Proyecto Patrimonio - 2012 | index | Marco Aurelio Rodríguez | Autores |






 

 

 

 

 





VEO A LOS HOMBRES, PERO LOS VEO COMO SOMBRAS QUE CAMINAN

Presentación del libro de cuentos
LA NOCHE OSCURA DEL ALMA

Por Marco Aurelio Rodríguez
(marcorod@uc.cl)
Corporación Cultural de Las Condes, Julio de 2012

 

.. .. .. .. .. .. ..  

Me vivifica el alma pensar los arquetipos de lo femenino que plantea Jung; me inquieta cuando los grandes iluminados, azuzados por el “despertar de la conciencia”, transitan las vías que conducen a la susodicha Alma a su éxtasis de Amor Final, tal vez porque la santidad no va conmigo.

No sé, en todo caso, si el alma se entrega, se gana, se evapora.

Incluso la oscuridad del alma podría tener su correlato diferente al de los místicos, que los llevará, a muchos de ellos, a convertirse en santos, y a otros, quizás, a reconciliarse con su vocación de hombres, anacoretas, réprobos, quizás todo dependa de la cantidad de luz que derroche toda esa tan oscura alma que enfermó de embeleso a San Juan de la Cruz y que llevó a clamar a Santa Teresa de Jesús: “Yo estoy quietamente extasiada, cuando observo que al llegar a este estado, el alma no tiene más éxtasis”.

No sé si existirá una melancolía en la oscuridad del alma o una nostalgia de su imposible candidez, como lo insinúa Hai Zi en las palabras que recogen mi libro: “yo sólo deseo estar de cara al océano, en la tibieza primaveral que abre las flores”. El poeta chino, y esto es simplemente un dato consumado en palabras, optó por el suicidio cerca de la gran Muralla impasible.

La noche oscura del alma está hecho de intuiciones y de guiños. Creo que El Mago del Palito recortando las siluetas de mis amigos en el país perdido de mi infancia, es el único ser absolutamente real del libro, lo que me lleva a una fábula referida por Borges de un literato, Wu, de Ch’iang Ling, que había insultado al mago Chang Ch’i Shen. Seguro que éste procuraría vengarse, Wu pasó la noche levantado, leyendo, a la luz de la lámpara, el sagrado Libro de las Transformaciones. De pronto se oyó un golpe de viento, que rodeaba la casa, y apareció en la puerta un guerrero, que lo amenazó con su lanza. Wu lo derribó con el libro. Al inclinarse para mirarlo, vio que no era más que una figura recortada en papel. La guardó entre las hojas. Poco después entraron dos pequeños espíritus malignos, de cara negra y blandiendo hachas. También estos, cuando Wu los derribó con el libro, resultaron ser figuras de papel. Wu las guardó como a la primera. A medianoche, una mujer, llorando y gimiendo, llamó a la puerta. ―Soy la mujer de Chang ―declaró―. Mi marido y mis hijos vinieron a atacarlo y usted los ha encerrado en su libro. Le suplico que los ponga en libertad. ―Ni sus hijos ni su marido están en mi libro ―contestó Wu―. Sólo tengo estas figuras de papel. ―Sus almas están en esas figuras ―dijo la mujer―. Si a la madrugada no han vuelto, sus cuerpos, que yacen en casa, no podrán revivir… Wu, maldiciendo a los magos, devolvió solo uno de los hijos recortado en papel.

A propósito de esta resoluta dama china, todas las mujeres que aparecen en los relatos del libro son pura ilusión, bocanadas de sombra. La madre más hermosa, la enamorada impávida, confunden a mi madre real con la Bella Durmiente.

Todo al final de cuentas es como ese relato de la casa misteriosa que en su feo ventanal mostraba una cantidad de muñecas de trapo que se veían extrañas desde la calle, a veces hermosas, a veces tumultuosas, pues la escena nunca permanecía igual: y es que cada vez que desaparecía una de ellas, había llegado un buen cliente a esa casa de muñecas, o casa de putas. Esta es una historia que, muchos años atrás, me contó un buen amigo advirtiéndome que en realidad yo se la había contado a él, asunto que no recuerdo en absoluto, lo que, en todo caso, no importa.

La realidad, como lo sostiene otro de los relatos, son células de nuestra experiencia que van mutando en la medida de lo posible y de lo necesario, y no lo que te hacen creer. Aunque a veces se produzca una bruma en el lugar del alma: ¿O todo no era nada más que un sueño lleno de objetos colmados de tristeza, que aparecen y desaparecen nada más que para burlarse de uno?

Hay un secreto —o quizás una intuición— que a veces he creído encontrar en un croquis de Balthus vapuleado por el peso de la censura, o en una Sinfonía de Mahler o en un video de rock de un tema cuyas notas repaso en mi memoria pero que nunca ha regresado, sí en cambio recuerdo la casa sigilosa donde lo oí y los fragmentos de las dos amigas que bailaban la falsedad parsimoniosa de la canción que no sabían. Arthur Machen seguramente obtuvo la revelación y la desperdició en el proceso inverso llevado a cabo por Jung: los espectros se han convertido en niñas. Sombras revolotean en la oscuridad del alma, pabellón de Bellas Durmientes. La realidad nos confunde; y así los cuentos infantiles muestran violaciones, incestos y seducciones burdas de niñas con ansiedad de lobo.

Hay princesas que creen en su hermosura o en el bótox, reyes solitarios que, abyectos, asesinan a sus súbditos, bosques encantados que son arrasados en la Amazonía a razón de una hectárea por minuto. La realidad nos conduce al abismo de nuestro propio ser, como a Altazor. Somos arrastrados como animales a los malls; imágenes presuntuosas son las que nos envuelven. Todo es simulacro, como sostiene Jean Baudrillard. Por eso que el sarcasmo de Swinburne puede leerse como beatitud final: “Del mucho amor de vivir,/ De la esperanza y el temor ya liberados,/ Nos apresuramos a dar las gracias,/ A cuantos dioses existan/ De que no haya vida eterna,/ De que los muertos no resuciten,/ Y de que hasta el río más extenuado/ Se deslice ya seguro hacia el mar”.

Por eso la literatura debe leerse como embriaguez, como ilusión, como santidad. Como una nueva primavera.

Que estemos hechos de la misma madera de los sueños no significa necesariamente que seamos fantasmas o figurillas recortadas por El Gran Mago. Oscuridad, sombras no somos de esos objetos a los cuales llamamos realidad, pues, la verdad infinita es que nosotros somos la realidad de esas sombras: y así funciona la cajita de música del mundo. ¿Escuchemos su música…?



 

 

Proyecto Patrimonio— Año 2012 
A Página Principal
| A Archivo Marco Aurelio Rodríguez | A Archivo de Autores |

www.letras.s5.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez S.
e-mail: osol301@yahoo.es
VEO A LOS HOMBRES, PERO LOS VEO COMO SOMBRAS QUE CAMINAN
Presentación del libro de cuentos LA NOCHE OSCURA DEL ALMA
Por Marco Aurelio Rodríguez
(marcorod@uc.cl)
Corporación Cultural de Las Condes, Julio de 2012