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De como derramar hiel y no amargarse el pepino
Marcelo Arce Garín
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A hiel avanzamos por este episodio, lamento y fiesta asombrados de candor.
A fuego lento se desparrama la verborrea desabrida, que de tan apesadumbrada; entre el visillo y el comedor fluye asolapada la ternura.
Foucault nos sopla en la paila:
" ...La histeria, el onanismo, el fetichismo y el coito interrumpido, hasta aparecer el sexo como sometido al juego de todo y la parte , del principio y la carencia , de la ausencia y la presencia, del exceso y la deficiencia, de la función y el instinto, de la finalidad y el sentido, de la realidad y el placer ...".
Un canto adverso nos ampara en la poética de Álvaro Cordero. Aspereza. Ya que " las mujeres solo dan lo mejor de si".
Una angustia en el devenir solo. Rabia contenida para masticar la zozobra, porque " no eres una mujer / sino sólo un cuerpo / a lo ancho de la cama".
La política de Cordero es un cuerpo tardío, ajeno y remoto, pervertido a sus anchas. Un tráfico amargo.
"En mis manos sostengo trozos
de aquellos lugares recorridos
la baranda que separa el río
y nuestros propios cauces
la biblioteca y nuestro secreto
escribir en el pecho del otro
la tinta hirviendo
la pluma afilada
en la orfandad de tu cama
al ritmo del aletear de tus piernas."
La moral no alcanza en este juego, subversivos nos volvemos al repasar estas hojas. Bastardías selectivas se oyen desde acá.
Clotario Blest seduce al público con su amor, recorre a hiel la rebelión:
"Compañeros, debemos comenzar nuestra acción combativa hoy, todos compañeros debemos avanzar por las plazas, debemos avanzar por las calles céntricas de Santiago para demostrar nuestro valor y todos avanzaremos por los dos puentes que están más cerca para demostrar nuestro valor y que somos esto y mucho más".
Múltiples voces acechan en este libro de Álvaro . Perdámonos en serio por las calles para encontrar el amor.
A hiel.
San Bernardo verano del 2014.
