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EL PAISANO O EL TRÁFICO DE ALMAS QUE BAILAN Y NO SABEN DÓNDE ESTÁN SUS CUERPOS

A propósito de la novela de Reinaldo Marchant, El Paisano y Neruda,
Santiago de Chile, en año de Pandemia


Por Marco Aurelio Rodríguez




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Al igual que los personajes de un mundo roto ―se podría hablar del mundo de la producción o de la racionalidad desbocadas, homo faber―, El Paisano no encuentra su paisaje y lo pretende dibujar con una ingenuidad que, incluso, va llena de tristeza. En cine El Joker resulta tan empático con nuestros fracasos que aquellos que dan cuerda al mundo ―políticos y usureros―, soltando circos turcos o disneyobscenidades, prefieren no darse cuenta que se están produciendo grandes desfaces entre la realidad y la masa que intenta entrar a saco. Y hay un bulto de gatos. Y hay un ser que deambula con la inocencia de no entender o querer esta vida a su manera. Desde el escarabajo de Kafka hasta el gran fracaso que triunfa, Richard Brautigan o El Quijote, da lo mismo.

El asunto es que hay que vivir, ¡no queda otra! Y el situarse de este lado hace ver la ridiculez del borracho. Pero ―ves― tiene alma, que es una mariposa. Nunca había tenido Bukowski tantos seguidores: ahora veneran su alma y su cuerpo ya se fue ―mas, ¿si fuera un personaje de nuevo de esta vida? ¡Ja!, ¡el desfase de las pretensiones! ¡TÚ NO SABES QUIÉN ERES, MUCHACHITE! Por eso Ciorán ve ridícula la existencia, no al hombre.

El Paisano es, en esencia, un niño pobre (un pobre niño) que juega lo que puede. Boxea con Don Sata y ¡qué más da que gane o pierda! Vende versos plagiados porque incluso las imágenes de la literatura están coludidas, y el acto de desacato de apropiárselas es jugar con mundos rotos, los destinatarios los rearmarán en actos paralelos, de amor, de convicción. El Paisano baila chachachá, igual que lo hace un dios borracho o El Joker. Hay que creer en uno mismo ―qué triste.

Claro, puedes vivir la vida y ganar mucho dinero. ¡Serás un campeón!

Puedes amar a un hombre santo. Yo tengo mis errores, soy libre.

Hemos llegado a una hinchazón tan grande con los actos de amor, de verdad, de relaciones, que leer o vivir es lo mismo: hipnotismo, hipocresía de ser parte de siempre el mismo mundo cerrado como una camisa a fuerza que muestra su propia fama sin cronopios. Y que ahora quieren romper.

¡Cómo quisiera que comprendieran la imagen Me gusta cuando callas porque estás como ausente, más allá de las farfullas millennials de oprobio femenino! Claro, la vida de Neruda da para eso. Pero, ¿dónde van los reinos inconsciente y misterioso de la mujer ―ese otro ser? ¡Bah, de veras que ella no existe, la mujer que quieren ―el hombre que quieren, el usuario de Facebook que buscan― vive en la perfección de los actos exitistas…

¡De pronto ve y vive con los ojos despiertos ―tipo tratamiento ácido y dulce que le hacen al personaje de La Naranja Mecánica―, no ciegues! ¡No construyas tu casa con la misma madera de los sueños! ¡No visites la noche, no conozcas tu día!

“Fui tan aventurero /que nunca tuve una aventura/ y las cosas que descubrí /estaban dentro de mí mismo”. Sí claro, soy un abusador, y lo he sido ―desgraciadamente soy humano y no un meme de Coelho―, y nuevamente está la caída en Neruda: me vuelvo Paisano.

¿Qué es más caro, amigo mío, la insolencia o la ruina? Un acertijo podría ser uno de los que llegaron tempranamente a este juego. Rimbaud y su poesía que gritó silencio. El tratante de esclavos, aquel que tenía dinero para comprar su propia niña negra a quien amar. La gangrena entró en su cuerpo muy joven. Dios quiere callar.

¿Cómo entonces conversar con la poeticidad de la vida, entrevistarse con Neruda, y dejar de morirse de tantas muertes que hay en esta vida? ¿Hay más iluminaciones ―revelaciones, canciones, destrucciones, usanzas; usa tus propios símbolos― que el morir en serio, que el vivir traficando paisajes lejanos ―¿cuáles los reinos, las ilusiones, los espejismos?―? Es triste constatar que, igual que el Joker, ser bufón es ser un caballero de triste hermosura, con carencia de alma, es constatar que el mundo es un fantasma sin cuerpo que baila o se derrumba.

¡Ja, El Paisano ―el poeta― inventaba muertes, así como los pájaros fabrican su propia poesía!

Junio, 2021


 



 

 

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A propósito de la novela de Reinaldo Marchant, El Paisano y Neruda,
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