero qué mierda vas
a saber de estar harta y de estar herida si hablo sola, yo la cabeza
de perra que creí que hablaba contigo, no me dejes a solas
conmigo, no te vayas, te juro que me callo la boca, te juro que esta
boca de perra no volverá a ladrar, ni a dar aullidos, ni a
mudar la voz, ni a comer de tu mano como la hija de perra que soy.
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dirigida por Luis Martinez
Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com HIJA DE PERRA
Malú Urriola
Surada Ediciones, 2002