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Persistencia del llantén
Caja de Cambio de Marcelo Arce Garín

Por Jaime Pinos



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Y la conciencia de la pérdida/me da la conciencia de mi diversidad/¿Qué sucederá a partir de esta noche? Con estas palabras de Pier Paolo Pasolini se inicia este libro. Caja de cambio. Mecanismo del movimiento. Engranaje de las velocidades en que transcurre este trayecto textual e imaginario. No un libro de poemas, más bien un largo plano secuencia. La cámara que filma, sin interrupciones, que recoge fragmentos de voces, lugares, objetos. Relato que se articula durante ese ejercicio de recolección y montaje de registros actuales e imágenes de la memoria. La conciencia de la pérdida, escribe Arce citando a Pasolini. De eso habla este libro. Cabe entonces preguntarse qué es eso que se ha perdido y que estos poemas tratan de hacer patente.

La patria se triza en mil pedazos/su columna/es astilla uniforme/mancha del ocaso. Un país hecho pedazos. La patria desmembrada, astillada su columna, repartida en los mismos lugares del dolor que nombran las tres secciones en que se divide este libro: Fractura. Llagas. Costra. Poesía que se escribe entre los escombros y las ruinas. En ese contexto, la perspectiva de este libro, sin embargo, es aún más específica, más localizada. Esta es poesía provincial. Su locación son las calles laterales y las ciudades provincianas a las que alude The Smiths en la citada letra de Panic. Pánico en la provincia. Una provincia cuya vida cotidiana ya está muy lejos de cualquier bucolismo tras la exposición por décadas al mismo capitalismo que la ha depredado en los grandes centros urbanos. Una provincia que podría ser San Bernardo, si se atiende a los epígrafes de Boris Calderón y Yuri Pérez. Pero que también podría ser cualquier otro lugar periférico trasformado, cualquiera sea la distancia geográfica de la metrópolis, por la ocupación cultural del dinero y el consumo que copa toda la extensión del largo y angosto territorio. 

Leído el libro desde esta perspectiva, vale la pena volver a Pasolini y citar en extenso un texto suyo incluido en Escritos Corsarios. El texto se llama AculturaciónNingún centralismo fascista ha logrado lo que el centralismo de la sociedad de consumo. El fascismo proponía un modelo, reaccionario y monumental, que luego se quedaba en letra muerta: las culturas particulares (campesinas, subproletarias, obreras) seguían obedeciendo imperturbables a sus modelos antiguos. La represión se limitaba a obtener su adhesión de palabra. Hoy, por el contrario, la adhesión a los modelos propuestos por el Centro es total e incondicional. Se reniega de los modelos culturales reales. La abjuración es un hecho. Se puede decir, por lo tanto, que la “tolerancia” de la ideología hedonista implantada por el nuevo poder es la peor de las represiones de la historia humana. 

Estas palabras, escritas a inicios de los setenta en Italia, sirven para describir el paisaje vital y humano en que los textos de este libro se despliegan. Aculturación. Victoria total del centralismo de la sociedad de consumo sobre las comunidades locales, sus costumbres, su lenguaje. Homologación de toda identidad particular a la gramática impuesta por el poder central. Una gramática de la alienación definida en dos palabras por el mismo Pasolini: consumo más televisión. Los cartoneros comunales/se toman la calle/y el frío parte sus manos/gruesas/como cuero de leguero, escribe Arce. La comunidad es lo perdido en un espacio ahora inhóspito y ajeno, donde el frío y la pobreza se han tomado las calles. Donde El corazón morado a puñetazos/solloza en las cornisas. Donde la explotación es la misma que en todas partes: Hijo del lumpenaje, te oprimen cadenas,/y esa injusticia no puede seguir. 

Esa es la situación. Sin embargo, estos poemas, estos cortos filmados en travelling, asumen la tarea que le cabe a toda poesía verdadera: resistir. Recuperar en este caso lo que aún sobrevive a pesar del avance incontenible de la aculturación capitalista. Lo que su maquinaria se empeña sistemáticamente en ocultar o borrar. Buscar las huellas del pasado que sobreviven a contramano de las mutaciones que impone el centralismo del consumo. La poesía es siempre un trabajo de identidad y memoria. Hacer ese trabajo sin nostalgia, con el afán de encontrar las metáforas correctas para nombrar lo que todavía late en esas calles laterales de los pueblos provincianos, a pesar del arrase y la uniformización.

La historia de viejos cines barriales que devienen en templos evangélicos: Tardes invernales/tres por uno/Cine Moderno/Cine Continental/viejo teatro/casa del señor/morada de ratas/PARE DE SUFRIR. Canciones olvidadas, sentimentalidades de radio en la cita al clásico programa de tangos de Alodia Corral: clavijas de arrabal. Canto del cuculí que aún puede escucharse en medio del ruido si el oído está realmente atento. Persistencia del LLanten/yerba bella plebe que todavía crece a pesar del avance del cemento. 

Valparaíso. Diciembre de 2016


 

 

 

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