José
Narrante Lírico, el Bregador de Épicas Imposturas, se arrellanó, se
tragó un nuevo palmo de vino para foguear el gaznate, miró el fuego a
fin de preparar y promulgar la concentración, buscó las palabras, las
imágenes iniciales, y se arrojó a nadar de este modo en las aguas de
aquel subsueño:
.......... -Tendré que
comenzar casi por el fin, Ari Skaldaspillir, pues de lo contrario no nos
alcanzaría el año para narrarte todo lo que tengo que narrarte en este
punto de nuestras relaciones.
..........
Hizo una pausa que estimó de efecto. Continuó:
.......... Podía ver las torres de la ciudad. Me
hallaba a dos o tres leguas (más bien tres que dos) de su centro, cuando
avisté la columna de humo. Parecía surgir de un edificio encastrado en
el corazón de la urbe, aun cuando, desde mi atalaya de observación, me
resultara imposible determinar el punto exacto. La columna era delgada
todavía y muy negra, muy prieta. Sobre mi cabeza campeaba un cielo
completamente azulado. Puras brisas cruzaban también de un lado a otro.
Sentía la naciente primavera temblando por doquier, pues en mi narración
estamos en septiembre, y era septiembre asimismo en los terrenos
baldíos, cantados por los lugareños, y tal vez confundidos por ellos con
campos de flores bordados, y en los callejones habitados por niños
desnudos, sábanas chorreando rápidas lágrimas de moco y barro, cenizas
desechadas, huraños calcetines con escotillas abiertas, y en fin, gatos
y perros flacos y peleadores, como sus amos. No era ni copia ni feliz ni
del Edén, pero era septiembre, y allá, entre mar, montaña, vino y
sangre, septiembre, como un almendro, es el heraldo de la primavera. Tal
hecho hace que lo feo se vea casi hermoso. Decidí entonces, impulsado
por una secreta sugestión, correr en dirección del humo hasta descifrar
su significado -excúsame, Skaldaspillir, si no narro las historias como
tú- porque un presentimiento bien jodido me iba recogiendo el
estómago.
..........-Espera: ¿te hallabas
allí mismo donde sucede el relato?
..........-Por principio, uno siempre ha estado
allí, ya que mi historia personal es indivisible e inseparable de una
historia general que tiene que ver con mi conciencia. Tú sabes que un
hombre está siempre contando un mismo hecho, de maneras diferentes o con
distintos humores, pero es un acto repetido que marcó su lengua, que se
le metió por los ojos, que levantó las pulsaciones de su corazón. Por lo
demás, ningún contador de historias que se respete a sí mismo, cambia de
historias. Las da vueltas y revueltas, las sacude, las estruja
expresamente para ver si todavía dan jugo: en el fondo, es la vieja
idéntica metáfora de su soledad o de sus inquietudes, repetida hasta el
infinito de su efímera condición.
..........-Tienes razón. El sur es efímero, el
norte es perenne.
..........-No me
interrumpas con huevadas cuando te estoy aclarando algo indispensable
-reprochó José con voz glacial. Había caído en la cuenta que el otro
proyectaba agujerearle el discurso para ir limtando los efectos. -Iba,
como te digo, corriendo, tenía poco aire ya en los pulmones a causa de
la prisa, o temor de que el fuego se apagara antes de mi llegada, cuando
diviso a la vera de una acequia, la presencia achaparrada -bien conocida
por mí- de un enano barbudo, su larga barba salpicada con incrustaciones
de pimienta pálida en la negrura. Se hallaba sentado muy cerca de la
tierra, sobre una tabla provista de cuatro ruedas pequeñas, pues le
faltaban ambas piernas, y tapeteaba una cueca en un sucio tarro
aceitero, vacío y bocabajo.
..........-¿Cueca?
..........-Es el baile nacional de aquel paraje.
Cuando se toca como lo estaba haciendo el enano, se llama la cueca en
tarro. La cueca en tarro es una cueca de ciudad pero se interpreta cerca
de los ríos, y si hay puentes, debajo de los puentes. Muy bien: tocaba
su cueca el tarugo, como te lo sigo diciendo, y de acuerdo a las usanzas
locales gritaba cada cierto tiempo:
..........-¡A la vueeeelta!
..........Otras veces cambiaba de grito:
..........-¡Date vuelta en el aiiiire...!
..........Y otras todavía:
..........-¡Vuélvete mieeeerda!
..........Me paré jadeando a su lado y para
acallarlo un poco le solté como un huascazo:
..........-¿Estás al tanto del humo, Vientre en
Acecho?
..........-Seguro, José, por eso
estoy tocando de espaldas.
..........-¿De
espaldas para dónde?
..........-Para el
humo.
..........-¿Y tienes una vaga idea
de lo que puede ser?
..........-¿Vaga?
-Vientre en Acecho cesó de maltratar el tarro y frunció su ancho
entrecejo, porque era muy cabezón. -Acércate más, y más, y más -me cantó
en voz baja. Hizo un signo con los labios indicándome que guardara
silencio, aunque nadie merodeaba por el apestoso sector, y cuando estuve
a su lado, colgó una manaza de mi cuello obligando mi agachada, para
dejar caer dentro de una de mis orejas:
..........-Esta mañana, muy temprano, los Felones
de la Costa se rebelaron contra la autoridad y se han llevado los
galeones mar afuera. Según la vieja tradición de la familia, cuando los
Felones de la Costa se alejan de sus gaos de amarre con los galeones,
entran en acción los Aciagos de la Tierra y los Rapaces del Aire, y
atacan sin pérdida de tiempo la Casa Capitular. Ha ocurrido dos veces en
cien años, aunque tratándose de cosa tan grave, es como echarle con la
olla.
..........-¡Por las súbitas
entrecanillas del mono! -gemí-: ¡Así que es ésa la traducción de la
humareda!
..........-No sólo de la
humareda -mi reducido amigo confirmaba asintiendo con la parte baja de
su gravedad- ya que otros sucesos tienen lugar en diferentes sitios.
¿Dónde ibas tan veloz?
..........-Voy
donde el deber me llama: a defender al maestro Salvador, nuestro
Adelantado.
..........-¿Y lo vas a
defender cómo?
..........-Emocionalmente.
Estoy tan desarmado como el resto.
..........-No todo el mundo está desarmado. Vas a
toparte con verdaderos escuadrones de Aciagos de la Tierra.
..........-¿Ah sí?
..........-Entonces, si quieres ir más allá y
prestarle una manopla emocional, empieza por hacerte el tonto de piernas
y no corras, que llamas demasiado la atención y estás todavía muy
lejos.
..........-Cierto -admití-, no lo
había pensado.
..........-Cuando un huevón
corre en tales entreveros ya no está pensando. Tú ves que a pesar de la
humareda estoy sentado en el suelo manipulándome una cuequita en tarro,
pero no canto: pienso. ¿Me captas?
..........-Te capto, Vientre en Acecho.
..........-Voy a darte un tímido consejo: toma por
la orilla de los Tajamares, pégate a la ribera del río, pasa de largo
frente al Puente de Cal y Canto, y sigue todavía de largo hasta que te
topes con otro puente, mucho más abajo, que los de por ahí llaman el
Puente Manuel Rodriguez. Sólo entonces cruza el río, porque todos los
caminos y atajos precedentes están cubiertos por piquetes de Aciagos de
la Tierra. Son celadas que armaron para controlar a los que quieren
escapar del centro hacia las barriadas, aunque tampoco se permite pasar
en dirección de la Casa Capitular. Parece que nadie puede echarse el
pollo y romper el cerco.
..........-¿Qué
cosa es echarse el pollo?
..........José
escuchó el bramido del mar. Llenó su copa y repuso
escuetamente:
..........-Huir.
..........Bebió. Como el otro guardaba silencio,
dijo:
..........-Yo estaba muy nervioso y
apurado, de manera que me dispuse a seguir su consejo, que no era tan
tímido como lo pretendía el enano. Sin embargo, no bien había andado
tres pasos hacia el oeste, me clavó su aguijón una curiosidad repentina.
Me volví y le pregunté a boca de jarro:
..........-¿Cómo sabes todas estas? ¿Quién te ha
dado tales informaciones, Vientre en Acecho?
..........-Me sorprendes ampliamente. Ella es la
fuente de nuestras informaciones.
..........-¡Cómo ella! ¿Quién es ella en este
caso?
..........-María
Parabellum.
..........-Oh no, exclamé
angustiado -dijo José-: ¿Y por qué te lo ha dicho a ti
solamente?
..........-En el desquiciado
instante de la agonía, una mente se comporta de un modo lógico y lúdico
a la vez. Ella me previno que a esta hora (y no a otra hora) pasarías
corriendo como un desaforado callejón abajo y me pidió que te esperara,
te atajara, te pusiera al tranco y te endilgara por el buen
camino.
..........-¿Así es que sabe que
estoy aquí y no en el Faro?
..........-¡Me
estás viendo las canillas, José!
..........-¿Y desde cuándo ella merodea por los
Tajamares?
..........-¡Ah no! Si me sigues
apuntalando por la brecha trasera me erizo. Sabes muy bien que la
mujerona nunca ha salido de aquí: ella vive aquí.
..........-¡Protesto! -gritó Ari Skaldaspillir,
descargando un druídico puñetazo sobre la cubierta de la mesa. La
botella vacía rodó al suelo y las copas soportaron el batatazo
penosamente agarrándose a los nudos ciegos de la madera. El golpe se
mezcló con el vendaval exterior: tal como el vendaval exterior
repercutía dentro de la habitación octogonal, el golpe exasperado de
Skaldaspillir repercutió afuera anudándose a la desperdiciada fuerza del
huracán.
..........-Reproduzco -dijo
calmamente José Tunante Júbilo- de manera literal las palabras de
Vientre en Acecho. -Hipó, se limpió la boca con el dorso de la mano, y
aclaró en seguida: -De quien, por otra parte, no tengo la menor
intención de dudar. En cualquier caso, espera el término de mi relación,
pues aún no he concluido y ella es muy circunstanciada, como puedes
oír.
..........Esta vez sí que bebió un
largo sorbo tras descorchar con orden y pulso la tercera botella de la
noche.
..........-Agarré camino a lo largo
de los Tajamares, tal como recomendó María Parabellum, por boca de
Vientre en Acecho. Vi pobladores que hacían esfuerzos para montar en la
balaustrada de cemento que encajona las aguas del río, algo frenéticas
en aquella estación por el fundimiento de la nieve y el desarrollo de su
volumen. Eran rostros cerrados, inquietos, que miraban con amargura
hacia la columna de humo creciente. Me resultaba insoportable la idea de
que el Adelantado fuera excluido por la fuerza de sus funciones, pero
más insoportable se me hizo la idea de que cumpliera con su palabra, una
palabra empeñada a grandes voces, en los estrados del pueblo, y
decidiera resistir solo. En efecto, no una, sino muchas veces, había
manifestado que sólo saldría de la Casa Capitular con los pies
adelante.
..........-¿Muerto?
..........-Muerto. Procuré irme mezclando poco a
poco al aumento del gentío, y cuando estuve mimetizado, deslicé una
pregunta como quien no quiere la cosa:
..........-¿Sucede algo allá lejos?
..........Ciertos ojos me pespuntearon la cara con
asombro.
.........-Hay humo -dijeron dos o
tres- y donde no hay fuego no hay humo.
..........Otros que me empujaban para treparse al
mirador sumaron sus opiniones:
..........-Creo que están atacando la Casa
Capitular, pues hemos visto pasar varias veces por encima de nuestras
cabezas un par de Halcones Cazadores.
..........-Escuchamos también órdenes y
disparos.
..........-La ciudad está llena
de Aciagos de la Tierra. Abandonaron los fortines y ahora se hallan
sobre sus hierros en todos los entreveros.
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