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Un lacrimal detenido forzosamente
“Como una lágrima en la lluvia”, de Chary Gumeta. Ediciones Andesgraund, 2019

Por Marcelo Arce Garín


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Sobre mi primer hermano, el bandolero, sobre mi segundo hermano el cojo, sobre mi tercer hermano el limpiabotas,
sobre mi cuarto hermano el mendigo. Escribo en tu nombre.

Sobre mis compañeros de la mala vida, sobre mis compañeros desempleados, sobre mis compañeros
asesinados, escribo en tu nombre. Libertad.

Pier Paolo Pasolini

Un peso enorme cae sobre los hombros de Centroamérica y América Latina, la penita nos roe la mañana, nos roba la inocencia y apretamos nuestros dientes con rabia, resignación y dolor. Chary Gumeta le canta al dolor, a las mujeres valientes que gritan desesperadas por el paradero de sus familiares víctimas de la violencia social. Narcotráficos, violadores, dictadores, poder y egoísmo se unen para avasallar a los pueblos, apunta a las lágrimas que inundan nuestro interior “por mis venas corre un mar/no lo conocen/nadie lo mira/escondido está bajo mi piel/de noche en mis ojos asoman sus olas/le busco otro cauce/nadie se da cuenta/existe” nos susurra en su poema Mi Mar.

Veracruz, Ayacucho, San Bernardo, Chiapas o La Paz, en cada ciudad hay una desaparecida, una historia acallada por sicarios insolentes que obligan a alfilerear el rostro en la solapa, mujeres corajudas que se organizan para mitigar su dolor y alivianar la búsqueda, La Agrupación de Detenidas y Detenidos Desaparecidos en Chile, Las Rastreadoras del fuerte en Sinalóa, Madres de Plaza de Mayo en Argentina y otras muchas más que luchan día a día con tremendas convicciones en una sociedad donde la mujer es una cifra y un cuerpo, un pedazo de carne para solventar el placer, un cuerpo para desechar.

En el poema “Esa bala atascada en la pared” Gumeta nos dice “Esa bala atascada en la pared/tiene prensada a un alma. Primero le mataron a José/después a su hijo mayor. Se pasa los días sentada/en el quicio de la puerta. Espera/venga la muerte/también por ella”.

Cifras alarmantes de femicidios sacuden día a día las estadísticas de los noticieros, mujeres NN arrastradas a la muerte, victimarios cobardes que tranzan sus sentimientos por propiedad privada. El paneo que nos propone Chary en su libro, son todos estos cuerpos apilados, chorreando sangre y hematomas en la epidermis, rostros desfigurados que denuncian la matanza, sicarios primerizos traicionando a su propio pueblo, balas locas que acallan al inocente, Políticas de estado sucias que avalan la matanza, sueños truncos, un quiebre insolente que nos llena de muecas horrorosas “es difícil seguir leyendo/la sangre seca manchando aquél periódico/no permite seguir la lectura”.

Un ejercicio de memoria potente es reconstruir el cuerpo con las ropas del cuerpo ausente, como un rompecabezas que ordene nuestra rabia, se produce ese acercamiento a la persona amada, primero la blusa y la falda desparramada en la cama, los zapatos de tacón, una bufanda arruinada y el corazón morado a puñetazos. En el poema llamado Desaparecido Chary Gumeta nos devela esta situación:

Es verdad Alejandro
No duermo como debe ser, hace años
Arrinconé la vida junto a la cama
Donde abrigué los sueños que ya no tienes.

Anoche escuché tu entrada
Tarareando esa canción que solías cantar en las mañanas
Corrí a tu encuentro,
Mis ojos se toparon con tu auscencia.

Si, Alejandro,
El aire se queja
Trae tu nombre entre murmullos,
Vuelvo a recordar el día cuando saliste de casa.

Desconsolada por tu extravío
El desaliento me apresa
Mientras camino en medio de todo lo que existe.

Traigo a cuestas un sinfín de culpas,
como aquel día que fuiste a la cantina
y yo molesta,
te insulté, ahora me arrepiento

Alejandro,
Estoy a solas en tu cuarto
Mis lágrimas miran todo lo que tocabas
Te gustaba esa camisa
Ahora bien planchada cuelga de su gancho
La tomo entre brazos
Imagino tu calor a mi lado.

Te fuiste,
No encuentro el camino de tus huellas
Recogí hasta mi último paso
Y no te puedo encontrar

Alejandro, no desesperes
Te sigo buscando.

La única forma de cicatrizar las heridas, de atenuar las llagas es con la memoria. Una potente fórmula para que las cosas no vuelvan a repetirse, que el canto de la mañana sea nuevo día a día, que mitigue las injusticias y el dolor, que siga fluyendo el agua en este potente poemario que también es denuncia, que las voces muertas nos acompañen esta tarde y compartan junto a nosotros, que el rocío renueve las risas convertidas en compunción y Como una lágrima en la lluvia renovemos el canto libre ya que:

También en el sur/se matan palomas

 

San Bernardo de Chile, abril de 2019.

 



 

 

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Un lacrimal detenido forzosamente
“Como una lágrima en la lluvia”, de Chary Gumeta. Ediciones Andesgraund, 2019
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