A todos impactó ver el Restaurante Venezia ―alimento, dispensario nerudiano― descascarando sigilosas generaciones. (Recuerdo un día haber llevado a mi padre a su casa natal y ver solo los faldones de adobe.) Todo se derrumba.
En los años 90 yo vendía, con una mesita precaria, libros fuera de su sopor de mundo, en Pío Nono con Antonia López de Bello, y, aparte de mis “famosos” lectores, y entre ellos la más competente y activa, la madre de Andrés González ―que heredó junto con sus padres el local lleno de botellas y cristales y espejos y fantasmas, hace tres cuartos de siglo―, transitaban (y transitan todavía) contertulios como el Gato Alquinta o el actor Rodolfo Bravo (mezcla de bribonzuelo y ángel desterrado), jardín de palabras, silencios y gestos hermosos, y a veces se llenaba de diletantes y plebeyos, ¡clásico y bizarro!
Los mozos, con los cuales conversaba en medio de las drogas de neón auspiciadas por los dícense autoridad, parece que siempre fueron felices lacayos de la Corte, sus modales misteriosos y señoriales… ¿Qué se ficieron?
También nos derrumbamos muchas veces en su etílico tiempo, vanidando culturales conjeturas. Escritores por montones. Montones de seres de barro.
Y, claro, no es raro que hayan quedado sus muros a diestra y siniestra como un gran río hecho de lágrimas y de melancolía.
Luis Gutiérrez Infante, compañero de universidad, de inteligencia furiosa y lleno de avatares vitales, completa este año 2022 su trilogía de relatos de ciudad, realismo sucio (dicen los corresponsales del fasto literario), limpio, humano, ¡no sé!, pero, eso sí, historias bien escritas porque todo lo que elucubraba era necesario.
Y digo “era”…, porque este domingo 26 de junio lo fuimos a despedir con mi amigo Reinaldo Marchant a la Basílica de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Llevaba su libro, a punto de estrenarse entre nosotros, en su regazo.
En ese libro habla de nosotros. ¿Dónde podremos a celebrar su magia si el Venezia ha caído a la tierra, a sus secretos?
¿Recuerdas cuando intercambiábamos libros en mi oficina afuera del Venezia, en sus canales de infinita jactancia?
¿Cuándo podremos darte un beso, amigo, y decirte que nada se derrumba?
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dirigida por Luis Martinez
Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Bar Venezia.
A la memoria de Luis Gutiérrez Infante.
(1964-2022)
Por Marco Aurelio Rodríguez