DIEGO MAQUIEIRA. La Tirana y Los
Sea Harrier serán reeditados:
El más pasado para la punta
Por Arturo Fontaine
Talavera(*)
Fuente: Suplemento Artes
y Letras de El Mercurio. 23 de noviembre de 2003
Maquieira,
"el más pasado para la punta que hay acá", es un animal poético que se
conserva en estado puro y salvaje. Sus dos libros más conocidos cumplen
ahora veinte y diez años de vida. Una reedición de Tajamar Editores,
con
dibujos de Eugenio Téllez, aparecerá en estos días para festejar el
doble aniversario.
Maquieira nos pone delante de paisajes mentales
derruidos, parchados, rehechos y desmesurados. Irrumpen estados del alma
terriblemente urgentes y trágicos o psicóticos. También los hay futuristas y sanguinarios,
cómicos y muy líricos, o de ciencia-ficción. Cada verso es una sorpresa.
Y cada uno sucede al otro con fluidez fílmica. Las comparaciones y
metáforas son frescas y ultraviolentas, refinadas y callejeras, gozosas
y divertidas cuando no directamente deslumbrantes:
"Con todos mis dedos y mis dientes en la
boca"
"Venía con la boca mordida de ayunos"
"Muy curados,
curados como frambuesas"
"Y soltó el racimo que traía en la
lengua"
"Mamándonos la dura belleza de la guerra"
"La miedo
enredada a la muerte"
"Las olas se subían y bajaban con
sogas"
"Me ven soplada por vientos que suben"
"Para enterrar
al mar hasta secarlo"
Esos son versos sueltos, extraídos. Pero Maquieira
los combina y aprieta en un tejido compacto, como el de una pelota de
golf, y suelta escenas de asombroso movimiento:
"Me han sacado el cielo de la luz
sólo
quedan mis brazos en el prado."
"No sabíamos cómo monjas
salir de allí
y ya estábamos pensando en dar la muerte
cuando
te vino un fuerte bajón a la cara..."
"De veras los
aguardábamos muy bebidos
dándonos baños calientes enfriados con
nieve
y chupando de una tina de uvas rosadas..."
"...los
Harrier iban remolcando el mar
iban en vuelo de traslación
curvando subidas
y dando bamboleos retroactivos ingrávidos
que
hasta podían soltar las alas en el aire
y volver a ponérselas más
arriba."
El oído, adiestrado por la métrica de los
clásicos, no falla los acentos:
"La yo tremenda, La volada, La feroz
monja
La que abrió la boca y me la
copiaron..."
Otros dos versos:
"Tumores, piernas rotas, cánceres en la cara,
ataques, huesos horriblemente chuecos..."
Diego Maquieira es el poeta del desenfado y
del humor más lúcido. Sus situaciones imprevistas y golpes de
adivinación dejan sin habla. Su escritura se salpica de palabrotas y de
alusiones culturales dejadas caer por aquí y por allá con mucha gracia y
desparpajo.
De golpe transcribe con alteraciones mínimas pero
justas textos traídos de otra parte: tratados, poemas, entrevistas,
crónicas antiguas, parlamentos del cine, historias, entradas de
enciclopedia. La tonalidad de su composición permite incorporar los
personajes más variados, y conseguir las mezcolanzas más curiosas y
fulminantes.
Vale la pena detenerse para mencionar unas cuantas:
Marlon Brando, los druidas, la Capilla Sixtina, los portaaviones,
Rembrandt, La Moneda, la Harley-Davidson, Fitzcarraldo, el decreto de
excomunión de Spinoza tal cual, me parece, Gianfranco Feltrinelli, los
radares, Horacio, la Torre Santa María, Peckinpah, el desierto de Nazca,
un soneto "chupado a Garcilaso", "la Estados Unidos" (¿una puta?),
claraboyas venecianas, las automáticas, una traducción de Carnevali, el
iridio, unos gorros de Armani, los indios de Chile según el padre Diego
de Rosales, Versace, hangares "fondeados en el cañón del Urubamba",
ediciones Urtext, la Inquisición, los hunos, Sebastián de Morra y
Calabacillas de Velázquez, Diego de Velázquez mismo que es también, en
cierto modo, Diego, el poeta, Guy Laroche, el cine Marconi, bazookas, el
marqués de Cuevas, los turbos, Salieri, Derrida, el Teatro Municipal,
Richelieu, un sofá Boeri diseñado por Gae Aulenti, Lacunza, los celtas,
el Concilio de Trento, en fin, "la Greta Garbo del cine chileno". Los
materiales más disímiles se incorporan y de alguna inesperada manera,
pertenecen.
Este montaje que pareciera caótico y caprichoso, este
girar siempre desplazándose, sin centro, esconde algo así como mensajes
cifrados que se presienten, pero no se revelan. Es, me parece, el
misterio de la gran poesía.
Humor y
desenfado
Las filiaciones de esta escritura hay
que buscarlas en Pound, en Cardenal, en Parra, en Kavafy, en Ginsberg,
en Carnevali, italiano cuya poesía está escrita en inglés, en Rilke -
sí, en Rilke, sobre todo en el de "Los Nuevos Poemas", cuyos ecos
resonaban más en "Upsilón", una colección anterior de poemas- todo ello
pasado por el tamiz de Huidobro, del surrealismo de Buñuel y Matta, de
su pintura y su palabra. Hay un cierto estado de ánimo lúdico afín al de
Matta, creo. Hay también toques de "La Naranja Mecánica", del film de
Stanley Kubrick. También de la poética musical de Strawinsky: "Un
compositor compone del mismo modo que un animal hurgue".
Pero el
sello de fábrica de Maquieira es que siempre descoloca. Y eso ocurre ya
en el plano de la construcción de su original "lengua adversa"; y desde
la propia frase que disloca - a veces dejándose ir sobre su superficie
sonora- . Gracias a ese resbalón da como por azar con un sentido nuevo
("un mar mareado", por ejemplo). Estos desplazamientos ocurren en las
mismas expresiones idiomáticas que trastoca o que simplemente se le
antojan:
"Ma mientras..."
"Me fui de
virgen..."
También en las maniobras inesperadas de
un hablante ubicuo y capcioso ("La padre, La padre llorona que nos
pajeó...") que cambia de ángulo, de identidad, de sexo y logra el efecto
de unidades fisuradas, movedizas y precarias. Pero sobre todo, en la
corporeidad de las figuraciones:
"Me puse algodón en los labios y los pegué
entonces di vuelta la tina
y rodé por el agua contra los
vidrios
intacta, con mi cuerpo iluminado
mirándome..."
(De La Tirana,
"XIV")
Ese "rodé por el agua" es una imagen
única y maravillosa que, más que una imagen, es ya una sensación. La acción completa es de una
extraña e inquietante belleza. Esa mujer enajenada que se llena la boca
de algodón, pega sus labios, da vuelta la tina y rueda sobre el agua
hacia los vidrios que iluminan su cuerpo y que, entonces, se mira, es
inolvidable.
La atmósfera en la que se desenvuelven los
personajes de "La Tirana", publicada en 1983, se impregna de erotismo,
de inspiraciones delirantes, o se enrarece a causa de las disciplinas
que imponen los inquisidores de siempre. Pendencieros atrabiliarios,
damas venidas a menos y deslenguadas se entregan con júbilo y desgarro a
las pasiones más destructivas y finales, a una violencia a veces
nihilista, a veces primitiva, y padecen encarnizadas y alucinantes
persecuciones.
"Y si bien vengo de una familia muy
conocida
Y si es cierto que me sacaron por la cara
Y que los
que están afuera me destrozarán
Aún soy la vieja que se los
tiró a todos
Aún soy de una ordinariez
feroz."
Habla otra mujer:
"Me ven soplada por vientos que suben
ya
nadie sabe lo que yo hablo
blanca como papel apenas me ven la
vida..."
El humor reaparece a cada rato. Como
ocurre con este personaje ambiguo, quizás una puta, quizás un
travesti:
"...cuando me subí a la bóveda
central
ayudada por el griterío de mis monos
y vi abajo muchos
demonios cochinos
caminando, dando saltos, y gozando
peludos
con el alma manchada bajo el barro
Saltó uno y me dijo: Camarada,
Hermana,
La fisco avara, La Hilda Doolittle
La estreno para
Chile
La que ya me van a ver estos confianzudos
porque sólo lo
que ven, les abre los ojos"
Los últimos dos versos los dice ella,
pienso. En ocasiones, como por ejemplo en "Nuestra Vida y Arte", la
sátira es social:
"Nuestra noble ilusión de la raza:
El
hombre no era un noble salvaje
Sino un salvaje innoble, muy
lejos
De la mentira romántica de
Rousseau."
Eso aparece en la sección "Castrati"
del poema. Luego, en la sección "Lecturas Negras", se dice:
"Haber sido unos grandes copiones
Fue lo
nuestro. Copiamos en ediciones
Urtext..."
Es asimismo el caso de "El Gallinero",
el poema más citado de Maquieira:
"Nos educaron para atrás padre
Bien
preparados, sin imaginación
Y malos para la cama.
No nos quedó
otra que sentar cabeza
Y ahora todas las cabezas
Ocupan un
asiento, de cerdo."
Ese "sentar cabeza" que se transforma
literalmente en un sentar la cabeza en "un asiento, de cerdo" es un
hallazgo típico del sentido del humor de Maquieira. El poema sigue y
concluye algunas estrofas después:
"..Y así, entonces, nos hicimos grandes:
Aristocracia sin monarquía
Burguesía sin aristocracia
Clase
media sin burguesía
Pobres sin clase media
Y pueblo sin
revolución."
(De La Tirana , "El
Gallinero")
En medio de estos ambientes cargados y
a punto de explotar, llenos de revoltura interior y saturados por las
presiones de los preceptores de la Contrarreforma y de sus impúdicos
adversarios, en medio de agresiones y regresiones insanas, todavía se
abre espacio al amor:
"y escúchame que ya no voy a hablar
más
El amor que yo llevo adentro es terrible
es como arrasar
viento y conmover despojos
se va acercando a los ojos de
Dios..."
El tema religioso insiste en el poema
una y otra vez:
"Diego me vi de repente en el vacío
Me
vi cayendo, cayendo muy abajo
Como María abrazándose al palo de
la cruz
Como Lerma echado sobre tu
sofá tan bueno
Porque jamás en mi despiadada y fría vida
Me
había ablandado un Dios que me
sonriera..."
De pronto, el hablar intermitente de alguien que
es "...una bolsa llena de amor desocupada...", se nos pierde angustiosa,
conmovedoramente:
"Qué gran final es morirse,
Velázquez
Tengo una tristeza de cadena perpetua
Soy la que
vine de arriba abajo
Soy la que cae desde más alto
Pero soy la
que se viene abajo entera
No la que está muriendo a
pedazos
Soy la única que va quedando
la ultimada belleza, la
Santa Escándalo
que te ilumina el alma de repente
y no por la
luz que te hago llegar
sino por la vida tremenda que llevo
ya
ando tocada, tocada como una balsa"
(De La Tirana,
"XXII")
Como esta "ultimada belleza", las más de las veces
los personajes de los poemas de "La Tirana" están poseídos por una
energía vigorosa, pero de ímpetu fatídico:
"Por que no queríamos que quedara
nada
ni el polvo, ni el recuerdo de haber vivido
ni la
despedida final de esta maldita
vida."
"Los Sea Harrier" fue publicado en 1993 por
Editorial Universitaria, Galería Plástica Nueva y Morgan Impresores,
pero algunos de sus poemas habían sido incluidos en "Los Sea Harrier en
el Firmamento de Eclipses. Poemas de Anticipo. 1984-1985", plaquette
editada en 1986 por Francisco Zegers Editor. Maquieira despliega aquí
una suerte de poesía de ciencia-ficción. En un ambiente futurista que
recuerda la película "Blade Runner", se multiplican vicisitudes lúdicas
y guerreras de inigualable imaginación poética.
Los poemas narran
una serie de combates de una banda de rebeldes y libertinos que pilotea
los Harrier en lucha contra los aviones Mig y los Mirage de los
milenaristas. Su religión, explica uno de ellos, "no es un manicomio de
adivinos".
"Su estructura profunda e inamovible
no
es libertaria, sino sacramental
y por lo tanto, jerárquica, ¿me
sigue?..."
Y luego en el mismo poema:
"Nuestra liturgia no vive de
escalofríos
y sorpresas, de ocurrencias cautivadoras
sino de
repeticiones solemnes.
Y así seguía mientras yo seguía
bebiendo
hasta que lo calmé en un momento dado
y le dije: las
brevas van una maravilla."
Para los milenaristas sus enemigos son "los
epicúreos y los hedonistas", "esos vagos y ladrones" a los que hay que
hacer desaparecer para "poner orden". Visto desde el bando opuesto, el
triunfo de "la posma milenarista" representa "la consagración de las
utopías". Ellos son "los moluscos de la religión de estado", son los
"camotes doctorados en dogmas" que temen la libertad inexplicable del
amor, "el fasto de la belleza", del vino, de la imaginación, del exceso.
Les asusta tanto el gozoso desorden de la vida como la ferocidad
implacable de la muerte.
"Volábamos en nuestros acojonantes
Harrier,
volábamos como un mar mareado
jubilosos de perpetuar
el ataque..."
Los milenaristas parecen tener una visión
unificada de las cosas. Creen en un sistema total, viven adentro de una
maquinaria de dogmas, razones y justificaciones. Procuran expurgar
completamente el mal y están seguros de preparar así el regreso del
Paraíso terrenal. Pero en un momento de veracidad entre ellos surge una
duda y alguno nota que, tal vez, no son tan distintos de sus enemigos
como se podría pensar. ¿Será su milenarismo un disfraz del nihilismo? ¿O
un terror a la desesperanza que se niega?
"Ratz, nosotros no deberíamos
estar
haciéndonos esto unos a otros.
Ya no quedamos muchos
muñecos culeados
en las radas de estos
puertos."
Una descripción histórica de las costumbres de los
antiguos celtas, renovada en el poema, quizás dé una idea de esos
hombres de los Harrier, que viven "llenos de amor y de desastres del
corazón":
"No conocíamos ni la humildad
ni la
caridad, ni la abnegación
ni la dulzura
Eramos serios y
semifabulosos
y adorábamos a nuestras esposas
que adoraban el
falo y el oro."
(De Los Sea Harrier, "Ars
Vitae")
Más adelante, después, de "haber dejado sollozos a
los milenaristas..."
"Llegamos con atados de clonas y con sacos
de alcohol
Yo traía mi reposacabezas y mi sillón ampliado
para
regalárselo al ministro Coritani
que nos esperaba con animales
salvajes sueltos
en cubierta que parecía un desfile de
abrigos
de pieles..."
Este extraordinario poema concluye así:
Ma mientras nos venían rastreando unos
buzos
que entonces interceptamos con esparcimiento
y les
dejamos ver el momento en que saltamos
en bueyes por los lados
del portaaviones al mar
a bautizar a las clonas y a llenarlas de
gozo
Nos quedamos ahí
montándolas en medio del mar
hasta que subimos a echarnos a los
toldos
de la privacidad."
(De Los Sea Harrier, "Nuestro portaaviones a
vela")
Hacia el fin, y después de haber levantado en
medio del mar "un faro de paredes de papiro", se han perdido "unos mil
Harrier en el cielo" y sus hombres están
"extenuados por los combates de
noche
que libramos hacia la captura de
Dios."
Los sobrevivientes, hundido el último portaaviones
a vela, y "más desnudos que la luz" hacen una balsa con "las tablas
sagradas" y, aún "no venerables sino venideros", suben
"como una cerilla que desataba la luz
y
encendía un faro entre las
estrellas."
Poesía en la que las palabras saltan de puro
vivas. Maquieira tiene ángel. No se parece a nadie. Tiene el don. Es un
poeta entre los poetas. Ha inventado una belleza enteramente nueva e
irrompible.
(*) Ha publicado,
entre otros libros, "Tu nombre en vano" (poesía) y las novelas "Oír su
voz" y "Cuando éramos inmortales".
DIEGO MAQUIEIRA: "La
Tirana. Los Sea Harrier"
Tajamar Editores,
2003.