Quisiera creer que la transformación causada desde Franz Kafka, pausada por Vicente Altazor y Boris Lobo-Hombre, hasta el extravío ―desvaríos, desprecios, aventuras del yo― de los escritores actuales, y se me vienen a las alas de mi mente variados holometábolos de seda, obedece al sofisma que es la vida del hombre y no a la metakinesis de un escarabajo o lobo o Sentimiento Artificial (IA) incomplaciente a la hybris lepidoptera de Chuang Tzu. La literatura después de Gregorio Samsa el insecto que tiene de padre... a un ser humano (¡horror!) se ha antipoeticado, que es decir se ha automedicado o automedicamentado en estado de bicho parriano: han de saber los lectores que las parras en Chile son una leche pedestre y sulfurosa, similar al licor de las abejas y las diosas y al bromuro de los escritores jubilosos. “Gregorio Samsa se ve transmutado en su rata Josefina que escribe notas a Rataplum”: Siempre la transformación es de alguien que escribe. El texto es una telaraña (una tela-hombre, una tela que atrapa escarabajos), no sin par la palabra texido tiene que ver con ese arte de las arañas que al principio fue de ellas (Penélope, sospechan, fue la que enredó a Ulises y lo encerró en una cripta caballo de Troya), tanto en Japón de historias de almohada y de sueños, como en China de Chuang Tzu que es mariposa y caballo y muchacha o las Scheherezade que provienen de hermoso lugar igual que el disco de Enheduanna. Siempre la transformación es de alguien que finge ser palabras. Franz Kafka, cual mariposa que se atreve a la luz, pidió quemar su obra. Rimbaud, mucho antes (no hay iluminaciones que perder, ya viene la golombrisa) tuvo su temporada en África donde seguramente sentó a más de una belleza negromarfil en las rodillas hasta perderlas (me refiero e esas esclavas, las piernas). Boris Vian (multitextual que es la forma menos infame del jazz de los hombres, trompetista, boxeador, lobo y fingidor: “Los rincones de la casa se modificaban y redondeaban bajo el efecto de la música. Colin y Chloé descansaban ahora en el centro de una esfera.”) prefirió regresar a ser bosque. Borges es un personaje de Borges y una moneda de arena. Ya los filósofos griegos se transformaban en espíritus de agua (menos Sócrates, que murió autoexigido de su propio licor), pájaro, caballo, cangrejo, muchacha de marfil. Las admoniciones van a dar a la mar que es escribir. Publio Ovidio Nasón nadó el arte de amar, el reproche de los dioses. Son amigos Borges y Borges, se extravían en encuentros. Las mujeres son dueñas de las historias, la seguridad del Libro de Las Voces. Empédocles se arrojó al Etna y salió convertido en ceniza; el hombre es ceniza. Los ancianos son filósofos y las ancianas nos cuentan las historias. Futuro. Simulacro. No hay tiempo. SINCRONÍAS HISTÓRICAS Y LECTUARES. Vicente Huidobro, Marinetti. Las personas están solas, la ciudad es un placebo. Las casas asépticas. ¿Sabíais vosotros, queridos lectores, que Kafka era un hombre igual que todos (y no un escarabajoescritor) y gustaba de las putas…, del insomnio y de las “muñecas extraviadas”? El aparataje, las máquinas sintientes deseantes. Dichoso el escarabajo, porque ese ya no siente. Crisálida sin tiempo. “En el mismo momento cayó sin sentido sobre la cama que había en el cuarto y quedó profundamente dormida. Y su sueño se propagó por todo el palacio. El Rey y la Reina, que acababan de regresar y se hallaban en el salón, quedáronse dormidos, y con ellos, toda la Corte. Y se durmieron los caballos en la cuadra; los perros, en el patio; las palomas, en el tejado; las moscas, en la pared... Hasta el fuego que llameaba en el hogar quedó inmóvil y dormido, y el asado dejó de cocer, y el cocinero, que se disponía a tirar de las orejas al pinche por alguna travesura suya, lo soltó y se quedó dormido. Amainó el viento, y en los árboles que rodeaban el palacio ya no se movió ni una sola hoja”. Esos son los cien años de la Bella Durmiente, el momento más librescamente hermoso de la vida: la imagen de Chagall en una pintura de reducidos momentos. La consagración de las flores que son los cuentos, y la abuela niña contándole hermosas historias a la niña anciana. “Un pájaro-violín llevaba perfume de almendros y de flores de lis”. No sé quién creó al hombre. Hay que leer aquello que susurra angustias y estrellas de deseos. Feéricos, humanos. Topar el canto de las aves. Leer, leer, leer. A Joseph Roth, a Louis-Ferdinand Céline. Escuchar a Scheherezade y no sacrificar sangre sobre un río barroco de Praga. La transformación es un mundo, el verdadero, el instinto de ser. Eso es el arte, e incluso la ilusión y lo que falta. Todo hay que crearlo siempre. Sobresalen cien años las cosas sobre el sueño y luego desaparecen. No sé quién dijo eso. Los pensamientos son bichos que a veces tienen corazón; las palabras son sonidos de aquello que olvidamos, fantasmas de las cosas que sufren la vanidad que fueron.
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Por Marco Aurelio Rodríguez