.......... Diego Maquieira, poeta joven, no tan joven, de la generación que
nació en la década del 50 y empezó a publicar en la del 80, volvió hace
unas semanas de Haveford College, en Filadelfia, USA. Un college
de niños ricos instalado en un área de pastos verdes que parece una
cancha de golf. Mil alumnos y 85 profesores. "Vecino de Byrn Mar el
famoso college de mujeres, y de Swarthmore, college,
co-educacional, con los que comparte escritores residentes, recitales de
poesía y algunos seminarios".
.......... En el college-cancha-de-golf en medio de un paisaje digno
de inspirar contemporáneas églogas, Maquieira pasó cuatro meses en
calidad de poeta residente. Pero no fueron bucólicos poemas los que
surgieron de su máquina de escribir, sino ensayos sobre poesía
hispanoamericana para el curso que dictó sobre el tema, además de
trabajar con un grupo de alumnos en un taller abierto de poesía. Trabajó
también en lo suyo, su poética obsesionada por el poder, contra el
poder: "...la guerra contra el poder no se ha ganado nunca. El poder es
la fuerza que genera la barbarie. La fuerza de la cultura produce
civilización".
.......... El poeta declara que su estadía en los Estados Unidos fue muy
positiva, tanto para él como para su mujer, la pintora Patricia Ossa.
Estimulante el contacto con creadores de otro país, de casi otra
cultura, por las condiciones y circunstancias vitales, por las visitas a
los museos tan ricos de la zona, particularmente Washington y Nueva
York. Patricia Ossa pensó el viaje como unas vacaciones -acompañando a
su marido- pero el contacto con las obras maestras de los museos y la
nueva pintura fue tan estimulante que pintó, no sólo pintó, sinó que
empezó un nuevo camino plástico, diferente al de su producción
chilena.
.......... Le pregunto por sus contemporáneos, los poetas "no tan jóvenes"
-insiste- "todos bordean los cuarenta". Tiene razón, leo en la prensa
anuncios repetidos de talleres de poesía, como el de la Fundación Neruda
que reunirá a 10 poetas escogidos entre 145 postulantes, sí 145,
invitados a seguir el camino del dueño de casa, el que empezó tan joven
como ellos. Tenía 20 años, Pablo Neruda, cuando escribió Crepusculario y
Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Dudo que un Taller de
Novela atraería a tantos prosistas. Alguien dijo que en Chile sólo se
podía escribir poesía y cuentos cortos, porque es más barato que
escribir novelas. Que las condiciones económicas del país en gran parte
excluyen las obras que no dejan tiempo para ejercer un trabajo
lucrativo, contemporáneo al literario. Hipótesis, una cierta economía de
mercado digna de un Chicago boy más que del intelectual que la elaboró,
pero no deja de tener razón. En todo caso, Chile siempre ha sido tierra
de poetas. Mistral y Neruda, premios Nobel de una misma generación a la
que también pertenecián Vicente Huidobro y Pablo de Rokha, Ningún
prosista que los emule; luego Parra, Lihn, Teillier, y así hasta los
novísimos.
DIRECTOR DE
POESÍA
.......... Diego Maquieira ha publicado tres libros hasta la fecha:
Upsilón, La Tirana y Poemas de Anticipo. Estos son, como
su nombre lo indica, un avance del libro en el que actualmente trabaja.
Dice que suele publicar anticipos de sus escritos en forma de libros
porque en Chile no existen revistas literarias como Babel en
Buenos Aires o Vuelta dirigida por Octavio Paz, en México, donde
podrían aparecer antes de su publicación oficial. "... Poemas de
anticipo es una especie de poema épico sin llegar a serlo en el sentido
tradicional" explica, "es más bien un relato de aventuras. Yo me
considero director de poesía más que poeta, como soy director de cine,
por eso lo de las aventuras, de una guerra entre los druidas, céltas,
vándalos y otros pueblos primitivos rebeldes, que luchaban contra el
Imperio Romano". Un salto en el tiempo incluye en el poema a los
capos Colombo y Genovese de las "familias" mafiosas
siciliano-neoyorquinas; a Toesca, el arquitecto de La Moneda y al
diseñador Giorgio Armani. Maquieira habla también de las influencias que
gravitan en su obra: T. S. Eliot, Ezra Pound, Garcilaso, Sor Juana Inés
de la Cruz, Cátulo, Propercio, la literatura anglosajona, y Nicanor
Parra, "muy importante", y de los ensayistas de su generación,
Gallegher, Hopenhayn y Cussen; también el pintor Roberto Matta, que
incluyó en su curso de poesía.
.......... Hijo de diplomáticos, pasó su infancia viajando. Le pregunto si
le gustaría vivir fuera unos años, como Neruda, Mistral y Vicente
Huidobro, expatriados que escribieron gran parte de su obra en el
extranjero,que quizás necesitaron vivir fuera de contexto para crear.
Contesta que no, que le gusta viajar, pasar fuera temporadas -piensa
volver a Estados Unidos el próximo año con otra invitación-, pero que no
se lo cuestiona; siente que tiene que estar aquí, que es en Chile donde
escribirá su obra. "En este país, que se ha caracterizado por la
enajenación de lo propio y la apropiación de lo ajeno; este país cuya
naturaleza es más fuerte que su historia, que a pesar del momento
político tan perturbador, nos agarra y nos retiene". Habla en plural
porque cree que interpreta a muchos de sus amigos poetas con los que no
hace vida "bohemia". "No somos grandes comedores, como algunos de los
"malditos" de las generaciones anteriores, ni cafetómaos ni, incluso,
grandes conversadores que alargan las noches compartiendo sueños e
ideales". Trabajan en lo que pueden, y escriben. El poeta nombra a
quienes conoce y admira; -él mismo hace videos comerciales-, Raúl
Zurita, este año "escritor residente" en la Universidad de La Frontera
en Temuco; Arturo Fontaine, director del Centro de Estudios Públicos;
Soledad Fariña, secretaria de Flacso; Erik Polhamer, profesor y
periodista; Eugenia Brito, profesora; Juan Luis Martínez, José María
Memet, Carmen Berenguer, Verónica Sondek, Cecilia Vicuña y Marjorie
Agosin, y Gonzalo Muñoz, que trabaja en publicidad. Dice que hay más,
pero no los conoce o están fuera.
.......... Le pregunto qué sintió al volver a Chile: "Que Santiago era un
gran barrio bohemio, desde Pudahuel; todo un barro bohemio, donde La
Moneda se parece al Club de La Unión, el Club de La Unión se parece al
restaurante Torres y el restaurante Torres se parece a la taberna El
caballo blanco, donde se emborrachaba Dylan Thomas en Greenwich Village
y donde el barrio de Bellavista podría ser una boutique, en
Washington Square.
.......... Neruda, Maquieira, Huidobro, Zurita, Mistral, Lihn, Teillier,
Parra, Fontaine, Fariña, De Rokha, Brita, Vicuña, Vicuña Navarro,
Sondek... y la lista sigue y sigue, en otra crónica.
En Diario La Epoca, Santiago 3 de
julio de 1988